Por Héctor Rocha *
Esta carta nos fue enviada al muro del sindicato policial,
creemos que muestra la cruda realidad de nuestra policía del Chubut y nos vemos
en la obligación de compartirla con todos.
La escribió el compañero José Luis Beovides, a quien
obviamente le hemos pedido permiso para publicar la misma y esperamos que sirva
para despertar conciencias internas y externas. No dejen de leerla y se darán
cuenta de cuántas cosas hay que cambiar en beneficio del servicio que se
presta, que se llama seguridad pública.
Por José Luis Beovides **
Comparto con ustedes esta carta que escribí en el '09 o '10.
En ese momento estaba en la encrucijada entre la esclerosis institucional
reflejada en la legislación policial y mis inquietudes intelectuales en la
universidad. Sé que muchos en este momento se encontraran en el mismo lugar así
que, podría ser una inyección de ánimo. A no bajar los brazos.
Carta abierta de un ciudadano que trabaja de policía
Pequeño y comprometido aporte a la transparencia
Soy policía, pero esta posición estática no limita mi
capacidad de pensamiento en cuestiones tan abarcativas como la misma sociedad,
la seguridad, la igualdad, etc. Es tácitamente conocido que un policía, no está
(o no debería estar) capacitado para tal actividad subversiva. La institución
sólo reclama como único talento la obediencia. Única cualidad para lograr
progresos en la “carrera policial”. El más leal y obediente llega primero al
lugar más lejos en la carrera.
Como implícitamente he expresado anteriormente mis
inquietudes políticas-sociales, y sumado a pertenecer a una Institución en la
que la gran mayoría de sus miembros poseen características intelectuales obtusas
y sensibilidad social casi inexistentes me han llevado a replantearme algunas
cuestiones. Considerando las preguntas como el motor del conocimiento y por
antonomasia de naturalezas perturbadoras, me planteo algunas que obviamente no
se caracterizan por su innovación o explosividad, ni siquiera deben tomarse
como una irrespetuosidad ante alguien o algo sino que, como mi condición de
ciudadano en una democracia participativa y pluralista siento como obligación
compartirlas.
Por ejemplo: ¿Pretende alguna vez el gobierno inmiscuirse
políticamente en los asuntos de la institución policial? ¿Tiene la intención de
realizar necesarios cambios estructurales para que la formación y el accionar
policial se adapten a la real y no solo formal vida democrática?
Son preguntas que yo, de manera parcial las podría
responder, pero eso no es lo sustancial sino lo imperativamente importante es
que se divulgue públicamente para que el espíritu democrático aflore en el
debate. Repito: no quiero faltar el respeto a nada ni nadie. Debe ser recibido
como un humilde aporte de un ciudadano en plena vida democrática, un aporte a
la transparencia ampliamente divulgada por el Gobierno. ¿Es posible, a menos de
sostener una concepción solo formal, normativa y procedimental de la democracia,
tener una institución en que los aspirantes a policías sólo sean degradados
“para formar su carácter”, alejándolos de una sociedad que, producto de la
dictadura militar, siente en su mayoría aversión por cualquier uniforme; además
de llenarlos de rencor, provocando en muchos de ellos sadismo? ¿En vez de
alejarlos, no habría que enseñarles a vivir en una sociedad democrática y,
enseñarles la participación democrática o qué es la democracia? No solo desde
el terreno de la enunciación sino desde las prácticas. ¿Es conveniente, todavía
inculcar que el policía se encuentra en superioridad, ficticia por supuesto,
con respecto a la totalidad de la sociedad? ¿La institución aspira a su auto
reproducción sin modificaciones aunque las transformaciones sociales y
políticas sean patentes desde las últimas décadas? El dogmatismo, casi
eclesiástico, en el cual el Policía está inmerso se ve reflejado en un marco
más general, en la sociedad misma. Es aquí donde encuentro una contradicción
irreconciliable. La Policía
no puede sentirse separada de la sociedad. En una sociedad democrática no
existen distinciones taxativas, mientras que la Institución Policial
está cargada de jerarquías y prejuicios que sofocan a los nuevos aspirantes.
¿No es hora de cambiar la formación intelectual de los aspirantes a policías?
¿Es necesario que los cadetes estén internados en la Escuela siendo así objeto
de todo tipo de vejaciones a cualquier hora del día según el ánimo del
Instructor de turno, en su mayoría sin experiencia?
¿No habría que modificar el esquema de políticas de
seguridad centradas en el llamado doble pacto? ¿Saben de qué hablo? El doble
pacto garantiza impunidad para hacer negocios de Policías mientras se mantenga
un tolerable nivel de delito. Se delega en la policía el tratamiento de la
seguridad y a cambio el poder político prácticamente no interviene en sus
asuntos internos ni en sus negociados. ¿O es mejor pensar la Policía como un
instrumento oficialista de vigilancia y control político y social, siendo una
herramienta útil para gobernar? Con el pacto entre gobierno y policía, ésta
cuenta con una amplia autonomía institucional, el gobierno entonces se
convierte en un mero espectador. Entonces ¿Cómo es justificable la institución
policial -con herencia autoritaria- en una sociedad democrática?
¿Cómo se ve reflejado social e institucionalmente el acuerdo
firmado el año pasado de “Acuerdo para una política de seguridad democrática”?
¿Sólo con charlas de Derechos Humanos hacia policías? ¿Es entendible que en
democracia las políticas de seguridad sigan siendo las más discriminatorias del
sistema, es decir una seguridad puramente punitiva?
En una democracia real, la participación ciudadana en los
asuntos públicos es la esencia del sistema, esto lleva a trasladar unas
preguntas ¿Es necesario las amplias atribuciones materiales- casas, teléfonos,
autos, viáticos, etc. etc.- que reciben de forma totalmente gratuita los que
pertenecen a los altos cargos de la Institución? ¿Es actualmente adecuado inculcar al
Policía que lo es las 24 horas con el objetivo de que sus jefes aprovechen a su
antojo y, con fines privados al personal para mudanzas, trabajos de pintura, de
electricidad, etc.? No es algo oculto sino y, esto es lo más preocupante, está
naturalizado. Beneficiándose de esta manera de sus puestos públicos, utilizando
las funciones y medios en provecho personal, eso se llama corrupción. Así y,
solo así se entiende la “carrera policial” – al utilizar el concepto de carrera
me refiero a la de Oficiales, excluyendo por razones obvias la de Subalternos.
Estos últimos solo son la servidumbre de los primeros. Acostumbrados a escuchar
“Señor” cuando a ellos se dirigen, muchos internalizan tanto esta palabra que
se creen Dios y, como un demiurgo sádico juegan con las personas. Claro está que
esta internalización se produce por el hecho de que se encuentran vacíos de
contenidos intelectuales. A esa altura es normal que no pretenden modificar ni
una coma de la legislación policial.
No es mi intención hacer solo una crítica voraz de la
institución policial pero sí la intención es debatir sobre la seguridad es
inescindible tocar este punto. ¿O prefieren el hecho exageradamente frustrado
de que al hablar de seguridad se encuentra como solución colocar más
uniformados en la calle? ¿Cuándo va a existir un proyecto serio sobre el tema y
dejar las improvisaciones? Las políticas de seguridad son evidentemente
represivas, lo único que hacen es criminalizar la miseria, reduciendo el
término de seguridad como la necesidad de prevenir ataques contra la propiedad
y los bienes. Cuando en realidad seguridad debe ser entendida como ampliación
de los derechos de todos, nunca como los derechos de unos en menoscabo de
otros, que dada la estructura social es siempre en menoscabo de los que menos
tenemos.
Una verdadera y democrática política de Derechos Humanos no
solo debería repudiar el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 sino intentar
hacer algo por la herencia institucional que la dictadura ha prolongado en la
formación actual de policías, siempre apañada con la complicidad política.
Divulgar estas problemáticas requiere el esfuerzo de encontrar una solución
política y participativa por parte de la ciudadanía exigiendo a las autoridades
que la lleven a la práctica. La solución no debe buscarse en cambios de nombres
sino que el tema es estructural por lo tanto el debate debe ser en el plano de
la política.
** Policía del Chubut
DNI 24 133 899
* Suboficial Mayor Policía del Chubut.
Nota relacionada: Carlos Michia: “El obrero policial gana en Chubut la mitad de lo que necesita para vivir”
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