miércoles, marzo 07, 2012

Opinión: “Carta abierta de un ciudadano que trabaja de policía”, por José Luis Beovides


Por Héctor Rocha *

Esta carta nos fue enviada al muro del sindicato policial, creemos que muestra la cruda realidad de nuestra policía del Chubut y nos vemos en la obligación de compartirla con todos.
La escribió el compañero José Luis Beovides, a quien obviamente le hemos pedido permiso para publicar la misma y esperamos que sirva para despertar conciencias internas y externas. No dejen de leerla y se darán cuenta de cuántas cosas hay que cambiar en beneficio del servicio que se presta, que se llama seguridad pública.

Por José Luis Beovides **

Comparto con ustedes esta carta que escribí en el '09 o '10. En ese momento estaba en la encrucijada entre la esclerosis institucional reflejada en la legislación policial y mis inquietudes intelectuales en la universidad. Sé que muchos en este momento se encontraran en el mismo lugar así que, podría ser una inyección de ánimo. A no bajar los brazos.

Carta abierta de un ciudadano que trabaja de policía

Pequeño y comprometido aporte a la transparencia

Soy policía, pero esta posición estática no limita mi capacidad de pensamiento en cuestiones tan abarcativas como la misma sociedad, la seguridad, la igualdad, etc. Es tácitamente conocido que un policía, no está (o no debería estar) capacitado para tal actividad subversiva. La institución sólo reclama como único talento la obediencia. Única cualidad para lograr progresos en la “carrera policial”. El más leal y obediente llega primero al lugar más lejos en la carrera.

Como implícitamente he expresado anteriormente mis inquietudes políticas-sociales, y sumado a pertenecer a una Institución en la que la gran mayoría de sus miembros poseen características intelectuales obtusas y sensibilidad social casi inexistentes me han llevado a replantearme algunas cuestiones. Considerando las preguntas como el motor del conocimiento y por antonomasia de naturalezas perturbadoras, me planteo algunas que obviamente no se caracterizan por su innovación o explosividad, ni siquiera deben tomarse como una irrespetuosidad ante alguien o algo sino que, como mi condición de ciudadano en una democracia participativa y pluralista siento como obligación compartirlas.

Por ejemplo: ¿Pretende alguna vez el gobierno inmiscuirse políticamente en los asuntos de la institución policial? ¿Tiene la intención de realizar necesarios cambios estructurales para que la formación y el accionar policial se adapten a la real y no solo formal vida democrática?

Son preguntas que yo, de manera parcial las podría responder, pero eso no es lo sustancial sino lo imperativamente importante es que se divulgue públicamente para que el espíritu democrático aflore en el debate. Repito: no quiero faltar el respeto a nada ni nadie. Debe ser recibido como un humilde aporte de un ciudadano en plena vida democrática, un aporte a la transparencia ampliamente divulgada por el Gobierno. ¿Es posible, a menos de sostener una concepción solo formal, normativa y procedimental de la democracia, tener una institución en que los aspirantes a policías sólo sean degradados “para formar su carácter”, alejándolos de una sociedad que, producto de la dictadura militar, siente en su mayoría aversión por cualquier uniforme; además de llenarlos de rencor, provocando en muchos de ellos sadismo? ¿En vez de alejarlos, no habría que enseñarles a vivir en una sociedad democrática y, enseñarles la participación democrática o qué es la democracia? No solo desde el terreno de la enunciación sino desde las prácticas. ¿Es conveniente, todavía inculcar que el policía se encuentra en superioridad, ficticia por supuesto, con respecto a la totalidad de la sociedad? ¿La institución aspira a su auto reproducción sin modificaciones aunque las transformaciones sociales y políticas sean patentes desde las últimas décadas? El dogmatismo, casi eclesiástico, en el cual el Policía está inmerso se ve reflejado en un marco más general, en la sociedad misma. Es aquí donde encuentro una contradicción irreconciliable. La Policía no puede sentirse separada de la sociedad. En una sociedad democrática no existen distinciones taxativas, mientras que la Institución Policial está cargada de jerarquías y prejuicios que sofocan a los nuevos aspirantes. ¿No es hora de cambiar la formación intelectual de los aspirantes a policías? ¿Es necesario que los cadetes estén internados en la Escuela siendo así objeto de todo tipo de vejaciones a cualquier hora del día según el ánimo del Instructor de turno, en su mayoría sin experiencia?

¿No habría que modificar el esquema de políticas de seguridad centradas en el llamado doble pacto? ¿Saben de qué hablo? El doble pacto garantiza impunidad para hacer negocios de Policías mientras se mantenga un tolerable nivel de delito. Se delega en la policía el tratamiento de la seguridad y a cambio el poder político prácticamente no interviene en sus asuntos internos ni en sus negociados. ¿O es mejor pensar la Policía como un instrumento oficialista de vigilancia y control político y social, siendo una herramienta útil para gobernar? Con el pacto entre gobierno y policía, ésta cuenta con una amplia autonomía institucional, el gobierno entonces se convierte en un mero espectador. Entonces ¿Cómo es justificable la institución policial -con herencia autoritaria- en una sociedad democrática?

¿Cómo se ve reflejado social e institucionalmente el acuerdo firmado el año pasado de “Acuerdo para una política de seguridad democrática”? ¿Sólo con charlas de Derechos Humanos hacia policías? ¿Es entendible que en democracia las políticas de seguridad sigan siendo las más discriminatorias del sistema, es decir una seguridad puramente punitiva?

En una democracia real, la participación ciudadana en los asuntos públicos es la esencia del sistema, esto lleva a trasladar unas preguntas ¿Es necesario las amplias atribuciones materiales- casas, teléfonos, autos, viáticos, etc. etc.- que reciben de forma totalmente gratuita los que pertenecen a los altos cargos de la Institución? ¿Es actualmente adecuado inculcar al Policía que lo es las 24 horas con el objetivo de que sus jefes aprovechen a su antojo y, con fines privados al personal para mudanzas, trabajos de pintura, de electricidad, etc.? No es algo oculto sino y, esto es lo más preocupante, está naturalizado. Beneficiándose de esta manera de sus puestos públicos, utilizando las funciones y medios en provecho personal, eso se llama corrupción. Así y, solo así se entiende la “carrera policial” – al utilizar el concepto de carrera me refiero a la de Oficiales, excluyendo por razones obvias la de Subalternos. Estos últimos solo son la servidumbre de los primeros. Acostumbrados a escuchar “Señor” cuando a ellos se dirigen, muchos internalizan tanto esta palabra que se creen Dios y, como un demiurgo sádico juegan con las personas. Claro está que esta internalización se produce por el hecho de que se encuentran vacíos de contenidos intelectuales. A esa altura es normal que no pretenden modificar ni una coma de la legislación policial.

No es mi intención hacer solo una crítica voraz de la institución policial pero sí la intención es debatir sobre la seguridad es inescindible tocar este punto. ¿O prefieren el hecho exageradamente frustrado de que al hablar de seguridad se encuentra como solución colocar más uniformados en la calle? ¿Cuándo va a existir un proyecto serio sobre el tema y dejar las improvisaciones? Las políticas de seguridad son evidentemente represivas, lo único que hacen es criminalizar la miseria, reduciendo el término de seguridad como la necesidad de prevenir ataques contra la propiedad y los bienes. Cuando en realidad seguridad debe ser entendida como ampliación de los derechos de todos, nunca como los derechos de unos en menoscabo de otros, que dada la estructura social es siempre en menoscabo de los que menos tenemos.

Una verdadera y democrática política de Derechos Humanos no solo debería repudiar el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 sino intentar hacer algo por la herencia institucional que la dictadura ha prolongado en la formación actual de policías, siempre apañada con la complicidad política. Divulgar estas problemáticas requiere el esfuerzo de encontrar una solución política y participativa por parte de la ciudadanía exigiendo a las autoridades que la lleven a la práctica. La solución no debe buscarse en cambios de nombres sino que el tema es estructural por lo tanto el debate debe ser en el plano de la política.

** Policía del Chubut
 DNI 24 133 899

* Suboficial Mayor Policía del Chubut.

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