jueves, mayo 10, 2012

“Crónicas del juicio por la masacre de Trelew”, por Julio Saquero


Por Julio Saquero Lois *

En su primera decisión por unanimidad, el Tribunal Oral Federal que se reunió en Rawson  para juzgar a siete oficiales de la Marina por el fusilamiento de 19 prisioneros políticos el  22 de agosto de 1972, en calabozos de la Base Almirante Zar de Trelew, decidió dejar en libertad a los acusados de dichos crímenes de lesa humanidad, contrariando la demanda del Fiscal y abogados representantes de familiares y  sobrevivientes de la tragedia. Los viejos infantes de marina, aún sostienen su inocencia, alineándose en la tesis oficial de la dictadura de Lanusse que consideró el episodio como producto de un “intento de fuga”,  y se pasean con impunidad por las calles de la ciudad, en las proximidades de las cuales cometieron su crimen. Los familiares y testigos que constituyen piezas clave para el esclarecimiento de este hecho de trascendencia histórica, no gozan de ninguna protección especial por parte del Estado, y deberán compartir con ellos las entradas y salidas en el edificio de tribunal y eventualmente cruzarlos en un bar o en una acera. Y la imagen de Julio Jorge López, nos vuelve una y otra vez a la memoria mientras escribimos esta crónica.

Primera Parte: El Tiempo de los abrazos

Día 6
   El cielo plomizo, que se extiende sobre la planicie interminable, empieza a fundirse en una línea anaranjada de luces, cuando el micro se acerca a la ciudad.  En la terminal desierta, sólo los pasos cansinos de un guardia nocturno que termina su ronda. Todavía no hay diarios regionales en los kioscos que permanecen cerrados. No hay pasajeros. Sólo el silencio y el viento incipiente susurrando en un amanecer incierto,  sobre edificios y  calles desiertas.  El susurrar del viento, siempre ese viento, que hoy susurra y sacude los penachos de pastos secos en torno al antiguo aeropuerto, en la periferia de Trelew, como susurraba ese día, el del mayor acontecimiento político que conmovió al país, a mediados de agosto de 1972, cuando los detenidos políticos de la dictadura de  Lanusse, desafiando todos los recaudos del sistema carcelario de mayor seguridad del país, decidieron recuperar su libertad , hecho que permitiría a seis de ellos huír a Chile y culminaría con el fusilamiento de 19 de sus compañeros, en la tragedia que pasó a la historia como la Masacre de Trelew.

    Y allí están, en el salón-comedor del viejo Hotel Touring, de Trelew, testigo secular de todos los acontecimientos políticos y culturales importantes de la ciudad, sobrevivientes y familiares de los presos políticos de Rawson, que van llegando, algunos desde el exterior, adonde aún viven en exilio, otros desde provincias lejanas del norte, o  desde algún  ignoto rincón patagónico, los protagonistas de este, que, sin duda, será el Juicio más importante en la historia chubutense. A pocas cuadras, en el Hotel Galicia, se alojarán algunos de los siete militares acusados de haber fusilado a los diecinueve presos políticos en la vecina base de la marina Almirante Zar. Quien no llegará a albergarse en ningún hotel de Trelew es el Oficial Horacio Mayorga, que por cuestiones de salud no estará presente. Él fue quien trasmitió las órdenes de fusilamiento de Agustín Lanusse a los oficiales de la base Almirante Zar. Tampoco estará en el banquito de los acusados Roberto Bravo, quien vive como empresario en Miami y a quien el Gobierno de Estados Unidos protege, como  agente de la CIA, y el Gobierno argentino no logra extraditar.

   El señor de pelo blanco que te atiende en la barra del bar, Luis Fernández, cuando hoy me presenté, sacó una vieja ficha de cartón y me reconoció. Usted, señora, estuvo en el 72 por aquí y en el 2008 volvió. Ya tengo su registro, Usted es de la casa.

 Y Alicia Bonet, paciente, con esa paciencia impaciente, apenas contenida, que  aprendió a cultivar durante 40 años de permanente ejercicio de la memoria, continúa contándonos, cada uno de los episodios de su interminable peregrinar desde el momento en que su marido, Rubén Pedro  Bonet fue detenido por el régimen militar de Lanusse ,  trasladado desde la cárcel de Villa Devoto al penal de Rawson en 1971 y, finalmente, fusilado en la base de la marina Almirante Zar tras la fuga que protagonizó junto a sus compañeros. Nota completa

* 6 de mayo de 2012

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