Por Secretaría de Cultura de Chubut
La
Secretaría de Cultura de la provincia participa con hondo
pesar el fallecimiento, esta madrugada, del fotógrafo Eduardo Ge/Taboas, quien
fuera un multiplicador del arte de la fotografía en la provincia.
Eduardo Gabriel González Táboas, el Ge Táboas, falleció el
24 de mayo en Trelew, en la
Patagonia que lo vio, como él decía, renacer hace más de
treinta y cinco años. Habitó Santa Cruz y Chubut, logró premios y becas
importantes a nivel nacional, expuso en el centro Cultural Recoleta, en el
Centro Cultural Borges, entre otros salones del país. Su técnica de
negomontajes hizo que tuviera la
Beca del Fondo Nacional de las Artes en Investigación y
Técnica.
Pero en realidad, para el Ge, todo eso formaba parte de un
anecdotario. Lo cierto es que su mirada y su práctica como formador de
fotógrafos es lo realmente trascendente. Para él la luz no es, porque el arte
siempre se manifiesta en presente, sólo un juego de colores. La fotografía es
un arte que, a través de lo aparentemente estático, pone en movimiento las
formas, resuelve aquello que en un ojo común es una sombra indefinida en la
comisura. La fotografía de Eduardo Ge Táboas es una manifestación de la
profundidad de la luz; un artificio que se captura desde un reflejo, desde una
perspectiva que permite otra mirada del mundo, donde lo onírico y lo real dan
forma a lo plano, un artificio donde la vida y la muerte adquieren rigurosidad
de imagen. Y no es que una imagen puede más que mil palabras, sino que una
imagen, enfocada por él, genera más de mil palabras aún no inventadas. Tal vez,
consciente de eso, Ge, con su humilde soberbia, utilizaba ese apodo, porque la
imagen y la idea que la hace visible no pueden ser nominadas desde lo “normal”.
Además de ser uno de los mejores fotógrafos, Ge Táboas fue
Maestro, sí con mayúscula, de jóvenes y adultos que, permítanos su memoria, lo
sufrieron en cientos de capacitaciones, y es que la rigurosidad técnica, la
exigencia a la hora de planificar una toma, de trabajar un negativo, de apretar
el gatillo, no para matar sino para dar vida a las sombras y a las luces, esa
rigurosidad fue siempre la característica de su trabajo a la hora de enseñar.
“Hacer fotografía, para sostenerla como arte, requiere técnica y lectura,
academia si se quiere”, afirmaba constantemente. Ver y percibir una fotografía
de Ge hace comprender que la tecnología no hace al arte, tal vez lo mejora,
pero que hay una reflexión que no puede escapar a quien dispara o trabaja el
montaje, una luz en las sutiles provincias que adoptó como su lugar, su centro
del mundo, su foco conceptual.
El recuerdo de Ge Taboas, se mantendrá iluminado, tapas de
libros, exposiciones y fotografías que se conservan en Secretaría de Cultura,
Direcciones y Galerías, seguirán dando cuenta de que, aquí y siempre en ahora,
una mirada dejó huella y semilla en las miradas de todos.
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