Por Lino Pizzolon *
Puro músculo, yendo y viniendo, el Oso fue y expresaba a los
saltos la alegría de todo el grupo en la tarde del domingo. Algo que había sido
todo una fiesta, un disfrutar del agua, de la misma llovizna, de la enorme
fuerza de la montañas que enmarcan la ciudad casi por todas partes, todo eso
terminó en menos de media hora en una terrible agonía y muerte... y una sombra
negra se abatió sobre todos. No creo que nadie haya dormido esa noche. No
importa si era una mascota; el Oso, era alguien más de la familia, o tal vez
aún más: “no me dejés; no me podés dejar” le gritaba con toda su voz, Gonzalo,
su amigo, como queriéndolo traer del vuelta, mientras el veneno se lo llevaba
en brazos de la muerte.
¿Qué leer de esto?
¿Esquel, “municipio saludable”, rodeado de veneno?
¿Y si un chico se hubiera acostado en el pasto donde tiraron
los fosforados; o si hubiéramos bebido agua del arroyo que pasaba por allí
cerca?
¿A dónde ir cuando queremos salir un rato del encierro
invernal, estirar las piernas, respirar un poco de aire puro y estar un rato en
la naturaleza? ¿A dónde va quién no tiene un medio de movilidad?
Se les robó y se nos robó el área de la Cascada y del arroyo
Esquel hacia arriba… Si vas un rato a la laguna Willimanco, sin más intención
que caminar y estar allí, personal militar te saca a los piques, con modos nada
amables, o, el veneno mata a tu perro como ya sucedió.
Cada vez más “prohibidos pasar”, ejercito argentino, “prohibidos
pasar”, “propiedad privada”… Cementerio; “peligro de muerte”, en los carteles
arriba de La Cascada;
y una vida joven ya cobrada.
Por poco, a no ser por un grupo de vecinos solidarios,
también La Z era
una zona vedada.
¿Ir al arroyo de cemento, salido de algún estudio
trasnochado y nada de consulta? Ya no
queda naturaleza allí, ni agua, a veces. Ya no es un arroyo. Es un canal. Y no
es lo mismo.
¿Quo vadis Esquel? ...
¿a donde vas Esquel?
¿A ser solo una ciudad para irse a otro lado? … los que
puedan… ¿Y los que no?...
¿Es que solo se puede salir a caminar en los caminódromos,
como en una vidriera a la orilla de la ruta?;
¿Es que solo se puede hacer ejercicio dentro de un gimnasio
cerrado?
¿Es que solo podemos tomar un poco de agua pura si la
compramos en un supermercado (suponiendo que siempre sea pura el agua
envasada)?
¿Para esto vivimos en la mítica Patagonia?
¿En qué estamos transformando esta tierra?
Esquel ya ha superado holgadamente los 40000 habitantes. Ya
no somos un pueblito, y sin embargo la ciudad sigue como aprisionada y
amontonada entre la Irigoyen
y el arroyo Esquel. Para hacer tres casas más ocuparon la canchita del cañadón
de Borquez, que era como el corazón del barrio.
Encerrada en un hoyo,
Esquel necesita urgentemente una red de senderos de libre acceso por los cuales ir a hacia los
sitios geográficamente más significativos que la rodean y que componen el
paisaje que en definitiva es de todos, y que no se gasta ni deteriora por ser
mirado o disfrutado. Por el contrario solo vemos cada vez más automóviles, y
espantosos edificios de vidrio y
aluminio.
Son quienes más han acumulado por ellos mismos o sus
antecesores, quienes más tienen en sus manos la posibilidad de dar una señal
diferente a la de seguir acumulando tierra y riquezas, y tienen una enorme
responsabilidad sobre el futuro de todos. El mínimo gesto que hicieran, descomprimiría más de una situación
crítica y traería una felicidad muy
grande a todos, podría cambiarle la cara al pueblo. La idea misma de propiedad
privada irá cambiado, ya no como algo absoluto, o como “el fundamento de la
civilización”, como expresara un portentoso empresario
extranjero poseedor de más de un millón de hectáreas aquí cerca nomás. Como lo
afirma Ricardo Lorenzetti, juez de la Corte Suprema de Justicia, tarde o temprano se
acabará por imponer y reconocer la función social que es inherente a toda
propiedad privada.
La acumulación excesiva de áreas y bienes comunes, sumado a
la escasez de espacios verdes en el casco urbano, a la larga no pueden ser otra
cosa que una incubadora de tensión y violencia social crecientes, y hasta de
delincuencia. ¿No es la misma sociedad la que genera sus delincuentes?. No
hagamos en Esquel otro apartheid como el que fractura a Bariloche en dos, el
Bariloche para la vidriera turística, tan impecable como falso y el Bariloche
del alto, de convivencia con la basura de todos, con la falta de agua y de
calefacción; cúmulo de olvidos, desprecio y abandono.
Por favor, dejen de echar veneno por todas partes. Saquen
los carteles de prohibido pasar que han sembrado a lo largo del camino a La Hoya y en otros lados. Vean cómo
hacer para que podamos recorrer a pié o en bicicleta senderos sin más intención
que la de disfrutar de un paisaje, de una montaña, de un arroyo o laguna, o de
una surgente mágica que brota y brota sin parar y sin cobrar por eso. Si hay
daños habrá que educar, pero no es prohibiendo cerrando, alambrando, envenenando,
electrificando, haciendo barrios privados como seremos una comunidad vivible.
El entorno de Esquel es naturalmente muy fuerte y su disfrute estético,
espiritual, es de todos; debe ser valorizado y abierto, y no solo por razones
turísticas como alguna vez se dijo, sino antes que nada por la propia salud y
felicidad de quienes habitamos este suelo. El Club Andino puede sugerir sendas.
Don Luis, y muchos caminantes incansables también. No hay que contratar
consultoras que nada saben de esta tierra o ni gente que solo hace trabajos por
dinero. Esto no es para polémica, sino para que se tome como le decía el zorro
al Principito, que “Lo esencial es invisible a los ojos. Y que solo se ve bien
con el corazón”.
* DNI 14.470.361
Nota relacionada: “Carta abierta a Vargas”: denuncian que un perro murió tras ingerir veneno en el campo del ex vicegobernador
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