miércoles, mayo 30, 2012

Opinión: “Esquel, ¿Ciudad sitiada?”, por Lino Pizzolon


Por Lino Pizzolon *

Puro músculo, yendo y viniendo, el Oso fue y expresaba a los saltos la alegría de todo el grupo en la tarde del domingo. Algo que había sido todo una fiesta, un disfrutar del agua, de la misma llovizna, de la enorme fuerza de la montañas que enmarcan la ciudad casi por todas partes, todo eso terminó en menos de media hora en una terrible agonía y muerte... y una sombra negra se abatió sobre todos. No creo que nadie haya dormido esa noche. No importa si era una mascota; el Oso, era alguien más de la familia, o tal vez aún más: “no me dejés; no me podés dejar” le gritaba con toda su voz, Gonzalo, su amigo, como queriéndolo traer del vuelta, mientras el veneno se lo llevaba en brazos de la muerte.

¿Qué leer de esto?  ¿Esquel, “municipio saludable”, rodeado de veneno?
¿Y si un chico se hubiera acostado en el pasto donde tiraron los fosforados; o si hubiéramos bebido agua del arroyo que pasaba por allí cerca?

¿A dónde ir cuando queremos salir un rato del encierro invernal, estirar las piernas, respirar un poco de aire puro y estar un rato en la naturaleza? ¿A dónde va quién no tiene un medio de movilidad?

Se les robó y se nos robó el área de la Cascada y del arroyo Esquel hacia arriba… Si vas un rato a la laguna Willimanco, sin más intención que caminar y estar allí, personal militar te saca a los piques, con modos nada amables, o, el veneno mata a tu perro como ya sucedió.

Cada vez más “prohibidos pasar”, ejercito argentino, “prohibidos pasar”, “propiedad privada”… Cementerio; “peligro de muerte”, en los carteles arriba de La Cascada; y una vida joven ya cobrada.

Por poco, a no ser por un grupo de vecinos solidarios, también La Z era una zona vedada.

¿Ir al arroyo de cemento, salido de algún estudio trasnochado y nada de consulta?  Ya no queda naturaleza allí, ni agua, a veces. Ya no es un arroyo. Es un canal. Y no es lo mismo.

¿Quo vadis Esquel? ...  ¿a donde vas Esquel? 

¿A ser solo una ciudad para irse a otro lado? … los que puedan… ¿Y los que no?...

¿Es que solo se puede salir a caminar en los caminódromos, como en una vidriera a la orilla de la ruta?;

¿Es que solo se puede hacer ejercicio dentro de un gimnasio cerrado?

¿Es que solo podemos tomar un poco de agua pura si la compramos en un supermercado (suponiendo que siempre sea pura el agua envasada)?

¿Para esto vivimos en la mítica Patagonia?

¿En qué estamos transformando esta tierra?

Esquel ya ha superado holgadamente los 40000 habitantes. Ya no somos un pueblito, y sin embargo la ciudad sigue como aprisionada y amontonada entre la Irigoyen y el arroyo Esquel. Para hacer tres casas más ocuparon la canchita del cañadón de Borquez, que era como el corazón del barrio.

Encerrada en un hoyo,  Esquel necesita urgentemente una red de senderos  de libre acceso por los cuales ir a hacia los sitios geográficamente más significativos que la rodean y que componen el paisaje que en definitiva es de todos, y que no se gasta ni deteriora por ser mirado o disfrutado. Por el contrario solo vemos cada vez más automóviles, y espantosos edificios de  vidrio y aluminio.

Son quienes más han acumulado por ellos mismos o sus antecesores, quienes más tienen en sus manos la posibilidad de dar una señal diferente a la de seguir acumulando tierra y riquezas, y tienen una enorme responsabilidad sobre el futuro de todos. El mínimo gesto que  hicieran, descomprimiría más de una situación crítica y  traería una felicidad muy grande a todos, podría cambiarle la cara al pueblo. La idea misma de propiedad privada irá cambiado, ya no como algo absoluto, o como “el fundamento de la civilización”,  como    expresara un portentoso empresario extranjero poseedor de más de un millón de hectáreas aquí cerca nomás. Como lo afirma Ricardo Lorenzetti, juez de la Corte Suprema de Justicia, tarde o temprano se acabará por imponer y reconocer la función social que es inherente a toda propiedad privada.

La acumulación excesiva de áreas y bienes comunes, sumado a la escasez de espacios verdes en el casco urbano, a la larga no pueden ser otra cosa que una incubadora de tensión y violencia social crecientes, y hasta de delincuencia. ¿No es la misma sociedad la que genera sus delincuentes?. No hagamos en Esquel otro apartheid como el que fractura a Bariloche en dos, el Bariloche para la vidriera turística, tan impecable como falso y el Bariloche del alto, de convivencia con la basura de todos, con la falta de agua y de calefacción; cúmulo de olvidos, desprecio y abandono.

Por favor, dejen de echar veneno por todas partes. Saquen los carteles de prohibido pasar que han sembrado a lo largo del camino a La Hoya y en otros lados. Vean cómo hacer para que podamos recorrer a pié o en bicicleta senderos sin más intención que la de disfrutar de un paisaje, de una montaña, de un arroyo o laguna, o de una surgente mágica que brota y brota sin parar y sin cobrar por eso. Si hay daños habrá que educar, pero no es prohibiendo  cerrando, alambrando, envenenando, electrificando, haciendo barrios privados como seremos una comunidad vivible. El entorno de Esquel es naturalmente muy fuerte y su disfrute estético, espiritual, es de todos; debe ser valorizado y abierto, y no solo por razones turísticas como alguna vez se dijo, sino antes que nada por la propia salud y felicidad de quienes habitamos este suelo. El Club Andino puede sugerir sendas. Don Luis, y muchos caminantes incansables también. No hay que contratar consultoras que nada saben de esta tierra o ni gente que solo hace trabajos por dinero. Esto no es para polémica, sino para que se tome como le decía el zorro al Principito, que “Lo esencial es invisible a los ojos. Y que solo se ve bien con el corazón”.

* DNI 14.470.361

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