miércoles, octubre 31, 2012

"El 7D y los trabajadores de los medios", por Rubén Tonzar

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Por Ruben Tonzar

La tercerización-precarización-negreo que la mayoría de los medios aplican a gran parte de  sus trabajadores no es un tema que interese en la discusión entre Clarín y el gobierno…

El 27 de septiembre, unos 500 trabajadores de Olé, Muy, La Razón, Zonales (todas publicaciones de Clarín) se reunieron frente a la redacción principal y aplaudieron durante diez minutos sin interrupción. El mismo día, los diarios editados por ese  grupo salieron sin firmas. Ambas manifestaciones de los trabajadores sustentaban el mismo reclamo: que la parte patronal cumpla con la totalidad del acuerdo paritario (el primero en ¡37 años!) y que respete la libertad sindical dentro de la empresa. Antes de eso, en abril y tras varios años de lucha, habían logrado que Clarín admitiera los básicos de convenio y pasara a planta permanente a decenas de trabajadores.

El “aplausazo” y el retiro de firmas había sido apoyado por los trabajadores de otras redacciones como Crónica y BAE (medios “K”). Las patronales de esos medios respondieron con inmediatas represalias: retiraron forzosamente las firmas de esos diarios al otro día del retiro solidario hecho por sus trabajadores, buscando frenarlos en su lucha. A la solidaridad entre trabajadores, los patrones “K” respondieron con represalias “solidarias” con la “Corpo”. Y tienen buenas razones para ello: Crónica, uno de los medios que cobra cientos de miles por publicidad oficial, tampoco reconoce los acuerdos de la paritaria de prensa para un sector de su personal. Por su lado, BAE despidió a un colaborador de cinco años de antigüedad.

El Colectivo de Trabajadores de Prensa hizo una encuesta entre 398 trabajadores “free lance, sub24, independientes, frilos, colaboradores y otros eufemismos que sirven para encubrir el trabajo precarizado”. De allí surgió que la mitad de estos trabajadores cobra entre 200 y 400 pesos por cada producción, y sólo el 27% supera esa suma, que en ambos casos cobran entre 30, 60 y más días después de entregadas. La patronal que más demora el pago es el grupo Spolzki (74 días promedio), seguido de cerca por Página/12, Clarín y La Nación. La mayoría de las veces, la empresa no aporta herramientas, comunicaciones ni viáticos. Un “yeite” habitual usado por todos los propietarios para mantener este sistema de precarización consiste en interrumpir las publicaciones hasta el año siguiente, antes de que el colaborador llegue a la número 24, para evitar que el periodista pueda reclamar relación de dependencia. De allí que sólo el 9% de estos trabajadores esté sindicalizado. Por su lado, las dirigencias sindicales del sector se han dividido entre “pro Corpo” y pro gobierno, sin consultar a los trabajadores.

Todas estas situaciones se agravan sobremanera fuera de los grandes centros urbanos, donde la menor fuerza cuantitativa de los trabajadores los deja aún más a merced de los capitalistas propietarios de medios, que generalmente refuerzan esa condición ocupando cargos políticos y/o judiciales que multiplican su influencia local.

Por eso adquieren importancia decisiva las acciones independientes como la de los trabajadores de Clarín, apoyadas en la decisión soberana de su asamblea. La defensa de la fuente de trabajo y de toda la plantilla de personal será un elemento fundamental en los tiempos que vienen, que estarán plagados de “desinversiones”, “inversiones”, fusiones, asociaciones y cambios de firma, sin importar quién gane la pulseada, la corporación Clarín, o el gobierno y sus amigos de la pauta publicitaria.

Otro elemento principal en la lucha de los trabajadores será la defensa de su independencia ideológica, más allá de los intereses de la patronal, un valor decisivo para el trabajador que opera en la elaboración de la información. Al día de hoy, la empresa periodística -estatal o privada- considera que un periodista que se niega a someterse a sus directivas ideológicas incurre en causal de despido justificado. Así, la defensa de los puestos de trabajo y de las condiciones lanorales se vuelven parte esencial de la defensa de la libertad de prensa, algo que por cierto no contemplan la ley de medios ni las corporaciones de medios de cualquier signo.

Nota relacionada: El 7D, el día en que Kirchner autorizó la fusión de Cablevisión y Multicanal

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