lunes, octubre 15, 2012

Opinión: "La privatización del espacio público", por Pablo Quintana

Por Pablo Quintana *

“Urbanismo Neoliberal”, así se lo denomina. Es cuando el territorio se transforma en un escenario donde ganan los "grandes inversores" y los pobladores quedan excluidos. “Billetera mata vecino”, para decirlo en términos criollos. Pretender que los predios que rodean a la laguna La Zeta, en cercanías de Esquel, terminen con fines especulativos, desplazando a la población local del regocijo de ese espacio en forma libre, es el eje de la cuestión en medio de la polémica desatada.

No es puro pánico. Desde hace poco más de tres años vecinos organizaron un proyecto de Manejo de la laguna y cumplieron con todas las reglas del juego. Pidieron banca del vecino, participaron con técnicos y profesionales, elaboraron la iniciativa, lo ingresaron al Concejo Deliberante, se formaron talleres participativos y la comisión entregó un minucioso trabajo sobre la delicada cuenca. Después de doce meses, se tuvieron que juntar 200 firmas para pedirle al cuerpo legislativo que desempolvara la propuesta.

No es mero alarmismo el que surgió en los últimos días, cuando hasta el mismo intendente Rafael Williams admite ahora la posibilidad de inversiones que bien podría incluir un hotel cinco estrellas. Es la vieja promesa del desarrollo, acompañado de términos como sustentable, integral y mucho más, que en definitiva son sólo la punta de un gran iceberg cuyo final se desconoce.

Bastó que la comunidad se propusiese un proyecto, para que la dirigencia política y, en este caso, la corporación inmobiliaria, salieran al cruce con iniciativas innovadoras. Lo curioso es que hasta el presente La Zeta ni siquiera es promovida con carteles que indiquen a un desprevenido turista como llegar hasta ese maravilloso espejo de agua. Ni hablar del estado deplorable en el que se encuentra el camino que conduce hasta esa cima, que más que un viaje de placer, es una obligada visita al mecánico.

En tiempos en los que condenar el neoliberalismo reinante en los ’90 es letra en cualquier discurso, bien podría repasarse que es un proceso que ocurre en combinación con otros, que crea y a la vez, inexorablemente, destruye. Por eso no es fantasioso pensar en términos de fragmentación y exclusión social, resultado de una economía globalizada asentado en el mercado inmobiliario.

Hoy las políticas neoliberales vigentes, donde mayor incidencia están teniendo son probablemente en la territorialidad, el urbanismo y ven en el suelo el escenario de avanzada. Leía recientemente que el urbanismo, la ordenación del territorio, la planificación de las ciudades en suma, que fueron históricamente disciplinas científicas y técnicas, dejaron de serlo. Esquel es una muestra clara de ese sinsentido. A río revuelto, ¿ganancia de pescador?.

Las iniciativas privadas (esta gestión comunal avanzó sobre la proyección de barrios privados) y los mercados inmobiliarios marcan la agenda. Hace mucho tiempo que en esta región la propiedad del suelo dejó de cumplir una función social sino más bien económica. O por lo menos, en ese sentido, poco tienen de nacional y popular las medidas.

El presidente del bloque del Frente para la Victoria, Horacio Iturrioz gritaba en la última sesión sentirse dañado en su honorabilidad por las sospechas brotadas, al tiempo que recordaba que esos dominios apetecidos son de las pocas tierras fiscales que posee la comuna. Está claro, que el valor del suelo es el de mercado y, por si hiciese falta recordarlo, los derechos urbanísticos de los propietarios del suelo. Ergo, todo el ejido urbano podría ser susceptible de urbanizarse y edificarse, a excepción del que esté expresamente protegido.

Los precios de los terrenos no están hechos a la medida de los vecinos, son una clara especulación (otro síntoma neoliberal) del suelo que cada vez, en mayor medida, es acaparado por grandes inversores, acopiadores de tierras, ante la indiferencia de la administración pública que es incapaz de regular el mercado del suelo dejándolo exclusivamente en manos de la iniciativa privada.

Hace poco descubrí en la web una “ópera documental electroacústica” de José Luis Tirado y música de Fran MM Cabeza de Vaca que lleva por nombre “El paisaje como ideología” (http://periodismohumano.com/culturas/el-paisaje-como-ideologia.html?video%2F1).

En la crítica se sostiene que “existe un respeto hacia el libre mercado y la actividad “generadora de riqueza”, es mucho mayor que hacia cualquier otro centro de poder. Lo importante, queda claro, es favorecer un “clima empresarial que favorezca las inversiones y el desarrollo económico”, prestigiando lo que sea, desprestigiando lo que sea”.

* Periodista

Nota relacionada: "Laguna 'La Zeta': ¿Quién generó el pánico?", por Juan Zuoza

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