Por Agencia Walsh
(AW) Su compromiso con la defensa de los derechos indígenas
trasciende a su comunidad qom Potae Napocna Navogoh de Formosa. Es la voz de
los Pueblos Originarios de la
Argentina. El que reivindica a sus ancestros. El que lucha
por la tierra y no la negocia.
Liliana Giambelluca (Especial para Agencia Walsh)
Un domingo lluvioso de octubre en Buenos Aires, el qarashe
Félix Díaz habla de su vida y de sus derechos avasallados. De sus primeras
labores y un pan duro como única paga. A los 18 años de edad aprendió el
castellano. Se acercó a la iglesia evangélica pero lo separó de su mundo
indígena.
Considera que el acampe visibilizó los reclamos de la
comunidad, pero la lucha continua. Afirma que el INAI es un instrumento legal
del gobierno que no representa a los pueblos indígenas y el gobernador
formoseño ignora los derechos ancestrales.
Siente que camina por un campo minado. Cuatro veces
atentaron contra su vida, pero asume su destino.
El antropólogo y la religión
¿En qué momento comenzó a comprender que debía conservar y
defender la cosmovisión indígena?
Apareció un antropólogo en mi casa que quería hacer su tesis
doctoral. César Ceriani se llama. Trabajamos juntos durante casi dos años, él
hacía entrevistas en la comunidad y yo era el traductor. Las respuestas de los
ancianos eran excelentes, tenían sabiduría, y ahí me descubro a mí mismo. Fue
como si me hubiesen sacado una venda de los ojos.
Los ancianos tenían respuestas para preguntas que usted
nunca se formuló.
Nunca. Yo me había acercado a la religión y un anciano que
tenía como 105 años, pasaba por mi casa y me exhortaba que tenía que ser fiel a
mi gente. Me decía que la iglesia era "una forma de dominación silenciosa.
No te vienen a amenazar ni a burlarse, entran suavemente pero después cuando se
dan cuenta que ya sos presa, te tratan de otra forma".
¿A qué iglesia se acercó?
A la evangélica. Yo salí del mundo indígena creyendo que era
una solución para mí y para mi familia, y me olvidé de mi origen. La iglesia me
enseñó que para ser civilizado debía ignorar de dónde venía y adoptar las
reglas del cristianismo.
Reglas de resignación y sometimiento.
Sí, sí. Estuve muchos años y aunque me esforzaba no me
sentía parte de ese espacio. En un momento perdí a dos de mis hijos. Los
líderes religiosos prohibían la atención con un chaman porque era contra las
reglas cristianas. Eso nos produjo un gran dolor y recién ahí me di cuenta que
el amor por nuestros hijos no tiene comparación. Nota completa
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