miércoles, enero 09, 2013

Opinión: "Argentina, ante el dilema del fracking"

Enviado por Elvio Mendioroz
Por Sergio Serrichio publicado en Plaza de Mayo


Empujado por la necesidad y a favor de sus amigos, el gobierno avanza hacia la exploración de los hidrocarburos “no convencionales”. ¿Vaca muerta, Monos con navaja o gato encerrado?

Este 28 de diciembre, día de los inocentes, se estrena en Nueva York y Los Angeles la película Promised Land (Tierra prometida), con Matt Damon y John Krasinski (el joven actor de The Office, una de las más exitosas sitcoms de la TV estadounidense) en los roles protagónicos.

El timing del estreno y difusión de la película, que a partir de enero se exhibirá en miles de salas a lo largo y ancho de Estados Unidos, delata sus pretensiones de Oscar. Y a diferencia de Gasland, un documental que en 2010 ganó un premio en el festival de cine de Sundance pero nunca tuvo distribución masiva, Promised Land apunta a llevar al gran público un tema en el que EE.UU. hizo punta y cuyas empresas buscan ahora exportar a varios países del mundo, incluida la Argentina: la extracción de shale oil y shale gas; esto es, petróleo y gas de esquisto (o pizarra, la roca sedimentaria más abundante del planeta), genéricamente llamados “hidrocarburos no convencionales”.

Damon hace de Steve Butler, un especialista en negociación de contratos que, como adelantado de las petroleras, llega a un pueblo rural de Pennsylvania con el objetivo de convencer a los pobladores de que vendan derechos de perforación de sus tierras a empresas capaces de extraer de ellas riquezas que cambiarán la suerte del lugar.

Usan para eso técnicas de perforación horizontal y fractura hidráulica (hydrofracking o, por brevedad, fracking). Perforan la tierra hasta miles de metros de profundidad, multiplican luego horizontalmente las terminaciones de la perforación y, cual ducha subterránea, envían por allí, a altísima presión, mezclas de hasta 30 millones de litros de agua, decenas de miles de litros de químicos y aditivos y centenares de toneladas de una “arena” especial llamada proppant, para romper (de ahí “fractura hidráulica”) la llamada Roca Madre y extraer, a través de esas grietas y conductos, hidrocarburos atrapados desde tiempos inmemoriales (los yacimientos suelen describirse por edad geológica: devónica, jurásica, cretácica, etc).

En plena crisis de las hipotecas, la de Damon/Butler parece una tarea fácil. Pero un veterano maestro de escuela y el apasionado ambientalista que interpreta Krasinski lideran la oposición de los lugareños en nombre de su ambiente, salud y modo de vida. Más que sumarse a lo que en EE.UU. se conoce como “fracktivism” (militancia contra el fracking), i) la película, dicen Damon y Krasinski, que también escribieron el guión, plantea el dilema de ciudadanos pobres y con escasas perspectivas que deben sopesar el dinero rápido que les ofrecen y la certeza de que su lugar en el mundo será irremediablemente dañado.

En la Argentina, el subsuelo no es propiedad de los particulares, sino de los estados provinciales. Pero, igual, ya hay movidas preventivas contra el fracking, la gran apuesta de la reestatizada YPF para revertir el creciente déficit que generó la política energéti-K. Por caso, el 21 de diciembre el consejo municipal de Cinco Saltos, Río Negro, prohibió la explotación de gas y petróleo no convencionales en el ejido municipal. Cinco Saltos, que sufrió la contaminación de la petroquímica INDUPA, se jacta ahora de ser “el primer municipio latinoamericano” en prohibir el fracking.

Pero, como en Estados Unidos, donde las petroleras suelen enjuiciar (y ganarles) a los municipios con el argumento de que no pueden prohibir lo que la constitución estadual autoriza, los esfuerzos locales difícilmente logren contrarrestar por sí solos una movida que impulsan el gobierno nacional, varios estados provinciales, las petroleras locales e internacionales e YPF, la empresa (de mayoría estatal, por otra parte) más grande del país.

Favorecida por el mandato gubernamental de acotar importaciones energéticas que en 2011 sumaron 9.363 millones de dólares y que en 2012 bordearán los 12.000 millones, la alianza pro-fracking se reflejó en la elección de Miguel Galuccio para presidir la reestatizada YPF. Ingeniero y con posgrado del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), Galuccio trabajó en Repsol ii) y alcanzó luego un alto cargo ejecutivo en Schlumberger, la segunda más grande empresa de servicios petroleros del mundo, sólo superada por Halliburton, de gran influencia durante los gobiernos Bush. iii)

Los hermanos sean unidos

Galuccio llegó a Cristina Fernández de Kirchner a través del gobernador entrerriano, Sergio Urribarri y de su hermano, Carlos Galuccio, ex titular y actual vicepresidente primero de la Unión Industrial de Entre Ríos, a la que llegó como socio de Luis Losi Hnos, una constructora. El ahora titular de YPF convenció a Urribarri no sólo del potencial del fracking, sino incluso de que Entre Ríos puede ser una potencia petrolera, gracias a la Cuenca Chaco-Paranaense.

Un artículo de Oilfield Review, una publicación técnica de Schlumberger, del otoño boreal de 2011 (cuando Galuccio era todavía ejecutivo de la compañía), dice que la cuenca Chaco-Paranaense es más extensa de Sudamérica, con un área de 1,3 millones de kilómetros cuadrados que abarca el litoral argentino, casi todo Paraguay y partes de Brasil, Uruguay y Bolivia. El informe dice que si bien la exploración ha sido escasa (150 perforaciones), la cuenta incluye la formación devónica Los Monos, que contiene “varios depósitos” y, en especial, la roca San Alfredo, situada a casi 3.700 metros de profundidad, con una “gruesa y monótona” capa de “riqueza orgánica”, de buena respuesta a “estimulación por fracking” y capaz de aumentar en más del 60 % las “reservas recuperables” de gas de la Argentina.

Urribarri fue el único gobernador que acompañó a Galuccio en el road-show que en septiembre pasado llevó al titular de YPF a Londres y Nueva York, donde acompañó a CFK a la entrevista con Rex Tillerson, CEO de ExxonMobil, la petrolera más grande del mundo iv). En esa misma gira, en una presentación de Galuccio ante el Council of the Americas, un foro fundado por Nelson Rockefeller para velar por los intereses de las empresas de EE.UU. en América Latina, Urribarri compartió mesa con Carlos Bulgheroni, de Panamerican Energy, Tomás Hess, el director de Asuntos Públicos de Exxon en la Argentina, y el ahora también petrolero Eduardo Eurnekian. Hizo buenas migas, al punto que en febrero próximo volverá a la sede neoyorquina del Council, como expositor e invitado especial del programa “gobernadores argentinos”.

Tanto entusiasmo oficial despertó las primeras sospechas y resistencias en la provincia con mayores reservas de agua dulce del país, asentada sobre el acuífero guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. De ahí, por ejemplo, el movimiento por un “Entre Ríos libre de fracking” v). La posibilidad de grandes hallazgos de gas y petróleo en el subsuelo provincial también entusiasma a gobernadores como Gildo Insfrán (Formosa) y Jorge Capitanich (Chaco).

Con todo, la apuesta más segura de recursos no convencionales siguen siendo las formaciones Vaca Muerta y Los Molles, ambas en Neuquén. No es causal que Jorge Sapag, el gobernador neuquino, sea el que más ha viajado a EE.UU. y el más entusiasta del fracking. El informe de Oilfield Review citado más arriba cita como principal evidencia de la riqueza de Vaca Muerta el alto porcentaje de “Carbono Orgánico Total” (COT) de la formación, su baja profundidad (en torno de los 2.500 metros, lo que abarata su explotación) y su altísima presión. Un observador del sector refirió a este cronista que exploraciones más recientes agregaron otro ingrediente favorable: el grosor de la capa principal. Son todas condiciones que brindan la cuasi-certeza de grandes reservas de hidrocarburos. El atractivo de la formación explica tanto la denuncia de Repsol, que el mismo día que el gobierno anunció la expropiación de sus acciones hasta completar la estatización del 51 % de YPF, difundió un documento en el que identifica a Vaca Muerta como “la causa del pillaje” vi), como la decisión de la estadounidense Chevron (la cuarta petrolera del mundo), de firmar un memorándum de entendimiento con YPF para invertir 1.000 millones de dólares y perforar un centenar de pozos en esa formación. Nota completa

Nota relacionada: "¿Fracking en la región sur de Río Negro?", por Elvio Mendioroz

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