Por Juan Gasparini *
Restos de peces y cadáveres de animales mayores suelen ser
frecuentes en las riberas del Atuel (y de su efluente, el Salado-Chadileuvú)
debidos al desecamiento del agua que llega muy esporádicamente. Cuando la
definitiva desaparición del río, en 1948, miles de ovejas murieron de sed,
amontonadas. Esa obligada pérdida de capital contribuyó a la emigración de
pobladores, que un poeta pampeano calificara de “diáspora saladina”
El despojo del tramo final del río Atuel en la zona
inmediata a la cabecera norte de la Patagonia argentina, fue cometido hace casi un
siglo por la provincia de Mendoza, perjudicando a su vecina, La Pampa. Ha provocado una
catástrofe ecológica, económica y cultural en un territorio de más de 30 mil km
cuadrados. El escándalo revela el drama de quienes carecen del “oro azul”, en
un planeta con el 70% de su superficie ocupada por agua, cuyo 97,5% es salada
y, desde luego, no apta para la gente, la agricultura y la ganadería. El caso
se relaciona con el derecho humano al agua potable consagrado por Naciones
Unidas en 2010.
El flagrante desvió del río Atuel llevado a cabo por la
provincia de Mendoza se concretó mediante un expolio de baja intensidad a lo
largo de varias décadas, cuyo último caudal entró en La Pampa hace 65 años. La falta
de irrigación ocasionada es un ejemplo de la desertificación por voluntad
humana que ha secado una suerte de Mesopotamia en los inhospitalarios confines
pampeanopatagónicos. Lentamente fue acabando con los humedales del Atuel en esa
provincia, que habían constituido un oasis para las etnias autóctonas
(tehuelches y mapuches) y para las corrientes criollas y migratorias
extranjeras que posteriormente transitaron y poblaron las orillas del complejo
fluvial. La tragedia por la privación del agua natural que brindaba la
naturaleza por conducto del Atuel, se consumó tras la Conquista del Desierto
en 1879, con la ocupación militar de La Pampa y la Patagonia, que selló el exterminio y el desplazamiento
de los indios.
El saqueo del citado río en La Pampa engendró la
desaparición de especies animales y vegetales, y el deterioro demográfico,
verificado en la emigración de su población hacia lugares más prósperos. Para
colmo la región se caracteriza por escasas lluvias, del orden de los 350 mm anuales de media, que
agravan las consecuentes sequías debidas al secuestro del río aguas arriba. La
involución del paisaje físico aumentó con el crecimiento y avance de los
médanos por los frecuentes y violentos vientos del sudoeste, generando las
condiciones para la propagación de bosques xerófilos en las antiguas áreas
húmedas.
Cabe recordar que el río Atuel nace en la alta cordillera de
los Andes y atraviesa transversalmente la provincia de Mendoza. Originalmente
penetraba después 170 km
en la provincia de La Pampa;
regaba un inmenso humedal de casi 300 kilómetros de
largo por un ancho variable, generalmente superior a 10 km, algo así como un
quinto de la superficie de Bélgica, para hacerse una idea comparativa. Nota completa
* Desde Ginebra
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