Por Carlos A. Vicente *
El debate sobre la
Ley de Medios en Argentina y sobre la democratización de los
medios de comunicación que está desarrollándose en América Latina debe servir
de experiencia y dar pie a un debate sobre otros espacios en el que el poder
corporativo se halla presente en nuestra sociedad y que, como en el caso de los
medios de comunicación, condiciona y coloniza nuestras vidas.
Por varios motivos, el cuestionamiento radical del poder
corporativo de las transnacionales del agronegocio debería ser el paso siguiente
en el camino de la democratización de nuestras vidas, con todo lo de
construcción autónoma y recuperación de soberanía que puede llevar aparejada.
En primer lugar porque la alimentación es un derecho básico
consagra
do por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos que resulta
central para poder avanzar con cualquier otra aspiración de transformación
hacia una sociedad más justa. Sin sujetos bien alimentados se limitan
enormemente las posibilidades de proyectar educación, salud, trabajo, participación
o creatividad para nuestro pueblo.
En segundo término, porque el poder del agronegocio fue el
que puso en jaque como nunca antes al Gobierno argentino en el año 2008, cuando
se aumentaron los montos de las retenciones a las exportaciones de granos. Y si
bien la cara visible de aquel embate fue la Mesa de Enlace *, no existen dudas de que esta
endeble mesa se sostiene en patas mucho más poderosas que son los pilares del
agronegocio en el mundo: por un lado, Monsanto y otras igualmente poderosas
corporaciones biotecnológicas y, por el otro, el “ABCD” del transporte global
de granos: ADM, Bunge, Cargill y Dreyfus.
Estos monopolios u oligopolios han determinado las políticas
públicas durante los últimos cincuenta años y el resultado está a la vista: las
falsas promesas de la “Revolución Verde” en los años ‘60 y de la “Revolución
Biotecnológica” en la década de los ‘90 han conducido en las últimas décadas a
la humanidad a una situación desastrosa: tenemos la friolera de casi mil
millones de personas pasando hambre.
Mención aparte merecen las consecuencias socio-ambientales
del modelo impuesto: la concentración de la tierra en pocas manos; el
desplazamiento violento de campesinos y pueblos originarios de sus tierras; el
avance de la frontera agrícola sobre nuestros últimos bosques nativos -que ha
costado en los últimos cinco años la pérdida de más de un millón de hectáreas
de los mismos; la destrucción de los suelos con un avance comprobado de la
desertificación de los suelos más ricos del planeta; la contaminación masiva de
los territorios y cientos de pueblos fumigados, que luego de luchar durante
años por justicia, han logrado llevar a juicio el año pasado a los autores de
las fumigaciones, que han sido débilmente condenados**. Todos estos son los
emergentes de un poder que, no por casualidad, es uno de los principales
aliados de las corporaciones mediáticas.
Pero las cifras de los monopolios están bien a la vista:
Monsanto controla el 90 % del mercado mundial de semillas transgénicas y el 27
% del mercado mundial de semillas y, junto con otras diez corporaciones, más
del 90 % del mercado mundial de agroquímicos, ligados indisolublemente al uso
de semillas transgénicas.
Por otro lado, las comercializadoras de granos ABCD, que
controlan el 90 % del comercio mundial de granos, han tenido un papel muy claro
en la financiarización de la comercialización de alimentos y se ha demostrado
claramente que en plena crisis alimentaria han especulado con los precios
incrementando de manera espectacular sus ganancias
Hoy que la
Mesa de Enlace está de vuelta y amenaza, se hace necesario
enfrentar las raíces del problema y avanzar en la democratización de nuestra
agricultura y nuestra alimentación. El camino ya tiene un nombre y contenido: la Soberanía Alimentaria.
Nuestros cuerpos, convertidos en sujetos si logramos recuperar poder entendido
como autonomía y organización, deben estar y pueden hacer frente a cualquier
corpo.
Notas
* La Mesa
de Enlace está integrada por Sociedad Rural Argentina (SRA), la Federación Agraria
Argentina (FAA), las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y CONINAGRO y se
conformó el 12 de marzo de 2008 para enfrentarse al establecimiento de las
retenciones móviles a los cultivos de soja, trigo y girasol.
** Madres del Barrio Ituzaingó Anexo, Córdoba.
* GRAINy Acción por la Biodiversidad
Nota relacionada: "La ley Monsanto": pronunciamiento de organizaciones
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