martes, mayo 14, 2013

“Famatina. Represión, periodismo y silencio oficial”, por Darío Aranda



Por Darío Aranda para 8300web

Represión contra quienes cuestionan la megaminería. El rol de los gobiernos. La complicidad (por acción u omisión) del periodismo. Corporaciones mineras y el intento de mejorar su imagen. El Borda y Famatina. ¿Represiones de primera y de segunda? El twitter presidencial que no fue. Y las preguntas sin respuesta.

Paula Ríos está en el suelo, caída y, frente a ella, de pie, un policía amenazante, arma en mano.

Sábado al mediodía. Famatina. La Rioja.

Paula Ríos cometió el delito de protestar contra la posible visita del gobernador Luis Beder Herrera, impulsor de la megaminería en la provincia.

Paula Ríos no fue la única víctima de la represión. Otras once personas recibieron balazos de goma, golpes policiales y piedrazos de militantes del PJ local y de supuestos empleados mineros.

“Antimineros provocaron disturbios en Famatina”, tituló el recuadro del diario Tiempo Argentino. Quince líneas con una versión alejada de la realidad: “Un nutrido grupo de ambientalistas y antimineros agredieron a militantes del Partido Justicialista (…) Algunos militantes actuaron en defensa propia y la policía intervino para que el hecho no pasara a mayores”.

El diario Tiempo Argentino no habló con Paula Ríos.

Sí lo hizo la FM Mirador, de Chilecito. “El policía me pateó la cabeza. Me pisó el hombro con su bota. Me puteó. Me dijo ‘levantate, vieja de mierda, o te cago matando’. Yo no podía pararme. Me levantó del cabello. Me puso el arma sobre el cuerpo. Y me dijo ‘esto no lo vas a volver a hacer nunca más, si te dejo viva date por dichosa’. Me puso el arma en la cabeza”.

Paula pensó que la mataban. Le pidió a Dios. Pensó en sus hijos.

El policía no la mató. Sí le dio cinco balazos de goma en la espalda y uno en la pierna. “Si te encuentro, te cago matando”, la amenazó.

El relato eriza la piel.
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“La crisis causó dos nuevas muertes”. Tituló el diario Clarín del 27 de junio de 2002, referido al asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

No fue la Policía, ni la Prefectura, ni el gobierno de Eduardo Duhalde. Fue la “crisis”.

   En facultades de periodismo se lo enseña como ejemplo del antiperiodismo. Y Clarín hizo claros méritos para ser el antiejemplo.

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El 23 de noviembre de 2010, la Policía de Formosa reprimió a la comunidad qom La Primavera. Asesinaron al qom Roberto López y al policía Eber Falcón, veinte heridos y una decena de casas incendiadas (por la propia policía).

Los medios de comunicación alineados con el Gobierno Nacional enfocaron inicialmente la represión como un enfrentamiento (lo mismo habían hechos medios cercanos a Duhalde en la masacre de Avellaneda). Cuando la realidad ya no se pudo esconder, apuntaron como único responsable político al gobernador Gildo Insfrán. Ese fue el límite. Muy rara vez esos medios apuntaron a la complicidad del Gobierno Nacional con las políticas de Insfrán.

Los grandes medios que actúan como oposición política (sobre todo luego de la Resolución 125) apuntaron desde un primer momento a la alianza Insfrán-Cristina Fernández de Kirchner. Dejaron en evidencia a la estructura del Estado Nacional, siempre en apoyo a Insfrán, siempre en contra de la comunidad qom. Clarín y La Nación, por mencionar dos de los medios emblemáticos, nunca citaron el fondo de la represión que se da contra campesinos e indígenas: el modelo agropecuario, que avanza con soja, ganadería, desmontes, contaminación, desalojos y violencia.

El periodismo ya no es importante por lo que dice, sino por lo que oculta. Nota completa


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