Por Darío Aranda para 8300web
Represión contra quienes cuestionan la megaminería. El rol
de los gobiernos. La complicidad (por acción u omisión) del periodismo.
Corporaciones mineras y el intento de mejorar su imagen. El Borda y Famatina.
¿Represiones de primera y de segunda? El twitter presidencial que no fue. Y las
preguntas sin respuesta.
Paula Ríos está en el suelo, caída y, frente a ella, de pie,
un policía amenazante, arma en mano.
Sábado al mediodía. Famatina. La Rioja.
Paula Ríos cometió el delito de protestar contra la posible
visita del gobernador Luis Beder Herrera, impulsor de la megaminería en la
provincia.
Paula Ríos no fue la única víctima de la represión. Otras
once personas recibieron balazos de goma, golpes policiales y piedrazos de
militantes del PJ local y de supuestos empleados mineros.
“Antimineros provocaron disturbios en Famatina”, tituló el
recuadro del diario Tiempo Argentino. Quince líneas con una versión alejada de
la realidad: “Un nutrido grupo de ambientalistas y antimineros agredieron a
militantes del Partido Justicialista (…) Algunos militantes actuaron en defensa
propia y la policía intervino para que el hecho no pasara a mayores”.
El diario Tiempo Argentino no habló con Paula Ríos.
Sí lo hizo la
FM Mirador, de Chilecito. “El policía me pateó la cabeza. Me
pisó el hombro con su bota. Me puteó. Me dijo ‘levantate, vieja de mierda, o te
cago matando’. Yo no podía pararme. Me levantó del cabello. Me puso el arma
sobre el cuerpo. Y me dijo ‘esto no lo vas a volver a hacer nunca más, si te
dejo viva date por dichosa’. Me puso el arma en la cabeza”.
Paula pensó que la mataban. Le pidió a Dios. Pensó en sus
hijos.
El policía no la mató. Sí le dio cinco balazos de goma en la
espalda y uno en la pierna. “Si te encuentro, te cago matando”, la amenazó.
El relato eriza la piel.
—–
“La crisis causó dos nuevas muertes”. Tituló el diario
Clarín del 27 de junio de 2002, referido al asesinato de Darío Santillán y
Maximiliano Kosteki.
No fue la
Policía, ni la
Prefectura, ni el gobierno de Eduardo Duhalde. Fue la
“crisis”.
En facultades de
periodismo se lo enseña como ejemplo del antiperiodismo. Y Clarín hizo claros
méritos para ser el antiejemplo.
—–
El 23 de noviembre de 2010, la Policía de Formosa
reprimió a la comunidad qom La Primavera. Asesinaron al qom Roberto López y al
policía Eber Falcón, veinte heridos y una decena de casas incendiadas (por la
propia policía).
Los medios de comunicación alineados con el Gobierno
Nacional enfocaron inicialmente la represión como un enfrentamiento (lo mismo
habían hechos medios cercanos a Duhalde en la masacre de Avellaneda). Cuando la
realidad ya no se pudo esconder, apuntaron como único responsable político al
gobernador Gildo Insfrán. Ese fue el límite. Muy rara vez esos medios apuntaron
a la complicidad del Gobierno Nacional con las políticas de Insfrán.
Los grandes medios que actúan como oposición política (sobre
todo luego de la Resolución
125) apuntaron desde un primer momento a la alianza Insfrán-Cristina Fernández
de Kirchner. Dejaron en evidencia a la estructura del Estado Nacional, siempre
en apoyo a Insfrán, siempre en contra de la comunidad qom. Clarín y La Nación, por mencionar dos
de los medios emblemáticos, nunca citaron el fondo de la represión que se da
contra campesinos e indígenas: el modelo agropecuario, que avanza con soja,
ganadería, desmontes, contaminación, desalojos y violencia.
El periodismo ya no es importante por lo que dice, sino por
lo que oculta. Nota completa
Nota relacionada: Represión en Famatina: La guerra contra la sociedad
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