Por Humberto Kadomoto *
El arte de separar los hechos de las
interpretaciones
Ponemos la radio o la tele y
pretendemos escuchar lo que realmente ha sucedido. De esa forma nos sentimos
“primeros espectadores” de los acontecimientos diarios de nuestra localidad.
Ante este punto pretendemos que el periodista nos cuente, nos relate y nos
muestre, todos los detalles posibles de
los sucesos, y le exigimos que no nos
oculte ni tergiverse los acontecimientos.
Luego de escuchar y ver lo que nos muestra,
estamos dispuestos a que el periodista realice “SU INTERPRETACION” de lo que
sucedió.
Ese es un punto fundamental por el
cual uno elige el medio que ve o escucha. La INTERPRETACION que
el comunicador le otorga a los hechos nos permite dilucidar SU TENDENCIA.
Y a partir de aquí, creo que existe una línea divisoria:
Están aquellos comunicadores que
pretenden que el oyente pueda decidir por si mismo mediante la mayor
información posible que el mismo le haya brindado. Sus interpretaciones inducen
a que el OYENTE entienda que puede decidir su forma de actuar desde “su
libertad”. Claro está que también pretendemos que este tipo de comunicadores
exprese abiertamente sus coincidencias o no con la noticia, que informe sobre
acontecimientos similares, sus características, datos estadísticos
relacionados, etc. En general los
OYENTES utilizan a estos periodistas como “parte” de las decisiones que toman y
de las opiniones que vierten. La sociedad los reconoce como un “servidor
público”.
Y está “EL OTRO” tipo de
comunicador, que pretende que TODOS LOS
OYENTES piensen como EL.
“EL OTRO”, por así denominarlo, están
muy lejos de desear en el OYENTE la libre decisión, basada en el conocimiento
de la realidad. Por el contrario intenta “moldear” las entrevistas, sugerir
respuestas a los entrevistados, flexibilizar los acontecimientos, minimizarlos,
maximizarlos, e incluso ocultarlos, para
que en definitiva se “acomoden” a su posicionamiento ideológico. Tamiza las
entrevistas, parcializa las preguntas de los OYENTES, y en definitiva solo
alienta intereses sectoriales y personales.
“EL OTRO” mezclará su condición
personal y la publicidad con los contenidos del informativo. No le importará
que los favores que reciba personalmente, silencien al medio donde trabaja.
Intentará “vender” al mejor postor la política editorial.
“EL OTRO” convertirá la información
en propaganda. Quien paute publicidad tendrá injerencia en las noticias. El
medio para el cual trabaje “EL OTRO” tendrá noticias pagadas.
“EL OTRO” venderá su libertad
periodística, y por lo tanto se alejará definitivamente de la verdad.
“EL OTRO” intentará que los OYENTES
tomen su sesgada opinión con si fuese la información.
“EL OTRO” olvidará que, si bien ningún comunicador resulta ser
totalmente objetivo, todos los periodistas deben ser HONESTOS.
¿Y los OYENTES???
Luego de varios años de democracia
los OYENTES en su mayoría han sabido separar la INFORMACION de la OPINION. Pueden
escuchar perfectamente el programa de “EL OTRO” y luego disentir abiertamente
con sus OPINIONES, con su IDEOLOGIA e incluso con SU PROPUESTAS. Muchos oyentes
charlan entre ellos acerca de las diferencias que tiene con “EL OTRO”, e
incluso justifican sus OPINIONES desde el punto de vista económico.
Si a esta altura de esta pesada nota
de OPINION, usted no entendió bien, citaré dos ejemplos:
Si un comunicador independiente se
muestra como acérrimo defensor de una empresa y luego se comprueba que era
“empleado” de esa misma empresa, y por lo tanto cobraba buenas sumas de dinero
por “informar” acerca de esa empresa , ese comunicador entra dentro de la
categoría “EL OTRO”.
Si un periodista trató de asesinos,
delincuentes, y chorros durante muchos años a un grupo monopólico de la
información, y luego pasa a ser el mejor aliado y a defender a los mismos
intereses y personas que criticó, a
cambio de suculentas sumas de dinero por mes,
ese comunicador entra dentro de la categoría “EL OTRO”.
El periodismo tiene un gran poder.
Puede INFORMAR Y COMUNICAR, puede minimizar, exagerar, subir y bajar
presidentes. Puede incluso hasta
hacernos creer que la realidad no es lo que sucede.
De nosotros depende.
* DNI 17.823.940
Nota relacionada: El minerito mentiroso”, por Humberto Kadomoto
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