Enviado por Néstor Almagro
Por Daniel Malnatti
Especial para LANACION.com
La ciencia reñida con la conciencia, es igual a la ignorancia abrazada al poder de turno, parecen pero no son.
El "Reino de la Plata", una leyenda que prometía al valiente riqueza fácil en metales preciosos, atrajo en 1536 a don Pedro de Mendoza hasta estas costas. Aquí, el Conquistador; paró, miró y fundó la ciudad de Santa María de los Buenos Aires.
Pero los indios querandíes se resistieron y hubo que esperar hasta 1580 para que Juan de Garay fundara la ciudad en forma definitiva.
Sin embargo, toda esta historia no es tan reveladora como la inicial leyenda que da cuenta que quien creó la ciudad de Buenos Aires... lo hizo sólo por la plata.
En la actualidad asistimos a una silenciosa segunda conquista. La ley minera sancionada durante la presidencia de Carlos Menem ofrece al inversor todas las garantías que en su tiempo no gozó el pobre Mendoza.
Los beneficios impositivos de quienes incursionan en esta industria son fenomenales. Por ejemplo, no pagan retenciones, ni impuesto al gasoil, ni están obligados a liquidar sus divisas en el país.
En octubre del año pasado empezó a funcionar la mina de Veladero en San Juan. Piensan generar 7000 millones de dólares en oro en los próximos 17 años
También se les permite importar maquinaria sin pagar derechos de importación y tiene importantes beneficios en el cómputo del impuesto a las ganancias.
Como contraprestación, a cambio de tanta comprensión impositiva y de las toneladas de oro y otros metales que se llevan, los inversores están obligados a pagar regalías a las provincias. No es mucho, apenas un 3 por ciento del valor del metal extraído.
Eso sí, cuando la exportación se hace por puertos patagónicos, la ley establece que el estado debe reintegrarles el 5 por ciento. La cuenta es fácil: si pagan 3 y reciben 5, ganan un 2 por ciento, por llevarse los metales. Negocio redondo.
Pero sería injusto decir que se llevan todo y no dejan nada. Porque aún siglos después de la partida de estas multinacionales un importante legado va a quedar entre todos nosotros por siglos y siglos: la contaminación.
La extracción del oro con cianuro, la voladura de montañas enteras con dinamita, el depósito de los químicos en gigantescos basureros al aire libre, son parte de un sistema de explotación que contamina el aire y el agua de las zonas vecinas a las minas.
En octubre del año pasado empezó a funcionar la mina de Veladero en San Juan. Piensan generar 7000 millones de dólares en oro en los próximos 17 años. El método elegido para la extracción del metal incluye el uso de un controversial químico: el cianuro.
Los impulsores de un proyecto vecino, Pascua Lama -ubicado entre San Juan y Chile- llegaron hasta el punto de pretender trasladar tres glaciares enteros.
Pero todavía no está dicha la última palabra. En Esquel, por ejemplo, la movilización popular obligó a un plebiscito con el que por ahora se frenó la instalación de la mina El Desquite
La mina Bajo de la Alumbrera en Catamarca es una de las más grandes del mundo. Utiliza 100 mil millones de litros de agua al día y -según los ambientalistas de la provincia- estaría consumiendo el acuífero que nutre a los agricultores de la zona quienes, debido a la sequía, ya están abandonando sus tierras.
Pero la amenaza en Catamarca es aún mayor. El proyecto Agua Rica es un emprendimiento vecino a la mina Bajo de la Alumbrera, pero tres veces más grande. Para imaginar su magnitud sólo hay que recordar que la Alumbrera es el mayor consumidor de electricidad del país y que por mes utiliza la misma cantidad de dinamita que consume el país entero en todo un año.
Pero todavía no está dicha la última palabra. En Esquel, por ejemplo, la movilización popular obligó a un plebiscito con el que por ahora se frenó la instalación de la mina El Desquite. Y las esperanzas son aún mayores a la luz del despertar de la conciencia ambiental que sopla desde Gualeguaychú.
viernes, noviembre 17, 2006
Minería de oro: La Segunda Conquista
Etiquetas:
El País
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