Por Fundación Vida SilvestreSanta Fe, marzo de 2007. El 22 de marzo se celebra el día internacional del agua.
A nivel mundial, miles de personas carecen de agua para consumo y otras tantas mueren afectadas por enfermedades asociadas con la falta y la contaminación de este recurso. Por estos motivos, desde 1993 se declaró el día internacional del agua con el objetivo de originar actividades concretas relacionadas con la conservación de los recursos hídricos.
Sin embargo, en muchas zonas de nuestro país el problema no es la falta de agua potable, sino el mal manejo de los recursos hídricos.
Por ejemplo, la Argentina posee en los Bajos Submeridionales del norte santafesino uno de los humedales más importantes del Gran Chaco Americano, que constituye un enorme reservorio de agua dulce. Sin embargo, desde hace años se están implementando allí una serie de obras de canalización, destinadas a eliminar el agua. Este recurso, que antes se encontraba contenido en numerosos esteros, bañados y lagunas, ahora es dirigido a su principal colector: el río Salado. Las consecuencias de estas obras afectan directamente a la población local y las actividades económicas. También afectan indirectamente a las poblaciones aguas abajo, que reciben los excesos.
¿Qué está pasando con el agua de los Bajos Submeridionales?
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) considera que es “un desafío clave del futuro el manejo sustentable, eficiente y equitativo de las escasas reservas hídricas”. En el marco del Día Mundial del Agua, este organismo lanzó para este año la consigna “Afrontar la escasez de agua” porque, según la proyección más negativa, en 2050 unos 7000 millones de personas en 60 países sufrirán la falta de este recurso.
Cabe preguntarse cuál es la relación entre esta consigna y la realidad de los Bajos Submeridionales, considerados como un ambiente cuyo rasgo particular es justamente la presencia de agua. Según los mismos pobladores y técnicos conocedores de la zona, uno de los problemas es el escurrimiento del agua por las obras de canalización implementadas por el gobierno de Santa Fe. Estas canalizaciones provocan un cada vez más pronunciado déficit hídrico, debido a que los canales no sólo extraen agua superficial y subterránea de los campos cuando las lluvias son abundantes, sino que también se la llevan cuando escasea.
Estos canales de desagüe, construidos a causa de una creciente actividad agrícola y de las intensas inundaciones que históricamente afectaron al área, han expuesto a los Bajos a una situación de alta inestabilidad y de cambios difícilmente reversibles, que tienden - a corto plazo - a complejizar la situación. Las obras hidráulicas pusieron en marcha procesos de reacción en cadena que terminan, en definitiva, salinizando, lavando y degradando los suelos, y, en consecuencia, provocando la pérdida de aptitud productiva. Así, en los últimos años no sólo se generaron pérdidas económicas, debido a la disminución de recursos relacionados con la ganadería, sino que empeoró sustancialmente la calidad de vida de los pobladores locales. El impacto en la población de los Bajos es evidente si uno recorre los campos: una gran parte de sus habitantes sufre la falta de agua potable para el consumo humano.
¿Cómo afrontar este desafío?
Frente a este panorama alarmante, dos organizaciones de amplia trayectoria en desarrollo rural y conservación decidieron asociarse para buscar soluciones integradoras a la problemática de los Bajos Submeridionales. Así, desde comienzos del año 2006 FUNDAPAZ y la Fundación Vida Silvestre Argentina se embarcaron en un proyecto apoyado técnica y financieramente por la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Fundación Ecología y Desarrollo, de Zaragoza. Esta iniciativa tiene por objetivo implementar acciones de manejo sustentable y de conservación de los recursos naturales para mejorar la calidad de vida de los pobladores de la zona.
A otra escala, también se ha comenzado a trabajar apoyando a un pequeño grupo de productores ganaderos para generar una experiencia piloto de manejo del agua con fines productivos, que brinde una alternativa a las prácticas más corrientes y que fomente la participación de diversos sectores afectados en la búsqueda de soluciones. En esta experiencia, que actualmente está en su fase inicial, se hará hincapié en la necesidad de trabajar mancomunadamente, manejando el agua y los recursos asociados “más allá de las tranqueras del campo propio”.




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