Por Fundación Vida Silvestre Argentina
Las matanzas aberrantes que se venían observando en los últimos años, abatiendo miles de cauquenes o avutardas, se han interrumpido. El Gobierno bonaerense tomó una decisión histórica. Tal vez sea la última oportunidad para que estos gansos salvajes puedan recuperarse.
Dirección de Contralor y Uso de los Recursos Naturales de la Provincia de Buenos Aires acaba de dictar la Disposición 83/2007 que interrumpe la habilitación de caza de Cauquenes (Chloephaga poliocephala y C. picta) en varios de los partidos bonaerenses. Esta medida es histórica y marca un cambio de rumbo hacia lo que parecía un camino a la extinción de las avutardas o cauquenes argentinos.
La FVSA, junto con muchas otras organizaciones, venían percibiendo y manifestando su preocupación ante el desmedido incremento de la caza de estas aves en nuestro país. Y, paralelamente, una notoria disminución de sus poblaciones. En particular, las del amenazado cauquén de cabeza colorada (Ch. rubidiceps). Desde hace mucho se han ignorado los estudios de especialistas del INTA sobre los daños reales de los cauquenes o avutardas a los cultivos, los que destruyen el mito que estas aves son una plaga. “Debido a ello, se sostuvo y permitió hasta ahora una política de caza casi plaguicida, impensable en un país que apunta a administrar racionalmente sus recursos naturales”, aseguró Claudio Bertonatti, Director de Comunicación y Educación de la entidad.
Vida Silvestre no se opone a la caza cuando se basa en estudios científicos que aseguren que las poblacionales de las especies silvestres autóctonas no corren peligro con esa actividad. Pero, en este caso las tendencias poblacionales muestran signos preocupantes de declinación. Por otra parte, es oportuno revisar varios aspectos de la caza en la Argentina, como el uso de municiones con plomo. Bastaría recordar que se han citado descargas cercanas a los 100.000 cartuchos por temporada para una sola localidad. Esto implica que –año a año- se eleven los niveles de contaminación en distintos ecosistemas y en particular en los acuáticos, con el potencial riesgo de saturnismo para las poblaciones de la fauna e, incluso, humanas. Por esta razón, en otros países su fabricación está prohibida y sería oportuno invitar a los fabricantes de estos productos a realizar una innovación tecnológica.
Sin duda, este es un duro golpe para los operadores de caza irracional, que hasta ahora promovían tours para que cazadores extranjeros pudieran abatir decenas y hasta cientos de cauquenes sólo para tomarse fotos con las montañas de aves muertas.
Las matanzas aberrantes que se venían observando en los últimos años, abatiendo miles de cauquenes o avutardas, se han interrumpido. El Gobierno bonaerense tomó una decisión histórica. Tal vez sea la última oportunidad para que estos gansos salvajes puedan recuperarse.
Dirección de Contralor y Uso de los Recursos Naturales de la Provincia de Buenos Aires acaba de dictar la Disposición 83/2007 que interrumpe la habilitación de caza de Cauquenes (Chloephaga poliocephala y C. picta) en varios de los partidos bonaerenses. Esta medida es histórica y marca un cambio de rumbo hacia lo que parecía un camino a la extinción de las avutardas o cauquenes argentinos.
La FVSA, junto con muchas otras organizaciones, venían percibiendo y manifestando su preocupación ante el desmedido incremento de la caza de estas aves en nuestro país. Y, paralelamente, una notoria disminución de sus poblaciones. En particular, las del amenazado cauquén de cabeza colorada (Ch. rubidiceps). Desde hace mucho se han ignorado los estudios de especialistas del INTA sobre los daños reales de los cauquenes o avutardas a los cultivos, los que destruyen el mito que estas aves son una plaga. “Debido a ello, se sostuvo y permitió hasta ahora una política de caza casi plaguicida, impensable en un país que apunta a administrar racionalmente sus recursos naturales”, aseguró Claudio Bertonatti, Director de Comunicación y Educación de la entidad.
Vida Silvestre no se opone a la caza cuando se basa en estudios científicos que aseguren que las poblacionales de las especies silvestres autóctonas no corren peligro con esa actividad. Pero, en este caso las tendencias poblacionales muestran signos preocupantes de declinación. Por otra parte, es oportuno revisar varios aspectos de la caza en la Argentina, como el uso de municiones con plomo. Bastaría recordar que se han citado descargas cercanas a los 100.000 cartuchos por temporada para una sola localidad. Esto implica que –año a año- se eleven los niveles de contaminación en distintos ecosistemas y en particular en los acuáticos, con el potencial riesgo de saturnismo para las poblaciones de la fauna e, incluso, humanas. Por esta razón, en otros países su fabricación está prohibida y sería oportuno invitar a los fabricantes de estos productos a realizar una innovación tecnológica.
Sin duda, este es un duro golpe para los operadores de caza irracional, que hasta ahora promovían tours para que cazadores extranjeros pudieran abatir decenas y hasta cientos de cauquenes sólo para tomarse fotos con las montañas de aves muertas.
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