martes, junio 12, 2007

Las razones de un triunfo: Rumbo al ballottage en Capital Federal

Enviado por Juan María Escobar

Por Hugo Presman

El rotundo triunfo de Mauricio Macri en las elecciones del 3 de junio sólo pudo sorprender a los que reemplazan sus deseos por la realidad. Hay diferentes causas concurrentes para explicar el motivo por los cuales la ciudad portuaria y cosmopolita, veleidosa y volátil, ha sido generalmente esquiva a todo lo que huela a populismo, como ayer lo fue al irigoyenismo y al peronismo.

Las causas de una victoria

Hay una razón estructural que conviene bucearla en las tumultuosas e históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001. El 18 y 19, los sectores excluidos e indigentes del conurbano con la instigación de algunos intendentes asaltaron supermercados. Sobre una crudísima realidad algunos bidones de nafta se arrojaron al incipiente incendio.

Eran las víctimas más patéticas del modelo de rentabilidad financiera cuya implosión derrumbó una de sus vigas maestras que era la convertibilidad. El 19 a la noche, cuando Fernando de la Rúa decretó el estado de sitio, miles y miles de porteños de clase media, beneficiarios, cómplices y finalmente víctimas abandonaron sus casas, después de recoger algunas ollas de la cocina, se lanzaron a las calles. El gobierno de la Alianza se había disuelto entre la cobardía y la inoperancia. Los miles de pies caminando por las calles de la derrumbada capital, colocarían una bisagra en la historia argentina. Se caía estrepitosamente la idea de la prosperidad colonial, de la esclavitud como una forma de libertad, de la indignidad de las relaciones carnales. Se atacaba a los bancos que habían sido las catedrales de la religión del mercado. Se denostaba a las privatizadas, y se lamentaba de la ausencia de un Estado, que en los años de irracionalidad se había descuartizado con alegría ante la pasividad y la indiferencia generalizada.

Ese mensaje fue recogido, primero con timidez durante el gobierno de Duhalde y luego con más intensidad con la asunción de Néstor Kirchner. En muchos casos con un cambio de discurso y en otros con la adecuación de los hechos a las palabras.

Pero este hecho histórico, se hacía desde la antipolítica, del denuesto generalizado a los que hasta entonces habían tenido distintos grados de responsabilidad. A diferencia del 17 de octubre de 1945, o del 29 de mayo de 1969, donde se reivindicaba la política como el instrumento de transformación de las sociedades, los idus de diciembre se hacia desde y en contra de la política. Y eso estableció significativos límites. El 17 de octubre rescató a Perón y lo catapultó a la Presidencia. El Cordobazo no se hizo en nombre de Perón, pero la confluencia de obreros y estudiantes crearían las condiciones para el retorno del caudillo exiliado. Los días de diciembre, en sus aspectos negativos, en su demolición de la política, permitieron que Menem y López Murphy obtuvieran, dos años más tarde, en primera vuelta, el 41% de los votos, justamente las caras que representaban la ejecución de la entrega y la devastación, y el otro, uno de los mentores intelectuales de lo que se denostaba.

Luego, si el ballottage frustrado se hubiera producido, el rechazo a ese pasado inmediato hubiera sido contundente, como una forma de introducir en las urnas los pies que tomaron las calles. Ahí estaba lo transformador de los idus de diciembre.

En cambio, el segundo discurso se asentaba en el concepto que la política debía ser reemplazada por la gestión, la ideología suprimida en aras de la administración. Los que reaccionaban contra las consecuencias de la implementación superlativa del neoliberalismo, adoptaban una de las premisas neoliberales, aquella que se presentaba como la superación de lo existente, como el fin de las ideologías.

El neoliberalismo no se veía a si mismo como una ideología, sino como el sistema superador de todas las ideologías, basado en el mercado, la competencia, la eficiencia, la gestión.

Todo lo que viniera de la política era considerado corrupto. Todo lo que llegara por afuera, ya sea del campo empresarial o deportivo, era considerado positivo y superador.

En el pensamiento disgregado, no se asocia que para que haya un funcionario o político corrupto que se lleve el 10 o el 15% de un negocio, hay grupos económicos con figuras de empresarios que se quedan con la torta que aquella coima facilita.

Y sobre esta base, se asienta la estructura fundacional del macrismo, continuación aggiornada en el discurso y en sus máximos referentes del menemismo. Y más atrás de la dictadura criminal, a cuyo intendente capitalino, el Brigadier Cacciatore, el hijo de Franco elogia sin pudor.

Se considera a la gestión como algo al margen de la ideología. Y sobre la base de su “gestión” en Boca y su condición de empresario, las dos condiciones del segundo mensaje del 19 y 20 de abril se erige el macrismo. Los publicistas diseñaron el discurso, la estrategia, y convirtieron algo tan viejo y politizado como un representante del establishment en algo joven y nuevo.

El otro motivo es el fracaso relativo de los llamados gobiernos progresistas. Hay indudables hechos para rescatar y valorar, pero la distancia entre las expectativas que crearon y los hechos que concretaron abrieron un amplio campo para el escepticismo y la crítica. Además no desarticularon las mafias, las contrataciones oscuras, el amiguismo, mantuvieron o incrementaron la convivencia de los enormes desniveles sociales, lo que en la página bizarra del encuestador Artemio López denomina el ladriprogresismo.

El tercer factor fue el grosero error del gobierno de dividir la misma base social por causas no precisamente ideológicas, sino por las internas en el gobierno entre Alberto Fernández y Julio De Vido, y por las relativas muestras de independencia dadas por Jorge Telerman. A eso se suma la nariz de Cleopatra representada en este caso en cuestiones de alcoba y el desplazamiento de Aníbal Ibarra en una posible complicidad entre el entonces vicejefe de gobierno y el bloque mayoritario que responde a Mauricio Macri.

Un triunfo contundente

Macri triunfó, igual que en las legislativas del 2005, en todos los barrios de la Capital.

Eso demuestra que ha logrado asociar a los sectores se mayores y menores ingresos como lo hizo al menemismo con el aditamento de franjas más numerosas de clase media.

Junto con una hábil campaña publicitaria aprovechó la disputa feroz entre Filmus y Telerman, planteando la idea que a las disputas y el conflicto opone las propuestas.

Conviene señalar que las llamadas propuestas son, por lo general, una mera manifestación de buenos deseos.

Su imagen acerca de la seguridad vinculada al orden y la represión del delito quedó instalada en la conciencia colectiva a pesar que a través de algunos de sus operadores más importantes flexibilizó ese discurso diluyéndolo con el de sus adversarios haciendo hincapié en la inclusión, la educación, la salud y el trabajo. La idea clara era decorar su imagen con algunas consignas alejadas de su arsenal, hacerla más potable en los segmentos que votaban a sus adversarios. Así sumó a aquellos “progres” que pueden enarbolar en el café un discurso a la izquierda del Che Guevara, pero que cuando un mozo tarda en traerle el café, son capaces de volverse irascibles y solicitar el despido del empleado. Son el voto vergonzante que le aportó alrededor de un 4%.

Habiendo votado Macri sistemáticamente desde 1983 por todos los candidatos que prometían y ejecutaron la jibarización del Estado, el haber formado parte de la patria contratista que lo transformó en gordo y anémico, pudo, no obstante, lamentarse en forma creciente del dolor que le causaba el Estado ausente.

La idea de “menos palabras y más hechos” quedó vinculada al Presidente de Boca, el mismo que como legislador fue una nulidad prepositiva y un ausente pertinaz a su trabajo, un ñoqui de esos sobre los cuales se descargaba la ira popular en el 2002 y 2003.

Su gestión como Presidente de Boca está surcada por un aparente orden, los éxitos deportivos, su autoritarismo, el desplazamiento de los que empalidecen su imagen como el exitoso Carlos Bianchi, negocios poco claros, un sesgo elitista, las populares convertidas en plateas a precios alejados de los bolsillos populares, las reelecciones reiteradas, la obligación de tener un patrimonio considerable para desempeñar un cargo de directivo.

Pero el macrismo además de una ajustada campaña publicitaria le agregó algunas tareas militantes muy meritorias, como el tocar timbres en los barrios y explicar sus consignas que parten, muchas de ellas, de los profundos prejuicios que anidan en diferentes estratos de la sociedad porteña.

Como broche final, designó a una vicejefa de mucha mejor formación y cintura que el heredero de Socma, hemipléjica y en silla de ruedas. Gabriela Michetti intenta aportar calidez y argumentos a una versión maquillada de los noventa. Michetti es el fotoshop del macrismo. Pero como el sistema de computación mejora la fotografía pero no cambia la realidad de lo fotografiado. Y en última instancia Gabriela Michetti es, con mayor nivel, Mauricio Macri con polleras. Y posiblemente, más temprano que tarde, seguirá la suerte de Carlos Bianchi.

Daniel Filmus ¿Éxito o fracaso?

Cuando se lo eligió para derrocar a Telerman, Daniel Filmus era casi un desconocido( De ahí el cartel: “ Si Ud. lo conoce, lo vota”), con apenas el 4% de intención de votos, obteniendo el 24 % el 3 de junio. Desde ese punto es un éxito, para lo cual el gobierno echó el resto y realizó una campaña de demolición de Jorge Telerman. Pero nadie obligó al gobierno a elegir un candidato poco conocido. Por lo tanto pareció desmesurado el festejo de una derrota por goleada, nada menos que por 22 puntos. Si alguien le sacaba el sonido al televisor, y observaba la euforia de los festejos podía concluir que el que sacó el 46% era el candidato oficial. Ahí pudo patentizarse como la patética lucha familiar fue determinante para el categórico triunfo del candidato del PRO, que al sacar semejante diferencia hace improbable la reversión del resultado final. El gobierno apuntó a la derrota de Telerman, pero especialmente de Carrió, a quien considera su principal adversaria. Tal vez desecharon la idea que la principal enemiga de Carrió es ella misma, con sus desvaríos apocalípticos y sus adjetivaciones en superlativo.

Desde el resultado final, lo de Filmus, apenas 3 puntos más que los obtenidos por Rafael Bielsa y que le costó a este el exilio de la cercanía santacruceña, es un fracaso. Si se lo ve desde el punto de partida, como lo hace el gobierno, y la aplastante derrota infringida a Carrió, el principal objetivo, puede entenderse la sensación de triunfo gubernamental.

Opiniones

“Blindado en su “Yo no agredo a nadie”, Macri sonríe. Su situación es inmejorable. Cualquier dardo pesado será devuelto con ese latiguillo. Esto en cristiano se llama hacerse el boludo, pero la escaramuza está bastante bien armada, y cuando la gente no quiere ver lo que tiene delante, porque es horrible y prefiere tomar a algún personaje de la realidad como un molde en el que hornear sus ilusiones, lo demás sigue solo. Macri no arremete de palabra, pero agredió de hecho a millones de personas, porque succionó del Estado. Porque pervirtió lo colectivo en beneficio propio. Tomando nota de eso ¿ como va a querer Macri hablar de ideología? Lo raro es que haya tanta gente detenida en el árbol, cuando sólo un poco más atrás está el bosque, y en él, una emboscada” Periodista Sandra Russo

“ El cambio de Macri fue acentuar una identificación con la antipolítico, adecuándose al sentido común imperante neoliberal, y acentuar el fetiche de que la política no es conflicto, no es confrontación, sino un mundo de empleadores que emplean empleados que trabajan” Sociólogo Nicolás Casullo

“La campaña ( de Macri) es edulcorada y no construye enemigos en su discurso. Ninguno es enemigo: ni el cartonero, ni el piquetero. Ese es el aggiornamiento que ha hecho y esa es la destrucción de lo político, donde hay adversarios y se compite con ellos. Compite sin competir. No quiere decir contra qué está: es el discurso de la publicidad. No está contra nadie, como las campañas publicitarias: se muestra al servicio de quien compra el producto” Raúl Barreiros, semiólogo

“ Macri paradójicamente tuvo mucho menos que ver con la década del noventa , que el propio Kirchner” Mariano Grondona

“ Imaginar las consecuencias de una victoria de Macri no es agradable, pero puede evitar sorpresas peores. Una nueva Gran Esperanza Blanca quedaría instalada en el centro de la escena nacional, desde donde irradiaría hacia el resto del país, en especial Buenos Aires y Córdoba, donde los candidatos que piensa sostener el kirchnerismo pegarían una ágil pirueta en el momento oportuno. Se advierte mejor así el potencial destructivo de la carencia de desarrollo político propio del gobierno nacional, la tarea a la que Kirchner dice que se dedicará cuando deje la presidencia. En torno de Macri se reagrupan ya los sectores desplazados del menemismo y el duhaldismo” Horacio Verbitsky

Rumbo al ballottage

Como lo adelantamos en la nota anterior a las elecciones, “Entre el fracaso y “la gestión”, rápidamente Mauricio pasó a ser Macri. El presidente nacionalizó la campaña y sacó a relucir la vinculación de Macri con los noventa. Lo cual es indudablemente cierto, tanto como el involucramiento de los denunciantes con el mismo período.

El gobierno intenta revertir una goleada en una derrota honrosa de 55% a 45% o de 54% a 46%. Pero para ello tiene que cambiar la estrategia. Debe partir de lo local a lo nacional y no de lo nacional a lo local. Sino se procede desconociendo el mensaje de las urnas. Ese que recogió el macrismo con la superficialidad e hipocresía del que asume publicitariamente a la administración como sustituto falso de la política, como un escenario inexistente de conflictos.

Hay que dar soluciones concretas a problemas concretos. La ideología debe estar en la solución mejor y diferente que se le da al problema. Sino se procede como ciertas sectas que ante el ciudadano que le presenta el problema de su uña encarnada responde que la solución se alcanzará cuando se derrote al imperialismo. Pero el votante quiere la solución ahora para su uña encarnada, no en un remoto y poco predecible futuro. En forma similar se comporta el gobierno, operando sobre el pasado y remitiendo los problemas a la década del noventa.

La ciudad de Buenos Aires cuenta con un importante déficit. Es un tema que los candidatos no abordan. Hay una medida sencilla de implementar para enjugar dicho desequilibrio y para hacerse de un importante volumen de recursos: el llevar las valuaciones de inmuebles a sus valores reales, al tiempo que se repara un exponente claro de inequidad. El periodista Marcelo Zlotogwiazda en Página 12 del 1 de junio de 2007 dice: “La ciudad de Buenos Aires recauda muy poco por impuesto inmobiliario, debido fundamentalmente a que las propiedades más caras están ridículamente subvaluadas: sobre un total de 1.650.000 partidas, el 93% tiene una valuación fiscal inferior a los $ 69.000 pesos y las alícuotas están lejos de compensar esa inmensa desproporción” Se podría hacer como en Costa Rica donde por debajo de un determinado valor los inmuebles están exentos y a partir de allí hay una tasa progresiva al mayor valor.

Se debe partir, entonces desde lo local para luego enlazarlo con la situación nacional. No exagerar el ataque ni terminar victimizando al adversario. Tal vez de esa forma se consiga la derrota honrosa. O en un verdadero e improbable milagro conseguir una victoria más lejana aún que el triunfo de Estudiantes en el último campeonato justamente sobre el equipo presidido por el ingeniero que convirtió en derrota una victoria al alcance de la mano.

En caso contrario, se terminará en otra goleada de 60% a 40% o de 65% a 35% o la catastrófica de 70% a 30%. Se habrá consolidado en ese caso un José María Aznar porteño, aún sin proyección nacional, pero en condiciones de aglutinar a una oposición fragmentada y desconcertada contra un gobierno al cual ataca por sus aciertos, pero incapaz también de una construcción política de alcance nacional. Ambos tratan de amalgamar los retazos de las implosiones partidarias.

Otro elemento a considerar es el lenguaje. Señalar que la caracterización de vecino, tan caro al macrismo, es típico de un consorcio, una prolongación de la usada en los noventa, de consumidor. Es el ciudadano transformado en vecino. Alguien a quién se le expropia sus derechos y al que solo se le deja el pago de las expensas.

Es bueno señalar, que más allá de todas las especulaciones, el ballottage debería resultar para Macri, tan fácil como hacer un gol posicionado en el área chica y sin arquero.

Los que se enojan con la realidad, no deberían olvidar el sabio consejo del filósofo Baruj Spinoza: “ En política no hay que reír ni llorar, sólo comprender”.

Y para los ilusionados votantes de Macri, tal vez sería interesante que se formulen algunas de las irónicas preguntas lanzadas por el periodista Orlando Barone en Radio Continental:

“¿La victoria del PRO asegurará el final de los asaltos y los robos, el final de los accidentes y tragedias, el final de las barras bravas, el final de las villas miserias, el final de las escuelas sin estufas, el final de la exclusión y el final de los reclamos de Blumberg?

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