Por Héctor Eduardo Gómez*
El descubrimiento de nuevas reservas en el principal yacimiento argentino “Cerro Dragón” no despeja el futuro energético
La empresa petrolera Pan American Energy ha anunciado que recientes exploraciones en Chubut, en el área de Cerro Dragón, han conducido a ampliar sus reservas en alrededor de 100 millones de barriles de petróleo, lo que permite aumentar las reservas del país en un 4 %. Si consideramos que el plazo de agotamiento del petróleo argentino se estima, según cifras oficiales, en alrededor de 9 años, el descubrimiento permitiría ampliar el plazo en 131 días, un poco mas de 4 meses.
Todo descubrimiento es bienvenido, aunque lamentablemente este no varía en mucho la agonía energética que se avecina. La buena nueva fue ampliamente difundida por la prensa, y hasta mereció una reunión de directivos de la firma con la presidenta, quien los recibió en una audiencia fuera de agenda. El gobernador Das Neves, sospechado por la traidora extensión de la concesión a la empresa norteamericana, manifestó exultante su agrado, y expresó que el descubrimiento es una consecuencia directa de su política energética.
La concesionaria Pan American Energy sin duda está de parabienes, el yacimiento no sólo es el más importante del país, sino que también tuvo la fortuna de que la concesión que caducaba en 2017 le fuera extendida por diez años más con la opción de 20 años adicionales (no vale la pena agregar mas años porque el yacimiento estará agotado). El “ventajoso contrato” del Gobernador Das Neves, prevé un pequeño aumento de las regalías, que por supuesto es irrisorio.
La política petrolera actual es dislocada y claramente contraria al interés nacional, las pretendidas ventajas para las economías provinciales son pequeñas, ilusorias y de corto plazo. Como los concesionarios tienen la libertad de exportar los excedentes de producción, se apresuran a extraer rápidamente los hidrocarburos para venderlos al exterior, y de esa manera hacen una buena diferencia económica. Estas empresas no tienen patria, y si la tienen no está en estas tierras, razón por la cual no les preocupa nuestro futuro.
Desde el momento en que el gobierno de Menem entregó nuestros recursos petrolíferos, la Argentina se convirtió en exportadora de hidrocarburos y a partir de ese momento comenzó el actual drama energético. Claramente se avizora en nuestro planeta un futuro de escasez de energía que conducirá en pocos años, en primer término a considerables aumentos de los precios de los combustibles, y posteriormente a la penuria de su falta. Si queremos mirarnos en el espejo del futuro deberíamos tener en cuenta que hoy Chile y Uruguay pagan la nafta y el gasoil a 1,5 dólares el litro y que en Europa el valor ya llega de 1,20 a 1.30 euros.
El fin de la era del petróleo ya dejó de ser una idea catastrofista y agorera, hoy al igual que el cambio climático, no se discute. Aún los más fervientes defensores del petróleo infinito e inagotable aceptan que el suministro mundial está en graves problemas. Hace pocos días Jeroen van der Veer, el director ejecutivo de Shell expuso que la producción de petróleo y gas convencionales estaban cerca de su cenit (momento de máxima producción luego del cual disminuye). Escribió: “Shell estima que con posterioridad al 2015, la oferta de petróleo y gas de fácil acceso ya no podrá seguir haciendo frente a la demanda”.
Una prueba palmaria de la gravedad de la situación la dan algunos de los mayores productores mundiales como Méjico, Noruega e Inglaterra, que disminuyeron dramáticamente la producción en pocos años. Hoy la realidad muestra que la producción mundial permanece estancada, y que los nuevos descubrimientos solo alcanzan para compensar el agotamiento de los campos en producción, mientras que la demanda global sigue subiendo.
Por esa razón es que debemos mirar la política petrolera nacional a la luz de la crisis energética mundial: agotar nuestro petróleo en un mundo crecientemente desabastecido es absolutamente idiota. Un país no puede funcionar sin un abastecimiento adecuado de energía y la Argentina, recordemos, depende en un 90 % de la energía del petróleo y el gas. Seguir privilegiando políticas sociales y económicas de corto plazo es erróneo, y se torna suicida en materia energética. En el incierto mundo en el que vivimos, es necesario que el gobierno siga el ejemplo de los países hermanos como Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia recuperando y asegurando la soberanía energética. Si no lo hacemos nuestro país no tiene futuro.
* Morelp-Moreno (La Pampa)
El descubrimiento de nuevas reservas en el principal yacimiento argentino “Cerro Dragón” no despeja el futuro energético
La empresa petrolera Pan American Energy ha anunciado que recientes exploraciones en Chubut, en el área de Cerro Dragón, han conducido a ampliar sus reservas en alrededor de 100 millones de barriles de petróleo, lo que permite aumentar las reservas del país en un 4 %. Si consideramos que el plazo de agotamiento del petróleo argentino se estima, según cifras oficiales, en alrededor de 9 años, el descubrimiento permitiría ampliar el plazo en 131 días, un poco mas de 4 meses.
Todo descubrimiento es bienvenido, aunque lamentablemente este no varía en mucho la agonía energética que se avecina. La buena nueva fue ampliamente difundida por la prensa, y hasta mereció una reunión de directivos de la firma con la presidenta, quien los recibió en una audiencia fuera de agenda. El gobernador Das Neves, sospechado por la traidora extensión de la concesión a la empresa norteamericana, manifestó exultante su agrado, y expresó que el descubrimiento es una consecuencia directa de su política energética.
La concesionaria Pan American Energy sin duda está de parabienes, el yacimiento no sólo es el más importante del país, sino que también tuvo la fortuna de que la concesión que caducaba en 2017 le fuera extendida por diez años más con la opción de 20 años adicionales (no vale la pena agregar mas años porque el yacimiento estará agotado). El “ventajoso contrato” del Gobernador Das Neves, prevé un pequeño aumento de las regalías, que por supuesto es irrisorio.
La política petrolera actual es dislocada y claramente contraria al interés nacional, las pretendidas ventajas para las economías provinciales son pequeñas, ilusorias y de corto plazo. Como los concesionarios tienen la libertad de exportar los excedentes de producción, se apresuran a extraer rápidamente los hidrocarburos para venderlos al exterior, y de esa manera hacen una buena diferencia económica. Estas empresas no tienen patria, y si la tienen no está en estas tierras, razón por la cual no les preocupa nuestro futuro.
Desde el momento en que el gobierno de Menem entregó nuestros recursos petrolíferos, la Argentina se convirtió en exportadora de hidrocarburos y a partir de ese momento comenzó el actual drama energético. Claramente se avizora en nuestro planeta un futuro de escasez de energía que conducirá en pocos años, en primer término a considerables aumentos de los precios de los combustibles, y posteriormente a la penuria de su falta. Si queremos mirarnos en el espejo del futuro deberíamos tener en cuenta que hoy Chile y Uruguay pagan la nafta y el gasoil a 1,5 dólares el litro y que en Europa el valor ya llega de 1,20 a 1.30 euros.
El fin de la era del petróleo ya dejó de ser una idea catastrofista y agorera, hoy al igual que el cambio climático, no se discute. Aún los más fervientes defensores del petróleo infinito e inagotable aceptan que el suministro mundial está en graves problemas. Hace pocos días Jeroen van der Veer, el director ejecutivo de Shell expuso que la producción de petróleo y gas convencionales estaban cerca de su cenit (momento de máxima producción luego del cual disminuye). Escribió: “Shell estima que con posterioridad al 2015, la oferta de petróleo y gas de fácil acceso ya no podrá seguir haciendo frente a la demanda”.
Una prueba palmaria de la gravedad de la situación la dan algunos de los mayores productores mundiales como Méjico, Noruega e Inglaterra, que disminuyeron dramáticamente la producción en pocos años. Hoy la realidad muestra que la producción mundial permanece estancada, y que los nuevos descubrimientos solo alcanzan para compensar el agotamiento de los campos en producción, mientras que la demanda global sigue subiendo.
Por esa razón es que debemos mirar la política petrolera nacional a la luz de la crisis energética mundial: agotar nuestro petróleo en un mundo crecientemente desabastecido es absolutamente idiota. Un país no puede funcionar sin un abastecimiento adecuado de energía y la Argentina, recordemos, depende en un 90 % de la energía del petróleo y el gas. Seguir privilegiando políticas sociales y económicas de corto plazo es erróneo, y se torna suicida en materia energética. En el incierto mundo en el que vivimos, es necesario que el gobierno siga el ejemplo de los países hermanos como Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia recuperando y asegurando la soberanía energética. Si no lo hacemos nuestro país no tiene futuro.
* Morelp-Moreno (La Pampa)
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