lunes, abril 21, 2008

¿Cortina de humo para los problemas de fondo?


Por Fundación Vida Silvestre

La Fundación Vida Silvestre Argentina está preocupada por los incendios provocados irresponsablemente en gran parte del delta bonaerense y entrerriano. Pero aclara que este es uno de los síntomas de un problema de fondo: la ausencia de los aspectos ambientales en la política agropecuaria.

Buenos Aires, 18 de abril del 2008.- Los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires y otras localidades del nordeste de la provincia, han experimentado en los últimos días, un hecho inédito hasta el momento. Muchos son los factores que nos han llevado a esta situación, y revelan la carencia de lineamientos ambientales y un marco regulatorio adecuado para el desarrollo de la actividad agropecuaria en nuestro país.

La causa de los incendios en el delta, responde a una práctica habitual entre los ganaderos, que es la quema de pastizales para mejorar la situación de la vegetación, y por consiguiente, la de su actividad productiva.

“Los productores ganaderos provocan fuego para mejorar las pasturas de su ganado. Ellos buscan lograr el rebrote de mejor calidad y más nutritivo, porque hay pastizales que se secan y no son consumidos por los animales”, explica Fernando Miñarro, Coordinador del Programa Pastizales de la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA). “El uso del fuego con este fin, es una práctica de manejo muy antigua, no sólo en los pastizales del centro-norte de nuestro país, sino en varias regiones del mundo, y sus beneficios están suficientemente comprobados.”, agrega.

Normalmente, hay dos épocas recomendadas para la quema de pastizales: el otoño y la primavera. Incluso, muchos pastizales del centro-norte de nuestro país, están adaptados a los fuegos recurrentes, y las especies de la flora y la fauna pueden en determinadas circunstancias, verse beneficiadas de este tipo de eventos.

Pero, según cómo se realicen, las quemas pueden ser beneficiosas o no, tanto desde lo productivo como desde la óptica ambiental. Los fuegos, para hacerse responsablemente, deben contemplar una serie de variables, entre ellas la temperatura del aire, la dirección y la velocidad del viento, la humedad del aire, el contenido de humedad o agua del suelo.

“No cualquier fuego es beneficioso, y es muy importante seleccionar cuidadosamente la época en que se realizarán, y las condiciones tanto meteorológicas como del estado del pastizal que va a ser intervenido.”, afirma Diego Moreno , director de conservación de la FVSA. “Hacer una quema controlada, permite regular la intensidad de las llamas (de manera que no sea excesiva, situación en la cual puede afectar negativamente a la vegetación y al suelo), y tomar medidas preventivas como cortafuegos, entre otras.”

El caso de los fuegos en el Delta, es un claro ejemplo de una situación mal manejada. Es alarmante que la superficie afectada sea de alrededor de 70.000 hectáreas, y que esté teniendo el efecto que todos estamos viviendo en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.

Pero más allá de la irresponsabilidad de los autores de estos fuegos, la situación es el síntoma indirecto de un proceso de avance de la actividad agrícola en nuestro país, que desplazó a la ganadería hacia sitios hasta ahora marginales como el delta. Así es como la práctica del uso del fuego, llega a esta región, donde hasta hace poco tiempo no era habitual. Por esto, el problema que hoy nos afecta, tiene una fuerte vinculación con la política de desarrollo agropecuario que tiene vigencia en nuestro país, donde muchas veces las consecuencias ambientales y sociales no están debidamente medidas.

“Es importante, por ejemplo, que tengamos mejor regulado el uso del fuego como herramienta de manejo. No creemos que una prohibición de su uso sea la medida correcta, pero sí que los fuegos que se realicen tengan en cuenta todas las cuestiones enumeradas anteriormente, procurando minimizar los impactos negativos que pueden generar”, agregó Moreno.

Es fundamental que, en el diálogo que el sector agropecuario y el Gobierno Nacional están llevando adelante, esté presente la problemática ambiental y social que el actual modelo de desarrollo está generando, y que de una vez por todas, se discuta cómo alcanzamos la sustentabilidad de las actividades productivas primarias. Una sustentabilidad, que debe abarcar los aspectos económicos, sociales y ambientales por igual. Y estas últimas no están siendo atendidas como Vida Silvestre aspira.

“Es fundamental que definamos un modelo de desarrollo equilibrado, no sólo regido por las leyes del mercado. Y este modelo debe estar acompañado por un marco normativo adecuado (que prevea situaciones como la actual), capacitación, y mayores controles.”, destacaron desde Vida Silvestre.

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