jueves, mayo 22, 2008

Moira Millán: desde Paris a Bruselas


Por Moira Millán

Mari Mari Amado Leufú

En mi camino desde Paris a Bruselas, Mari la Diosa creadora de los uskaldunes, colocó a mi lado un sorprendente regalo. Mire su hermosa envoltura y olí los aromas de las praderas belgas, su sabor era propio de los mejores manjares iraníes, lo abrí para saber que contenía por dentro, encontré en él una paleta de colores y un pincel. Al llegar a Bruselas, en una noche cálida, la gente paseaba por las calles colmando los bares. Encandilada por las luces decidí buscar un lugar para refugiarme, encontré un caballete azul y me dejé pintar el alma y el corazón.

A la mañana siguiente me fui en tren a Gantes, la parte flamenca de Bélgica, en Flandes se habla holandés, y no sólo se diferencia de los franco-belgas por su idioma, hay una historia y una constitución cultural diferente entre ellos. La parte flamenca es económicamente más rica y su situación de sostenedora de la economía belga ha generado un nacionalismo flamenco, creado y promovido hasta ahora como exclusividad de la derecha. Ellos reclaman la independencia, el partido VLAAMS BELANG, es la expresión de la ultraderecha y su nombre significa "la importancia flamenca". La posición centro-derecha está representada por el partido N-VA, y los progresistas flamencos se concentran en el partido VLAAMSE PROGRESIEVEN quienes buscan la autonomía dentro del estado. Entre tanto, empieza a aparecer de manera incipiente una expresión minoritaria que representa a la izquierda independentista.

Gantes parece la imagen de un cuadro naif: casas pintorescas y prolijas se levantan por callecitas angostas; castillos medievales abren sus puertas ahora como museos; la primavera cálida a despegado sus aromas y colores en los balcones y plazas, todo parece el ideal de sociedad y bienestar, sin embargo Bélgica se ubica en el segundo país de Europa con mayor índice de suicidio. Los jóvenes parecen frustrados y sus sociedades se envejecen sin alcanzar equilibrar el mapa demográfico el balance generacional de la población. El capitalismo mata de hambre y desnutrición a una gran parte del mundo, o de aburrimiento y desilusión a los que más tienen. Creo que el gran desafío de esa sociedad es despertar y descubrir que la felicidad no se compra en los shoping, y que el bienestar como la acumulación de bienes, nada tiene que ver con el estar bien.

Me despedí de mis amigos en Bruselas en la estación de ferrocarril, con un interrogante:
¿Es posible la solidaridad política internacional, desde los pueblos que no interpelan su modelo de desarrollo y consumo para con los otros pueblos que padecen los costos de esas sociedades?
Sin encontrar una respuesta me alejé de Bélgica, Londres me esperaba con un mundo por descubrir.

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