Por Avkin Mapu
Foto: Diario Río Negro
Foto: Diario Río Negro
La comunidad Mapuche Tacul-Cheuque recuperó su territorio en los alrededores de la ciudad de Bariloche y continúa un proceso de reivindicación del Pueblo Mapuche que cobró especial fuerza en los últimos años. En medio de denuncias y conflictos con el Municipio, los Tacul volvieron a la tierra que los vio nacer con muchas expectativas y con la frente bien en alto.
Por Florencia Yanniello
“Estamos luchando y nos están devolviendo de a poco las tierras”, dice con firmeza Encarnación, la mayor de las hermanas Tacul, haciendo referencia a la reciente recuperación del territorio que le pertenecía a su familia y del cual fueron desalojados hace 57 años. Las tierras comprenden alrededor de 600 hectáreas ubicadas en Villa Tacul, sobre el lago Nahuel Huapi, a 25 kilómetros del centro de la ciudad de San Carlos de Bariloche, dentro del área protegida Parque Municipal Llao Llao.
La familia Tacul fue desalojada en el año 1951 por Parques Nacionales y hace pocos meses volvieron a instalarse para recuperar este espacio e intentar reconstruir en él la cultura y cosmovisión Mapuche. “Estamos acá, de nuevo en nuestro territorio, desde el 15 de septiembre de 2007 y tenemos muchas expectativas. Queremos que esto le quede a los jóvenes, yo ya tengo 83 años, quiero que nuestra familia pueda tener esto, que lo trabajen, que lo cuiden. Además la recuperación del espacio ayuda también con el idioma, los chicos quieren aprender, tiene interés en recuperar de a poco la cultura”, cuenta Encarnación.
Las hermanas Fresia y Encarnación Tacul nacieron y se criaron ahí. Las tierras las había adquirido don Ismael Tacul, el primer poblador de la zona, en el año 1902, cuando a través de la Ley del Hogar -1501- le fue otorgado el permiso definitivo. La casilla que instalaron las hermanas Tacul cuando volvieron en septiembre de 2007 está a pocos metros de donde se encontraba la casa de su infancia, lugar en el que ahora crecen cerezos y michay. “Allí estaba mi casa, todo esto era el parque en el que con mi mamá armábamos glorietas”, cuenta Encarnación, un poco emocionada. “Mi sueño es volver a construirme la casita acá, yo me quiero morir en paz, sabiendo que ya regresé a mi tierra”, agrega. Mientras prepara unos mates, Fresia, la menor de las hermanas, señala las paredes de la casilla, en las que tiene pegadas algunas fotos de su padre en la antigua casa. Insi ste en mostrar los cambios que ha habido en el predio: el crecimiento de los árboles, la construcción de viviendas alrededor y el retroceso de la playa.
En la zona cercana a la cabaña se encuentra la tumba de Emilio Tacul, un hermano de Fresia y Encarnación que murió joven, luego de haber hecho el servicio militar en Campo de Mayo y tras padecer tuberculosis. La tumba es una clara evidencia de que los Tacul se criaron allí; no hace falta mucho más para reconocer que esas tierras les pertenecen y que fue una injusticia el desalojo. “Yo creo que desde la Municipalidad tienen que ser razonables y comprender bien que nosotros acá nacimos y nos criamos. Por eso tienen que dar el brazo a torcer y decir: ‘tienen razón’, es lo que les corresponde. Porque es nuestro derecho”, manifiesta Encarnación, indignada por la reacción del Estado Municipal.
Disputas y desacuerdos
Cuando se produjo la recuperación y los Tacul volvieron a instalarse en las orillas del Nahuel Huapi el Ente Autárquico del Parque Municipal Llao Llao, compuesto por un directorio de siete miembros: dos integrantes del ejecutivo municipal, dos del legislativo (concejales), dos ONGs ambientalistas y la Junta Vecinal del Barrio Llao Llao, repudió el hecho y se originó allí una fractura en el organismo. La Asociación Ecologista Piuke renunció e hizo pública su postura en contra del desalojo.
El Municipio, a través del presidente del Ente y actual Secretario de Medio Ambiente de Bariloche, Joaquín Guillot, inició una denuncia penal, la cual fue rechazada por el juez Martín Lozada, del Juzgado de Instrucción Nº 2 de Bariloche, quien fundamentó que existen antecedentes históricos que vinculan a la comunidad con el lugar. Decisión que el Ente cuestionó en una nota pública el fallo del juez Lozada, argumentando que no se puede instalar una comunidad dentro del Parque Municipal.
La organización Piuke manifestó, en su apartamiento del ente, que es lamentable que luego de haberse incorporado en la reforma de la Carta Orgánica de Bariloche el “reconocimiento de la preexistencia del pueblo Mapuche”, se haya reaccionado ante el primer conflicto con una denuncia penal por parte del Municipio. En un comunicado oficial de la Municipalidad se dejó en claro que agotarían todas las instancias para recuperar las tierras “que son de uso público”, por considerar “ilegal la ocupación”. Además informó que evaluaba una posible acción civil.
En relación a la actitud adversa del Ente y de las autoridades municipales, Fresia Tacul dice: “Sabemos que hay gente que está en contra nuestro, tal vez por el lugar, piensan que como ahora estamos nosotros no se va a poder ingresar a la playa, que no los vamos a dejar pasar. Esto no es así, todo lo contrario, nosotros hicimos una nota y dijimos que sigan viniendo normalmente, como siempre”. Es paradójico que mientras que algunos vecinos y autoridades de la zona rechazan la instalación de la comunidad dentro del Parque Municipal, la familia Tacul recibe a la gente con los brazos abiertos y un cartel de bienvenida en el que se lee: “Feliz 2008, Bienvenidos, Comunidad Tacul- Cheuque”.
La vocera de la comunidad, Ana María Tacul, expresa que mucha gente de Bariloche los apoya en la recuperación y que el Municipio debería reconocer que son pobladores antiguos y no oponerse a esta restitución de tierras. “El Estado debería seguir el ejemplo de algunos países, como Australia, que hace unos meses le pidió perdón a los pueblos originarios por los años de injusticia que sufrieron”, manifiesta la vocera.
RECUPERACIÓN, no ‘toma de tierras’
Ana María Tacul señala que este acontecimiento no es un hecho aislado sino que se enmarca en un contexto de múltiples recuperaciones territoriales por parte del Pueblo Mapuche. En este sentido explica que no se trata de una usurpación: “Esto es diferente a una toma de tierras, como está pasando ahora en Bariloche, en algunos barrios, porque esa es gente que no tiene donde vivir y el Estado no se ocupa de ellos. Lo nuestro es distinto, porque nosotros tenemos un derecho constitucional, un derecho internacional, no estamos haciendo nada que esté fuera de la ley o que no corresponda”.
La vocera manifiesta que el reconocimiento por parte Municipio sería un paso determinante para garantizar los derechos de las comunidades. “Se debe tener en cuenta que nosotros podemos recurrir a la Corte Internacional a través de los tratados, porque el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de 1989 de la Organización Internacional del Trabajo es un derecho internacional y al país que lo ratifica y no lo cumple le corresponde una denuncia. La gente tiene que saber eso, tenemos mucho para recurrir y para defendernos”, expresa Ana María. Encarnación agrega que al Estado Municipal “le falta aprender mucho sobre la cultura y sobre las leyes” y concluye dejando una visión hacia el futuro: “Tenemos la confianza y la esperanza de que nos va a ir bien, hay que seguir luchando”.
Estamos ante un momento histórico, en un nuevo escenario, y presenciando actos concretos de organización por parte de los pueblos originarios. Es el tiempo de la rearticulación de las comunidades y del reconocimiento de sus derechos, violados durante siglos. En este contexto las opiniones se dividen, porque si bien cuando se trata de ‘enemigos comunes’, como pueden ser empresas multinacionales, la mayoría de la población apoya las recuperaciones territoriales, cuando se trata de casos particulares, de tierras cercanas a los asentamientos urbanos, muchos privilegian los derechos individuales y cada cual cuida su quintita.
En este momento, en el que es imprescindible el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, la tolerancia, la solidaridad y la comprensión son herramientas fundamentales para lograr convivir y coexistir en una relación de respeto. La Constitución Nacional reconoce la preexistencia de los pueblos originarios y la Carta Orgánica de la ciudad de Bariloche la preexistencia del Pueblo Mapuche, cabe preguntarse si realmente los respeta.
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