Por José Luis Pope *
Hace un tiempo atrás, a través de Puerta E, me encontré con un muy interesante artículo escrito por Romina Ferraris, en el que hacia alusión al contexto que se vive en nuestra provincia, a partir de las actitudes gubernamentales frente al periodismo, sin tener en cuenta los derechos humanos que tienen que ver con la libertad de expresión y la necesidad del libre acceso a la información.
Compartiendo plenamente lo que se expresaba en esa nota, el día del Periodista, es una buena oportunidad para retomar ese pensamiento, que además se fundamenta en artículos de nuestra Constitución, tanto nacional como provincial, que como tantos otros artículos referidos a diferentes temas – recursos naturales, reconocimiento de pueblos originarios, etc.- , solo quedan en meros escritos impresos en libros de bonitas palabras, con sonidos que adornan discursos “democráticos”, pero que transportados a la realidad, quedan superadas por los hechos.
Nos toca vivir en una tierra en la que el viento, el frío, los mares, la cordillera y la meseta transmiten desde el paisaje un mensaje de espacio y libertad, generando una comunicación entre quien ocupa ese espacio y su hábitat.
Esta comunicación, que debería ser libre, fluida, directa, se ha ido transformando a la luz de diversos factores que se han infiltrado y hoy se ve degradada, obstruída y hasta censurada, dando como resultado un lugareño desconfiado y un paisaje ya no tan puro. Se nos muestra habitualmente la ballena, pero la más de las veces la ballena no nos deja ver el mar.
Si bien nos encontramos en la zona costera, las problemáticas en materia de comunicación son comunes, aún con realidades particulares.
En Trelew, por ejemplo, hasta hace unos diez años sólo existía una radio de amplitud modulada con una influencia importante en toda la región, pero al igual que en muchos lados, la explosión técnica y mediática ha hecho que hoy tengamos cerca de cuarenta emisoras de frecuencia modulada, las de amplitud modulada ya son dos y dos también son los diarios que circulan en la zona, sumando a esto la televisión por cable, propiedad de uno de los grandes grupos económicos, cuya frecuencia local está en manos de Aidar Bestene, un empresario que completa su monopolio informativo con el diario Jornada y una radio, además de diversas empresas, hallándose por otra parte, muy cerca del poder político. Algo similar sucede en Comodoro con un tal Cristóbal López y podemos seguir la lista. Para matizar, se cuenta con el canal del Estado, que se convierte en un órgano de propaganda, institucionalizando la transmisión de actos y otros eventos que curiosamente son producidos por ajenos al canal, además de mantenernos entretenidos con Del Sel, Tinelli y Javier Calamaro, entre otros.
Pero más allá de este contexto, es evidente que la situación generada por el monopolio estatal sobre los medios, ya no solo públicos, sino también “privados”, hacen de la información una mercancía, valor de cambio ajustada a la pauta correspondiente, favoreciendo mas a las imágenes y gestiones personales que a las necesidades comunicacionales de la gente.
Estas necesidades siguen siendo las mismas, y el sistema que usa el poder político se profundiza con cada gobierno, no siendo privilegio de ninguno en particular. La pauta indica que no se puede hablar de muchos temas: el avance minero en vastas zonas de la Provincia, el desamparo cada vez mayor que tienen los habitantes de pueblos originarios en lo que se refiere a sus reclamos ancestrales, la amenaza o censura permanente que reciben quienes piensan distinto.
En el medio están los medios, la mayoría en manos de empresarios vinculados con el Poder, que enmascaran la “información” apropiándose inclusive hasta de movidas artísticas y culturales, capitalizando un espacio importante en el afán de salvaguardar la credibilidad que supieron conseguir.
Pero en los medios también están los periodistas, que en días tan especiales como el 7 de junio, nos convertimos en profesores, catedráticos, sabios, justos y reflexivos, además de objeto de agasajos y reconocimientos, al costo de derechos acotados y libertades censuradas, sin duda fuertes condicionantes de nuestra actividad.
Dice Romina en su artículo, y comparto: “la debilidad o el miedo que suele envolver a los hombres de prensa, incapaces de rebelarse al autoritarismo y a los límites impuestos por los funcionarios de turno, terminan transformándose en una herramienta perfecta para el mandatario provincial, que evita hacer honor al artículo 14 de nuestra Constitución que expresa: …todos los habitantes de la Nación gozan del derecho de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa…
A propósito, traigo a colación las palabras de John Swinton, ex jefe de prensa del New Cork Times, llamado por sus pares “ el decano de su profesión, cuando en 1953 se le pidió que hiciera un brindis ante el Club de Prensa de Nueva York y dijo: “No existe nada, en este momento de la historia del mundo, en América, similar a una prensa independiente. Ustedes lo saben, y yo lo sé. Ninguno de ustedes se atreve a escribir su honesta opinión, y si lo hiciera, sabe de antemano que jamás aparecería impresa. Se me paga semanalmente para mantener mi honesta opinión lejos del periódico. Igualmente ocurre con ustedes, y si cualquiera de ustedes fuera tan loco como para escribir opiniones honestas terminaría en la calle buscando otro trabajo. Si permitiera que mis honestas opiniones aparecieran en una tirada de mi periódico, antes de 24 horas mi trabajo habría desaparecido. La ocupación de los periodistas es mentir sin tapujos, destruir la verdad, pervertirla, degradarla, ponerla abyectamente a los pies de Mamón, y vender a su país y a su raza por el pan de cada día… Ustedes lo saben y yo lo sé, y ¿qué clase de insensatez es este brindis por una prensa independiente? Somos herramientas y vasallos de los hombres ricos detrás de la escena, somos marionetas, ellos tiran los hilos y nosotros bailamos. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas son propiedad de otros hombres. Somos prostitutas intelectuales.”
Esta declamación de Swinton tiene plena vigencia, sobre todo en la medida que nos resignemos y no probemos desde cada uno de nuestros lugares intentar el cambio, pero depende de nuestro amor y vocación por la profesión, de los objetivos que nos impongamos, de nuestras convicciones.
Es en la actitud de cada uno de nosotros donde radica la posibilidad de buscar una comunicación mas limpia, mas transparente. No sin postura, no sin ideología, pero si con dignidad, porque de otra manera, con el miedo, la debilidad, la resignación, estamos actuando como mercenarios del periodismo, y hacemos que la comunicación actúe anestesiando, mas que como incentivo o aliciente, todo por una moneda mas o justificando con la necesidad de cuidar el trabajo de cualquier manera.
Debemos darnos cuenta que al lado nuestro esta el rescate de valores fundamentales, como la libertad y la justicia. Tomás Eloy Martínez en una conferencia pronunciada en 1997 en Guadalajara expresa: “Es preciso ponernos a pensar juntos, es preciso ponernos a narrar juntos. Lo que va a quedar de nosotros son nuestras historias, nuestros relatos. Es preciso renovar también las utopías que ahora se están apagando en el corazón de los hombres. Una de las peores afrentas a la inteligencia humana es que sigamos siendo incapaces de construir una sociedad fundada por igual en la libertad y la justicia. No me resigno a que se hable de libertad afirmando que para tenerla debemos sacrificar la justicia, ni que se prometa justicia admitiendo que para alcanzarla hay que amordazar la libertad. El hombre, que ha encontrado respuesta para los más complejos enigmas de la naturaleza no puede fracasar ante ese problema de sentido común.
Podemos ser cuestionadores, exigentes, investigadores sociales o todo lo que se pretenda, hoy el periodismo no se acota en el simple hecho de pasar una noticia, pero entiendo que cada uno debe asumir un compromiso y como tal debe respetarlo, porque debe respetarse a si mismo.
Es desde ahí, que el día de mañana sabremos si respondimos a nuestra conciencia, y mirar a los ojos de nuestros hijos y seres queridos sin que se nos caiga la mirada.
Ningún periodista podría cumplir de veras con esa misión si cada vez no se repitiera: “Lo que digo es lo que soy, y si no soy fiel a mi mismo no puedo ser fiel a quienes me leen o escuchan”. Solo de esa fidelidad nace la verdad, y de la verdad, como lo sabemos todos lo que estamos aquí, nacen los riesgos de esta profesión, que es la más noble del mundo, completa Eloy Martínez.
Mientras ese compromiso no exista, seguirán primando el miedo, la debilidad, la comodidad de no intentar nada para cambiar, y prevalecerán los informadores públicos que nos programan las vigilias y nos muestran las ballenas para taparnos el mar de realidades, institucionalizando la verdad en una información pautada, ejercida no como derecho sino como extorsión.
Tal vez deberían recordar aquella frase que alguien dijo alguna vez: solo la verdad nos hará libres, o remitirse a Voltaire: “detesto lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”.
* Periodista
DNI.13.988.121
Hace un tiempo atrás, a través de Puerta E, me encontré con un muy interesante artículo escrito por Romina Ferraris, en el que hacia alusión al contexto que se vive en nuestra provincia, a partir de las actitudes gubernamentales frente al periodismo, sin tener en cuenta los derechos humanos que tienen que ver con la libertad de expresión y la necesidad del libre acceso a la información.
Compartiendo plenamente lo que se expresaba en esa nota, el día del Periodista, es una buena oportunidad para retomar ese pensamiento, que además se fundamenta en artículos de nuestra Constitución, tanto nacional como provincial, que como tantos otros artículos referidos a diferentes temas – recursos naturales, reconocimiento de pueblos originarios, etc.- , solo quedan en meros escritos impresos en libros de bonitas palabras, con sonidos que adornan discursos “democráticos”, pero que transportados a la realidad, quedan superadas por los hechos.
Nos toca vivir en una tierra en la que el viento, el frío, los mares, la cordillera y la meseta transmiten desde el paisaje un mensaje de espacio y libertad, generando una comunicación entre quien ocupa ese espacio y su hábitat.
Esta comunicación, que debería ser libre, fluida, directa, se ha ido transformando a la luz de diversos factores que se han infiltrado y hoy se ve degradada, obstruída y hasta censurada, dando como resultado un lugareño desconfiado y un paisaje ya no tan puro. Se nos muestra habitualmente la ballena, pero la más de las veces la ballena no nos deja ver el mar.
Si bien nos encontramos en la zona costera, las problemáticas en materia de comunicación son comunes, aún con realidades particulares.
En Trelew, por ejemplo, hasta hace unos diez años sólo existía una radio de amplitud modulada con una influencia importante en toda la región, pero al igual que en muchos lados, la explosión técnica y mediática ha hecho que hoy tengamos cerca de cuarenta emisoras de frecuencia modulada, las de amplitud modulada ya son dos y dos también son los diarios que circulan en la zona, sumando a esto la televisión por cable, propiedad de uno de los grandes grupos económicos, cuya frecuencia local está en manos de Aidar Bestene, un empresario que completa su monopolio informativo con el diario Jornada y una radio, además de diversas empresas, hallándose por otra parte, muy cerca del poder político. Algo similar sucede en Comodoro con un tal Cristóbal López y podemos seguir la lista. Para matizar, se cuenta con el canal del Estado, que se convierte en un órgano de propaganda, institucionalizando la transmisión de actos y otros eventos que curiosamente son producidos por ajenos al canal, además de mantenernos entretenidos con Del Sel, Tinelli y Javier Calamaro, entre otros.
Pero más allá de este contexto, es evidente que la situación generada por el monopolio estatal sobre los medios, ya no solo públicos, sino también “privados”, hacen de la información una mercancía, valor de cambio ajustada a la pauta correspondiente, favoreciendo mas a las imágenes y gestiones personales que a las necesidades comunicacionales de la gente.
Estas necesidades siguen siendo las mismas, y el sistema que usa el poder político se profundiza con cada gobierno, no siendo privilegio de ninguno en particular. La pauta indica que no se puede hablar de muchos temas: el avance minero en vastas zonas de la Provincia, el desamparo cada vez mayor que tienen los habitantes de pueblos originarios en lo que se refiere a sus reclamos ancestrales, la amenaza o censura permanente que reciben quienes piensan distinto.
En el medio están los medios, la mayoría en manos de empresarios vinculados con el Poder, que enmascaran la “información” apropiándose inclusive hasta de movidas artísticas y culturales, capitalizando un espacio importante en el afán de salvaguardar la credibilidad que supieron conseguir.
Pero en los medios también están los periodistas, que en días tan especiales como el 7 de junio, nos convertimos en profesores, catedráticos, sabios, justos y reflexivos, además de objeto de agasajos y reconocimientos, al costo de derechos acotados y libertades censuradas, sin duda fuertes condicionantes de nuestra actividad.
Dice Romina en su artículo, y comparto: “la debilidad o el miedo que suele envolver a los hombres de prensa, incapaces de rebelarse al autoritarismo y a los límites impuestos por los funcionarios de turno, terminan transformándose en una herramienta perfecta para el mandatario provincial, que evita hacer honor al artículo 14 de nuestra Constitución que expresa: …todos los habitantes de la Nación gozan del derecho de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa…
A propósito, traigo a colación las palabras de John Swinton, ex jefe de prensa del New Cork Times, llamado por sus pares “ el decano de su profesión, cuando en 1953 se le pidió que hiciera un brindis ante el Club de Prensa de Nueva York y dijo: “No existe nada, en este momento de la historia del mundo, en América, similar a una prensa independiente. Ustedes lo saben, y yo lo sé. Ninguno de ustedes se atreve a escribir su honesta opinión, y si lo hiciera, sabe de antemano que jamás aparecería impresa. Se me paga semanalmente para mantener mi honesta opinión lejos del periódico. Igualmente ocurre con ustedes, y si cualquiera de ustedes fuera tan loco como para escribir opiniones honestas terminaría en la calle buscando otro trabajo. Si permitiera que mis honestas opiniones aparecieran en una tirada de mi periódico, antes de 24 horas mi trabajo habría desaparecido. La ocupación de los periodistas es mentir sin tapujos, destruir la verdad, pervertirla, degradarla, ponerla abyectamente a los pies de Mamón, y vender a su país y a su raza por el pan de cada día… Ustedes lo saben y yo lo sé, y ¿qué clase de insensatez es este brindis por una prensa independiente? Somos herramientas y vasallos de los hombres ricos detrás de la escena, somos marionetas, ellos tiran los hilos y nosotros bailamos. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas son propiedad de otros hombres. Somos prostitutas intelectuales.”
Esta declamación de Swinton tiene plena vigencia, sobre todo en la medida que nos resignemos y no probemos desde cada uno de nuestros lugares intentar el cambio, pero depende de nuestro amor y vocación por la profesión, de los objetivos que nos impongamos, de nuestras convicciones.
Es en la actitud de cada uno de nosotros donde radica la posibilidad de buscar una comunicación mas limpia, mas transparente. No sin postura, no sin ideología, pero si con dignidad, porque de otra manera, con el miedo, la debilidad, la resignación, estamos actuando como mercenarios del periodismo, y hacemos que la comunicación actúe anestesiando, mas que como incentivo o aliciente, todo por una moneda mas o justificando con la necesidad de cuidar el trabajo de cualquier manera.
Debemos darnos cuenta que al lado nuestro esta el rescate de valores fundamentales, como la libertad y la justicia. Tomás Eloy Martínez en una conferencia pronunciada en 1997 en Guadalajara expresa: “Es preciso ponernos a pensar juntos, es preciso ponernos a narrar juntos. Lo que va a quedar de nosotros son nuestras historias, nuestros relatos. Es preciso renovar también las utopías que ahora se están apagando en el corazón de los hombres. Una de las peores afrentas a la inteligencia humana es que sigamos siendo incapaces de construir una sociedad fundada por igual en la libertad y la justicia. No me resigno a que se hable de libertad afirmando que para tenerla debemos sacrificar la justicia, ni que se prometa justicia admitiendo que para alcanzarla hay que amordazar la libertad. El hombre, que ha encontrado respuesta para los más complejos enigmas de la naturaleza no puede fracasar ante ese problema de sentido común.
Podemos ser cuestionadores, exigentes, investigadores sociales o todo lo que se pretenda, hoy el periodismo no se acota en el simple hecho de pasar una noticia, pero entiendo que cada uno debe asumir un compromiso y como tal debe respetarlo, porque debe respetarse a si mismo.
Es desde ahí, que el día de mañana sabremos si respondimos a nuestra conciencia, y mirar a los ojos de nuestros hijos y seres queridos sin que se nos caiga la mirada.
Ningún periodista podría cumplir de veras con esa misión si cada vez no se repitiera: “Lo que digo es lo que soy, y si no soy fiel a mi mismo no puedo ser fiel a quienes me leen o escuchan”. Solo de esa fidelidad nace la verdad, y de la verdad, como lo sabemos todos lo que estamos aquí, nacen los riesgos de esta profesión, que es la más noble del mundo, completa Eloy Martínez.
Mientras ese compromiso no exista, seguirán primando el miedo, la debilidad, la comodidad de no intentar nada para cambiar, y prevalecerán los informadores públicos que nos programan las vigilias y nos muestran las ballenas para taparnos el mar de realidades, institucionalizando la verdad en una información pautada, ejercida no como derecho sino como extorsión.
Tal vez deberían recordar aquella frase que alguien dijo alguna vez: solo la verdad nos hará libres, o remitirse a Voltaire: “detesto lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”.
* Periodista
DNI.13.988.121
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