viernes, junio 06, 2008

Para muestra basta un botón


Por Ángel Daniel Morales

“Es un oficio para vagos y audaces. Primera condición: Ser un perfecto desvergonzado. Segunda condición: Saber apenas leer y escribir. Tercera condición: Una audacia a toda prueba y una incompetencia asombrosa. Eso le permite ocuparse de cualquier asunto aunque no lo conozca ni por las tapas. Satisfechas estas condiciones, usted puede triunfar...Entre la admiración de la gente que cree que los periodistas se lavan la cara y son personas preparadas”, de Roberto Artl (1929).

Uno de las profesiones más linda del mundo celebra hoy su fecha. Vale, entonces, estrechar saludos con quienes cumplen de alguna manera, el servicio de informar a través de los medios electrónicos de comunicación.

Es habitual para este día verter conceptos que ameritan ideas sobre tan linda pero, a la vez, difícil actividad. La falta de legislación a la profesión la ubica en una de las más mal tratadas en nuestro país y que por tal, permite la irreverencia de intrépidos e incompetentes –como diría Arlt - usufructuar un trabajo tan exigente.

Recorrer de manera exhaustiva la compleja realidad del oficio sin escaparle al bulto puede resultar insalubre para unos. Y desmenuzar sus cosas durante el camino a riesgo dejar desnudo los errores que se comenten en nombre de la profesión, puede incomodar a otros. Nunca será tan fácil ni conveniente en tanto incómodo explicar en qué consiste el propio trabajo de periodista.

El modelo globalizador es quien impone reglas y formas. En este sentido, ha permitido la adaptación de muchos periodistas al sistema. Lo que trajo aparejado discusiones lógicas sobre el desarrollo de la actividad, en ese sentido, y principalmente el rol de los medios y formas de comunicar.

En ámbitos de labor se dice que muy pocos en la actualidad serían los periodistas “de ley”. Se trata de honrados y sinceros que podrían verdaderamente informar sin caer en la promiscuidad de negociaciones espurias. Esto los hace distinto en relación a sus pares. Por ende les dificulta establecerse, conchabarse, en estructuras de medios de comunicación. De lograrlo, probablemente caerían sobre sus espaldas la dinastía del poder, o bien terminar víctimas del sistema. En definitiva la empresa es quien marca la libertad a través de su propio reglamento.

El principal escollo es la falta de jurisprudencia laboral. Invariablemente el laburante de este oficio trabaja en negro, por el afán de la vocación. Así todo, generalmente, no puede trabajar. Porque en esta tarea no se puede improvisar, la noticia nace de saber mirar la realidad.

Sin esta condición sine qua non otros viven de la profesión y del cobro en negro. No sólo porque a los patrones de los medios no les interesan los periodistas “de ley” sino que, además, pretenden hacerlos funcionales a intereses económicos (minucias publicitarias) y a ciertos personajes con poder ligados a gobiernos de turno (prebendas políticas). Quieren que “el periodista” sea una herramienta para tal fin. Quizás sea este el motivo por el cual se apela a voluntarios “copia noticias” que la juegan de periodistas.

La cosa viene de vieja data. De muchas décadas atrás. “No saben hacer la “O” ni con un vaso”, refutaba Osvaldo Ardizzone, un querido maestro del periodismo, al sintetizar la discusión sobre el tema. “Soy un jornalero de las letras y nada más. Qué puedo decir sobre periodismo”, así de sencillo se expresaba don Félix Laíño.

Con menos cultura, en el interior del país, el patrón es el común denominador. Hablar de medios sería referirse mayoritariamente a las radios, emisoras de frecuencia modulada o alguna publicación gráfica más o menos estable. Esto motiva la discusión, lo meramente cultural: el medio como tal respecto de la función del periodista, además de su relación laboral. Aquí es donde cierto desprestigio de la profesión se ve más claramente. Mucho más porque dueños de medios se ufanan de mantener informada a la comunidad desde una cosmovisión que le inspira su propio desconocimiento.

La gente termina creyendo de la realidad que supone el medio. En lugar de entender lo que no se dice. Terminan escuchando y leyendo lo que los medios quieren.

Alguien me refirió - no hace mucho - que hablar en estos términos en el día del periodista sería como expresar un resentimiento, por el fracaso que supone no trabajar de la profesión. En todo caso, decir fracaso sería considerar al éxito. Aunque sería fracaso la experiencia que precede al triunfo.

Qué importaría para un periodista el fracaso en el mundo de la corrupción si se gana en el mundo de la honestidad. El auténtico fracaso en la profesión se inicia cuando se deja de vivir según el bien, según la paz, según la justicia y el bienestar que esperan muchos de los conciudadanos. En definitiva, esperan más de la prensa que de la clase política.

El fracaso comienza cuando permitimos leyes que persiguen, discriminan y someten a los pobres, a los más débiles y no somos capaces de publicarlo como tampoco publicar el abandono de hombres y mujeres que buscan pan para sus hijos y trabajo bien retribuido, en blanco. Investigar y denunciar a los responsables que fabrican estas calamidades.

También es fracaso promover la discusión estéril y violenta que induce a la disgregación social. O callarse ante las arbitrariedades de funcionarios que deberían desenmascararse, sin temerles porque forman parte de los medios. Claro, si uno lo hace, sufre hasta lo indecible.

No basta con que la función es hacer bien el laburo y tener un piso de dignidad. Muchos grandes directores y empresarios periodísticos que fueron cronistas rasos primero, hoy descansan en la estructura del poderío y fortaleza de su empresa editorial diciendo aquello de Wainfeld: “Esto no es una trinchera contra el mal. El periodismo es un trabajo de negociaciones, de articulaciones, de diálogo”.

Este modelo, contradictorio en sí mismo, responde a cierta hipocresía que confunde verdad con neutralidad y moderación con objetividad. Con esto la función periodística es objetivista, y es aquello que el medio ofrece en un debate de 3 minutos al traficante y 3 minutos al adicto. Con esto, el periodista no se moja ni en la ducha.

Eulogio López, periodista en economía, en referencia a las penurias sociales que toda civilización tiene habla de periodistas honestos y sinceros, como profetas que les va muy mal en la sociedad lapidaria que no acepta la pulcritud de la dialéctica educativa y formativa y la información bien dada.

Suena paranoide pero la realidad con sus hechos lo demuestra. Los medios de comunicación informan de las mismas noticias; de los 5 ó 6 temas, que producen en la primera plana. Con los mismos personajes permanentemente. El mundo tiene infinidades de temas de importancia y miles de hombres y mujeres de bien. Sin embargo, para los medios existen 4 ó 5 realidades. La sociedad, distraída, consume solamente esta 4 ó 5 realidades de noticias y se considera informada ¿informada?.

Para saberlo sería importante obtener el dato de cuántos diarios llegan a la región, incluidos los nuestros. Sumar y tomarlos en relación a la población que somos. Podría dar cuenta de cuánta gente lee diarios y cuántos se informas. El resultado puede ser una asombrosa respuesta.

Otro sería saber cuántas personas están abonadas a un canal de cable y establecer cuántas miran noticieros. Igual ejercicio: población y cantidad de abonados al servicio. Quedan las radios. Aquí un poco más difícil porque el dial está repartido con una importante cantidad de emisoras. No obstante, haga sintonía, escuche cuántas radios producen, informan y cuántas noticias locales emiten a diario.

El último, más complejo: anotar cuantos protagonistas de la realidad social local y regional son los que aparecen en las noticias, tanto en radios y diarios, por lo menos de lunes a viernes de 9 a 12 único horario de labor periodística en El Bolsón.

Quizás pueda entender lo que se pretende expresar aquí en el día del periodista y verá que para muestra, basta un botón.

* Periodista
DNI 11.595.680

1 Comentá esta nota:

cedelio dijo...

Hoy, 6 de junio es el día de la Ingeniería Argentina, mañana es el del periodista

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