Por Abla Carballo *
Hace 35 años, en la puerta de la Confederación General del Trabajo (CGT), mataron a José Ignacio Rucci.
El ataque realizado por Montoneros desafiando al presidente Juan Domingo Perón fue para mostrarle que existía la banda armada y que, de ahí en más debía “negociar” con ellos.
La consigna previa de acción psicológica ideada por Juan Carlos Dante Gullo (NG “Canca”) circuló como: “Rucci, traidor, a vos te va a pasar lo mismo que a Vandor”.
Hace 35 años, en la puerta de la Confederación General del Trabajo (CGT), mataron a José Ignacio Rucci.
El ataque realizado por Montoneros desafiando al presidente Juan Domingo Perón fue para mostrarle que existía la banda armada y que, de ahí en más debía “negociar” con ellos.
La consigna previa de acción psicológica ideada por Juan Carlos Dante Gullo (NG “Canca”) circuló como: “Rucci, traidor, a vos te va a pasar lo mismo que a Vandor”.
Apenas dos días después del tercer triunfo electoral de Perón ejecutaron el siniestro aviso.
Rucci era leal al General y tenía mucho poder en el sindicalismo. Era una pieza importante en el proyecto político de Perón, tanto como el poderoso ministro de Economía, José Ber Gelbard.
El 25 de septiembre, Rucci iba a leer, por Canal 13 de TV: “...Ahora el fragor de las luchas ha pasado a convertirse en historia. La realidad de nuestros días es la unión, el trabajo y la paz. Por primera vez en 18 largos y sacrificados años se ha expresado sin limitación alguna, con absoluta soberanía, la voluntad popular”.
El crimen de José I. Rucci estampa una época amarga, repetida, de combates internos que atraviesa toda la historia argentina y sigue en la base de la precariedad nacional.
La solidaridad multiplica el poder al compartirlo
El poder se multiplica, en tanto se comparte.
Qué cosa es la crisis de las dirigencias sino un estado de alejamiento cupulístico de la escucha del pueblo, de lo que quiere, de lo que siente, de lo que necesita, de lo que reclama.
En tanto la fuga es más hacia arriba, a las alturas, la capacidad de escucha y de resonancia es menor.
Los asesores les pueden contar lo que pasa ahí, en el mejor de los casos interpretarlo a su modo. Las narraciones de los hechos vitales hay que escucharlas, porque no son de contenido, son de interjecciones.
No está el mensaje, está el metamensaje, como cuando dice “já! o ah!”. Ese gesto que acompaña y forma parte del “já!” es el que realmente tiene el contenido. Hay que ver el tono, el color, la vibración. El pueblo dice cosas inefables calladamente.
Hay que caminar, hay que escuchar para tener derecho a conducir y convalidar la conducción con la capacidad de fidelidad a la escucha.
Hay una chatura
En todos los órdenes se percibe una transmisión de pasividad domesticante que penetra al sujeto y al conjunto de relaciones, invadida por la chatura de una narración lineal. Así se realiza el vaciamiento colectivo del sentido crítico de la realidad. Se mira sólo lo que está bien o lo que está mal y finalmente sólo se ven tristes episodios de tironeo por el poder. Por espacios que no dicen nada a nadie, de nadie.
La sensación es que el ejercicio del poder está ligado con la dominación, no con el poder ligado a la concepción del poder como servicio.
No es una teoría contra otra teoría.
No hace falta tomar un modelo alemán o japonés. Hace falta ser tan “si mismos” para que puedan invitar y convalidar con una escucha próxima, un cambio que está en la Argentina. Que no aparece en los medios de comunicación ni en las noticias, a la que no se le hace reportajes ni entrevistas. Una Argentina creativa, arraigada, que mantiene identidad, que tiene que pasar de lo latente a lo patente, de lo oculto a lo expreso.
Para comprenderlo y vivirlo necesita de un cambio cultural.-
* DNI: 4.159.560
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