viernes, septiembre 12, 2008

Valijagate: el gabinete descalificó a la justicia, la diplomacia y la inteligencia de EE.UU


Fuente: Crítica de la Argentina

Ni yanquis ni chavistas: kirchneristas

Los ministros de Justicia y del Interior, el jefe de Gabinete, el canciller, más otras espadas K, recorrieron los medios para cuestionar la seriedad del juicio en Miami sobre el valijero que llegó con 800 mil dólares a la Argentina.

Nicolás Wiñazki

El juicio por el Valijagate, en Miami, es una “operación basura” de la Casa Blanca, Antonini Wilson es un “delincuente” y el FBI es una fuerza manipulable que inventó datos y pruebas para descalificar a Cristina Kirchner. La versión del Gobierno, que ayer fue difundida a través de declaraciones de varios ministros, fue gestada hace dos días en la Quinta de Olivos por el matrimonio presidencial. La idea de culpar a las autoridades políticas de los Estados Unidos fue consensuada entre los Kirchner, el canciller Jorge Taiana, el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, y el jefe de Gabinete, Sergio Massa, revelaron varias fuentes oficiales.

El miércoles por la noche, la Presidenta le adelantó a Taiana, por teléfono y desde Olivos, que el Gobierno debía contestar lo más rápido posible las versiones surgidas en el juicio de Miami que salpican cada vez más al Gobierno. La operación política y comunicacional contra el Valijagate se terminó de delinear en una reunión en el despacho de Massa, ayer por la mañana, de la que participaron este último funcionario, la propia Cristina, Taiana y Zannini. El secretario Legal y Técnico fue quien pidió con más énfasis destacar en el escrito oficial una posición condenatoria dura contra la Casa Blanca. Casi de casualidad, uno de los primeros en enterarse de la réplica agresiva que el Gobierno iba tomar con los Estados Unidos fue el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, que ayer visitó el sector presidencial de la Casa Rosada.

Taiana partió de esa reunión matutina con el texto final del comunicado de la Cancillería donde, entre otras cosas, se culpa al FBI –en conjunto con “autoridades políticas”– de haber “armado y producido” material para dañar políticamente al Gobierno. La Cancillería se refiere al audio donde Antonini Wilson reveló –frente a su ex socio Franklin Durán y el abogado argentino Guillermo Ledesma– que quien le pidió que entre al país con una valija repleta de dólares sin declarar fue Claudio Uberti, ex funcionario pero aún cercano a Kirchner.

Al mediodía, la “jauría” de ministros estaba lista para pasear por los medios. El jefe de Gabinete, Sergio Massa, se acercó a los periodistas en el Salón Blanco, tras un acto por el Día del Maestro, y lanzó la primera acusación contra Antonini: “Que un delincuente como Antonini haga afirmaciones sobre el Gobierno argentino y se le dé crédito es como decir que un condenado a prisión perpetua haga afirmaciones sobre un funcionario y se le dé crédito”, se enojó, y agregó: “Lo que esperamos es que Antonini se presente en la Justicia argentina. Que venga y diga lo que tenga que decir. El dinero que ingresó está todavía en la Aduana, con lo cual es improbable que se haya utilizado para financiar alguna campaña”.

En el mismo sentido, y con pocos minutos de diferencia, se sumó la declaración del ministro del Interior, Florencio Randazzo: “Es lamentable que en nuestro país se tome como verdadera una declaración de un delincuente. Sobre él pesan tres pedidos de extradición que no fueron resueltos”. Después acusó al FBI de haber armado “una operación” y tomó como ciertas las declaraciones del abogado Ledesma, que había negado en una entrevista radial haber dicho ante Antonini, durante un encuentro que el FBI asegura que fue grabado de manera limpia y lícita, que “Kirchner y Chávez” garantizarían un arreglo político sobre el caso.

A pesar de que Randazzo se escudó en los dichos de Ledesma para alimentar la versión K, el abogado contradice en un punto esencial a la historia oficial: según él, Antonini “el delincuente” Wilson le contó que visitó la Casa Rosada el día después de su llegada al país con valija incluida. A eso se suman las declaraciones de la ex secretaria de Uberti, Victoria Bereziuk, quien fue la primera que contó que el venezolano había presenciado un acto presidencial en el Salón Blanco de la Rosada.

Randazzo y Massa no se quedaron solos en su embestida mediática antiyanqui. El ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, se sumó a sus dichos y, como siempre, utilizó la ironía y el humor para castigar a los adversarios de turno del oficialismo: “A todas luces, esta causa es inventada, es bien preparada como para generar complicaciones”, dijo, y graficó: “Es torpe, es casi un episodio de Maxwell Smart”. Fernández acusó así al FBI, el mismo organismo que defendía hace pocos meses. A fines de mayo, recibió al subdirector de esa fuerza, John Pistole (sic), con quien almorzó y trató temas de agenda conjunta.

El senador Miguel Pichetto también hizo de vocero ofuscado de la Casa Rosada: “Antonini cometió en nuestro país un acto ilegal al intentar introducir dinero de contrabando”. A pesar de la dureza K, el Departamento de Estado no se sorprendió por el repentino ataque de un Gobierno que hace apenas 15 días resaltaba el relanzamiento de la relación bilateral. Por la mañana, la Presidenta había instruido al embajador en Washington, Héctor Timerman, para que comunique la posición oficial al subsecretario de Asuntos Hemisféricos para la Región, Tom Shannon. Según la versión oficial, Timerman le dijo que es “una vergüenza que Estados Unidos no responda nunca los pedidos de extradición”. Shannon habría respondido que las declaraciones del Gobierno “no afectan la estima y las buenas relaciones que tienen los dos gobiernos”.

Ésa no fue la única comunicación entre la Casa Rosada y la diplomacia de los Estados Unidos. A las cinco y media de la tarde, Massa llamó por teléfono al embajador norteamericano, Earl Anthony Wayne, con quien había estado reunido hace 15 días. “Creemos que este caso es un retroceso en nuestras relaciones, sobre todo teniendo en cuenta el buen diálogo que veníamos manteniendo”, le transmitió, palabras más, palabras menos, según reconstruyeron fuentes diplomáticas. Wayne se comportó como un caballero y siguió la línea de su jefe Shannon: “La Justicia de mi país es independiente. Este caso no debe afectar las relaciones bilaterales”, remarcó. A la noche, su embajada emitió un comunicado donde destacó que el juicio de Miami “está relacionado con acciones llevadas a cabo en los Estados Unidos por determinados individuos que no son argentinos en contravención a leyes estadounidenses”. La Casa Rosada conocía de antemano el contenido de ese comunicado porque la Embajada suele avisar a los funcionarios nacionales cada vez que envía un escrito a los medios.

Los funcionarios más cercanos a la Presidenta dicen ser conscientes de que el juicio en Miami continuará generando más “malas” noticias para el kirchnerismo. Por eso ya preparan una nueva operación. Según pudo saber Crítica de la Argentina, el Gobierno dejará trascender la versión –como si fuera información calificada y no especulaciones no comprobadas– de que el fiscal Tom Mulvihill tiene intenciones de candidatearse electoralmente en su distrito, la Florida, donde es “bien visto ser antichavista y anticastrista”.

El Valijagate recién empieza.

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