Enviado por Marta Sahores
Fuente: Crítica de la Argentina
Fuente: Crítica de la Argentina
Por Miguel Bonasso
El debate sobre la ley de protección a los glaciares, vetada por el Ejecutivo, debe ser asumido por los legisladores y por la sociedad.
Los glaciares no son, simplemente, una atracción turística, un escenario suntuoso para desfiles de modelos. Constituyen una de las mayores reservas de agua dulce del planeta y aunque castigados ellos mismos por el calentamiento global siguen siendo, pese a todo, un factor que atempera y ralenta ese calentamiento. Impedir que los destruyan o contaminen es una cuestión de vida o muerte.
El dicho popular sentencia: “Sin oro podemos vivir, sin agua no”. Sin embargo, hay quienes siguen considerando, como el Rey Midas, que el oro es la medida de todas las cosas de la Tierra, aunque la Tierra perezca.
Por eso, el debate sobre la ley de protección a los glaciares que fue vetada días atrás por el Poder Ejecutivo debe ser asumido por los legisladores que votaron por unanimidad esa norma y por el conjunto de la sociedad que puede ver afectados sus intereses vitales si el rechazo presidencial se impone.
Estamos frente a una de esas decisiones capitales que sobrevuelan los intereses parciales, la disciplina partidaria que exige la obediencia debida o las chicanas entre oficialistas y opositores. Estamos frente a una decisión de Estado. Del Estado entendido como síntesis institucional de las necesidades actuales y futuras de la sociedad y no como expresión circunstancial de tal o cual gobierno.
Un breve resumen para que el lector entienda de qué estamos hablando.
El 13 de noviembre de 2007, en la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Cámara de Diputados que presido, aprobamos por unanimidad un proyecto de ley de la diputada (mandato cumplido) Marta Maffei de “presupuestos mínimos para la protección de los glaciares y del ambiente periglacial”. La norma tenía como objeto preservar los glaciares y sus zonas aledañas cubiertas de hielo (permafrost), para mantenerlos como reservas estratégicas de recursos hídricos y proveedores de agua de recarga de cuencas hidrográficas que vienen desde la cordillera de los Andes hacia el océano Atlántico. También proponía la creación de un inventario de glaciares y geoformas periglaciales de todo el territorio nacional. Y, como es lógico, prohibía la explotación minera o petrolífera sobre los glaciares y sus heladas adyacencias.
El proyecto de la entonces diputada del ARI contó con el asesoramiento científico del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianiglia), a través de su propio director, el doctor Ricardo Villalba.
El dictamen de Comisión fue elevado al pleno sin disidencias ni observaciones y fue aprobado por unanimidad en el recinto el 22 de noviembre de 2007. Reitero: no tuvo votos negativos. Hubo solamente dos abstenciones, la del jujeño Carlos Snopek y la mendocina Susana Amanda Genem. Lo votaron los diputados de las “provincias cordilleranas” que estaban presentes. Incluidos los sanjuaninos y sanjuaninas Margarita Ferrá de Bartol, Juan Carlos Gioja, Ruperto Eduardo Godoy y José Rubén Uñac. Leer más
El debate sobre la ley de protección a los glaciares, vetada por el Ejecutivo, debe ser asumido por los legisladores y por la sociedad.
Los glaciares no son, simplemente, una atracción turística, un escenario suntuoso para desfiles de modelos. Constituyen una de las mayores reservas de agua dulce del planeta y aunque castigados ellos mismos por el calentamiento global siguen siendo, pese a todo, un factor que atempera y ralenta ese calentamiento. Impedir que los destruyan o contaminen es una cuestión de vida o muerte.
El dicho popular sentencia: “Sin oro podemos vivir, sin agua no”. Sin embargo, hay quienes siguen considerando, como el Rey Midas, que el oro es la medida de todas las cosas de la Tierra, aunque la Tierra perezca.
Por eso, el debate sobre la ley de protección a los glaciares que fue vetada días atrás por el Poder Ejecutivo debe ser asumido por los legisladores que votaron por unanimidad esa norma y por el conjunto de la sociedad que puede ver afectados sus intereses vitales si el rechazo presidencial se impone.
Estamos frente a una de esas decisiones capitales que sobrevuelan los intereses parciales, la disciplina partidaria que exige la obediencia debida o las chicanas entre oficialistas y opositores. Estamos frente a una decisión de Estado. Del Estado entendido como síntesis institucional de las necesidades actuales y futuras de la sociedad y no como expresión circunstancial de tal o cual gobierno.
Un breve resumen para que el lector entienda de qué estamos hablando.
El 13 de noviembre de 2007, en la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Cámara de Diputados que presido, aprobamos por unanimidad un proyecto de ley de la diputada (mandato cumplido) Marta Maffei de “presupuestos mínimos para la protección de los glaciares y del ambiente periglacial”. La norma tenía como objeto preservar los glaciares y sus zonas aledañas cubiertas de hielo (permafrost), para mantenerlos como reservas estratégicas de recursos hídricos y proveedores de agua de recarga de cuencas hidrográficas que vienen desde la cordillera de los Andes hacia el océano Atlántico. También proponía la creación de un inventario de glaciares y geoformas periglaciales de todo el territorio nacional. Y, como es lógico, prohibía la explotación minera o petrolífera sobre los glaciares y sus heladas adyacencias.
El proyecto de la entonces diputada del ARI contó con el asesoramiento científico del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianiglia), a través de su propio director, el doctor Ricardo Villalba.
El dictamen de Comisión fue elevado al pleno sin disidencias ni observaciones y fue aprobado por unanimidad en el recinto el 22 de noviembre de 2007. Reitero: no tuvo votos negativos. Hubo solamente dos abstenciones, la del jujeño Carlos Snopek y la mendocina Susana Amanda Genem. Lo votaron los diputados de las “provincias cordilleranas” que estaban presentes. Incluidos los sanjuaninos y sanjuaninas Margarita Ferrá de Bartol, Juan Carlos Gioja, Ruperto Eduardo Godoy y José Rubén Uñac. Leer más
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