Por Ángel Daniel Morales *
Hace unos días recibí con el título de Carta abierta al pueblo de El Bolsón, firmada por el jefe del cuartel de Bomberos Voluntarios, Juan Fernández, donde relata el pesar de un hombre que, servidor público, soporta la demanda de un vecino.
Juan expone las razones por lo cual asumió serlo, resaltando las vicisitudes en todos estos años, de él y sus otros camaradas que están en el frente del combate. Aún en penosas situaciones que describe, no deja de lado el sentimiento y la desazón de que su familia haya pasado en soledad muchas navidades y hasta fiesta de Año Nuevo porque ellos eran requeridos ante un incendio.
Vale la pena leerla, seguida de algunos conceptos atrevidos que describo seguidamente.
Hace unos días recibí con el título de Carta abierta al pueblo de El Bolsón, firmada por el jefe del cuartel de Bomberos Voluntarios, Juan Fernández, donde relata el pesar de un hombre que, servidor público, soporta la demanda de un vecino.
Juan expone las razones por lo cual asumió serlo, resaltando las vicisitudes en todos estos años, de él y sus otros camaradas que están en el frente del combate. Aún en penosas situaciones que describe, no deja de lado el sentimiento y la desazón de que su familia haya pasado en soledad muchas navidades y hasta fiesta de Año Nuevo porque ellos eran requeridos ante un incendio.
Vale la pena leerla, seguida de algunos conceptos atrevidos que describo seguidamente.
La demanda de un vecino a los bomberos voluntarios de El Bolsón abre interrogantes que solamente la justicia deberá responder. No obstante, la pregunta sería si cabe que algún buen vecino pueda iniciar una demanda a una institución de servidores públicos que trabajan voluntariamente, por el hecho de que un incendio acabó con su casa. Claro, de hecho sí puede hacerlo porque lo hizo.
Pero ningún poblador que viva aquí desde siempre podría ignorar, en este caso puntual, que los incendios son provocados en un 99% por causas humanas. Es decir, el fuego lo inicia el hombre y lo que el fuego provoque debe ser de su exclusiva responsabilidad.
Lo bomberos, en este caso el cuerpo de voluntarios, hacen prevención y son llamados para sofocar el fuego que se propaga. No llegan como por arte de magia ni bien comienza el incendio. Por eso se instalan en la comunidad mediante mensajes y haciendo que las personas tomen dimensión real del peligro y sean responsables del manejo del fuego para evitar accidentes, tan comunes y domésticos en casa.
Si no lo sabe el demandante, al menos debería saberlo el letrado patrocinante que lleva la presentación a la justicia.
Si prospera esta demencial arremetida legal a los bomberos voluntarios del pueblo sentaría jurisprudencia y haría que nos quedemos a corto plazo sin servidores públicos. Porque, estimo de ser así, que no habrá en la sociedad voluntario alguno que se arriesgue a salvar una vida y/o a sofocar un fuego sin antes tomar medidas reglamentarias y de orden legal. Sería un verdadero bochorno.
El incendio ocurrido hace dos años en Villa Turismo fue producto de lo que, a posterior, provocó discusiones que llevaron al debate sobre el origen del fuego y el modo en el que operó la dotación de bomberos. Lo que no debió haber - a mi elemental entender - es una demanda, un juicio penal por el hecho que alguien perdió su vivienda en un incendio.
Qué hubiera sido si todos los incendios del mundo que arrojaron pérdidas totales llevaran como colateralidad un juicio a los bomberos; hace tiempo no habría servidores públicos en el planeta. Porque nadie en su sano juicio puede presumir echarle culpas a los bomberos porque el fuego le quemó la casa. Tan irracional como robarle la limosna a un ciego.
No sería necesario aquí, pero vale aclarar que El Bolsón como localidad cordillerana presenta un suelo irregular y que muchas viviendas fuera del denominado casco urbano fueron construidas en lugares inaccesibles para automotores de gran porte, como los son camiones cisternas y autobombas que incluyen la flota del cuartel local de bomberos (No hace mucho un camión de un corralón local cargado de material volcó por esa misma zona). El relieve de los caminos es propio de la montaña. Y vivimos en los confines del primer mundo. Pero si creemos que por estarlo haremos juicio a todo, la sociedad también podría iniciarle una demanda al demandante por su ingenuidad ofensiva y degradante.
Siempre habrá en nuestra bendita sociedad letrados arriesgados que se arrogan su derecho de llevar pretendida y aventuradamente este tipo de casos a la justicia, sin importar la erogación que le genera al estado que son los fondos provenientes del trabajo y esfuerzo cotidiano de los contribuyentes. Considero como tal, y quizás me esté equivocando, que no existe fundamento, no tiene asidero ni sentido común la demanda.
Si prosperara tal presentación para adversidad de la institución bomberil, deberán vender hasta las mangueras para pagarle. Tan increíble como infantil que ocurra, pero no asombra en una sociedad que el escritor Marcos Aguinis denomina "La conspiración de los idiotas". No obstante, en la montaña también crecen zapallos. Asumo con término agricultor el dolor que me produce en el corazón tanta vanidad arremetida.
Finalmente cabría preguntarse si se hará lugar a esta presentación habiendo tantas calamidades en la sociedad que merecen la acción de la justicia. La sociedad argentina es rehén de leyes incumplidas producto de políticas mal aplicadas provenientes de la soberbia y la demagogia de los hombres que la profesan, generando el desamparo del Estado. Esta ausencia estatal es la que ha provocado la inseguridad jurídica que permite la discrecionalidad de los "hombres de ley". En lugar de asumir defensas y postetades propias de la Constitución derivan en juicios ingratos a instituciones de bien social como en este caso, los bomberos voluntarios de El Bolsón.
(Aquí la carta de Fernández)
* CI 11.291.467
Pero ningún poblador que viva aquí desde siempre podría ignorar, en este caso puntual, que los incendios son provocados en un 99% por causas humanas. Es decir, el fuego lo inicia el hombre y lo que el fuego provoque debe ser de su exclusiva responsabilidad.
Lo bomberos, en este caso el cuerpo de voluntarios, hacen prevención y son llamados para sofocar el fuego que se propaga. No llegan como por arte de magia ni bien comienza el incendio. Por eso se instalan en la comunidad mediante mensajes y haciendo que las personas tomen dimensión real del peligro y sean responsables del manejo del fuego para evitar accidentes, tan comunes y domésticos en casa.
Si no lo sabe el demandante, al menos debería saberlo el letrado patrocinante que lleva la presentación a la justicia.
Si prospera esta demencial arremetida legal a los bomberos voluntarios del pueblo sentaría jurisprudencia y haría que nos quedemos a corto plazo sin servidores públicos. Porque, estimo de ser así, que no habrá en la sociedad voluntario alguno que se arriesgue a salvar una vida y/o a sofocar un fuego sin antes tomar medidas reglamentarias y de orden legal. Sería un verdadero bochorno.
El incendio ocurrido hace dos años en Villa Turismo fue producto de lo que, a posterior, provocó discusiones que llevaron al debate sobre el origen del fuego y el modo en el que operó la dotación de bomberos. Lo que no debió haber - a mi elemental entender - es una demanda, un juicio penal por el hecho que alguien perdió su vivienda en un incendio.
Qué hubiera sido si todos los incendios del mundo que arrojaron pérdidas totales llevaran como colateralidad un juicio a los bomberos; hace tiempo no habría servidores públicos en el planeta. Porque nadie en su sano juicio puede presumir echarle culpas a los bomberos porque el fuego le quemó la casa. Tan irracional como robarle la limosna a un ciego.
No sería necesario aquí, pero vale aclarar que El Bolsón como localidad cordillerana presenta un suelo irregular y que muchas viviendas fuera del denominado casco urbano fueron construidas en lugares inaccesibles para automotores de gran porte, como los son camiones cisternas y autobombas que incluyen la flota del cuartel local de bomberos (No hace mucho un camión de un corralón local cargado de material volcó por esa misma zona). El relieve de los caminos es propio de la montaña. Y vivimos en los confines del primer mundo. Pero si creemos que por estarlo haremos juicio a todo, la sociedad también podría iniciarle una demanda al demandante por su ingenuidad ofensiva y degradante.
Siempre habrá en nuestra bendita sociedad letrados arriesgados que se arrogan su derecho de llevar pretendida y aventuradamente este tipo de casos a la justicia, sin importar la erogación que le genera al estado que son los fondos provenientes del trabajo y esfuerzo cotidiano de los contribuyentes. Considero como tal, y quizás me esté equivocando, que no existe fundamento, no tiene asidero ni sentido común la demanda.
Si prosperara tal presentación para adversidad de la institución bomberil, deberán vender hasta las mangueras para pagarle. Tan increíble como infantil que ocurra, pero no asombra en una sociedad que el escritor Marcos Aguinis denomina "La conspiración de los idiotas". No obstante, en la montaña también crecen zapallos. Asumo con término agricultor el dolor que me produce en el corazón tanta vanidad arremetida.
Finalmente cabría preguntarse si se hará lugar a esta presentación habiendo tantas calamidades en la sociedad que merecen la acción de la justicia. La sociedad argentina es rehén de leyes incumplidas producto de políticas mal aplicadas provenientes de la soberbia y la demagogia de los hombres que la profesan, generando el desamparo del Estado. Esta ausencia estatal es la que ha provocado la inseguridad jurídica que permite la discrecionalidad de los "hombres de ley". En lugar de asumir defensas y postetades propias de la Constitución derivan en juicios ingratos a instituciones de bien social como en este caso, los bomberos voluntarios de El Bolsón.
(Aquí la carta de Fernández)
* CI 11.291.467
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