Por Frente Vecinal Esquel
El 10 de diciembre es tal vez la fecha más importante en la historia reciente de nuestro país, porque ese día, hace hoy 25 años, recuperábamos la normalidad institucional y el respeto por las formas constitucionales.
No fue nada casual la elección de la fecha del 10 de diciembre por el entonces presidente electo Raúl Alfonsín para dar inicio a esta nueva etapa. Porque coincide con el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1948.
Es así como en el día de hoy vivimos una doble celebración: 60 años de la Declaración de DDHH y 25 años de vida democrática.
Tras los años de oscuridad de la dictadura militar, la vuelta a la vida democrática significó asumir un largo aprendizaje, con más errores que aciertos entre marchas y contramarchas pero convencidos de que es el camino que queremos recorrer.
Quienes integramos el Frente Vecinal Esquel no desconocemos que en este cuarto de siglo se han sucedido hechos buenos y malos y que muchas de las conductas de quienes dicen representarnos muchas veces se han apartado de las verdaderas necesidades de la gente común.
Más allá de las vivencias de cada uno, este doble aniversario impone practicar la larga paciencia que toda democracia exige. Esta continuidad democrática a lo largo de un cuarto de siglo, no se vio reflejada en el fortalecimiento de las instituciones republicanas; por el contrario el descrédito de los poderes del estado alcanzó además a los partidos políticos. La situación fue aprovechada por los que transformaron la política en un negocio particular.
En lo referente a los Derechos Humanos, si bien en la materia se han producido avances, como por ejemplo, en la lucha contra la impunidad, existen otros temas fundamentales que requieren mayor atención que la que actualmente se otorga, principalmente la erradicación del hambre, la pobreza y la exclusión y la construcción de una sociedad más justa en que la igualdad de oportunidades sea una realidad. La eliminación de la violencia de género y de clase, el reconocimiento efectivo a los pueblos originarios, el aprendizaje del lenguaje de la tolerancia y la necesidad de un pensar colectivo sin exclusiones, sin discriminación y sin clientelismo son, entre otras, asignaturas pendientes que es indispensable resolver.
Pero ello no nos debe hacer perder de vista el inmenso valor que la vida democrática encierra en sí misma y que sólo se aprecia cuando se pierde.
Y tampoco debemos olvidar que el poder último de la democracia reside en el pueblo, en los vecinos, y que en los momentos en que los vecinos decidimos tomar las decisiones trascendentes en nuestras manos, somos poco menos que invencibles, como ya lo hemos demostrado en forma contundente el 23 de marzo de 2003.
Ojalá sepamos, todos (y también nos incluimos, porque no nos consideramos exentos de errores), encontrar en estos 25 años recorridos las lecciones que nos permitan fortalecer la institucionalidad, que es el único marco en el cual debiéramos resolver los conflictos y las necesidades de la sociedad.
El 10 de diciembre es tal vez la fecha más importante en la historia reciente de nuestro país, porque ese día, hace hoy 25 años, recuperábamos la normalidad institucional y el respeto por las formas constitucionales.
No fue nada casual la elección de la fecha del 10 de diciembre por el entonces presidente electo Raúl Alfonsín para dar inicio a esta nueva etapa. Porque coincide con el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1948.
Es así como en el día de hoy vivimos una doble celebración: 60 años de la Declaración de DDHH y 25 años de vida democrática.
Tras los años de oscuridad de la dictadura militar, la vuelta a la vida democrática significó asumir un largo aprendizaje, con más errores que aciertos entre marchas y contramarchas pero convencidos de que es el camino que queremos recorrer.
Quienes integramos el Frente Vecinal Esquel no desconocemos que en este cuarto de siglo se han sucedido hechos buenos y malos y que muchas de las conductas de quienes dicen representarnos muchas veces se han apartado de las verdaderas necesidades de la gente común.
Más allá de las vivencias de cada uno, este doble aniversario impone practicar la larga paciencia que toda democracia exige. Esta continuidad democrática a lo largo de un cuarto de siglo, no se vio reflejada en el fortalecimiento de las instituciones republicanas; por el contrario el descrédito de los poderes del estado alcanzó además a los partidos políticos. La situación fue aprovechada por los que transformaron la política en un negocio particular.
En lo referente a los Derechos Humanos, si bien en la materia se han producido avances, como por ejemplo, en la lucha contra la impunidad, existen otros temas fundamentales que requieren mayor atención que la que actualmente se otorga, principalmente la erradicación del hambre, la pobreza y la exclusión y la construcción de una sociedad más justa en que la igualdad de oportunidades sea una realidad. La eliminación de la violencia de género y de clase, el reconocimiento efectivo a los pueblos originarios, el aprendizaje del lenguaje de la tolerancia y la necesidad de un pensar colectivo sin exclusiones, sin discriminación y sin clientelismo son, entre otras, asignaturas pendientes que es indispensable resolver.
Pero ello no nos debe hacer perder de vista el inmenso valor que la vida democrática encierra en sí misma y que sólo se aprecia cuando se pierde.
Y tampoco debemos olvidar que el poder último de la democracia reside en el pueblo, en los vecinos, y que en los momentos en que los vecinos decidimos tomar las decisiones trascendentes en nuestras manos, somos poco menos que invencibles, como ya lo hemos demostrado en forma contundente el 23 de marzo de 2003.
Ojalá sepamos, todos (y también nos incluimos, porque no nos consideramos exentos de errores), encontrar en estos 25 años recorridos las lecciones que nos permitan fortalecer la institucionalidad, que es el único marco en el cual debiéramos resolver los conflictos y las necesidades de la sociedad.
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