Por Familia Galván
Fotos: Germán Pasini
El viernes por la tardecita recibimos la visita de dos jóvenes canadienses, quienes habían partido el 7 de septiembre del 2008 de la ciudad de Montreal, Canadá. Siguieron camino en sus motocicletas BMW 650, hacia su meta final: la ciudad de Ushuaia en la Tierra del Fuego. Habiendo recorrido algo así como 30.000 kilómetros, hicieron noche en nuestro hogar, con quienes nos une un parentesco lejano con uno de ellos.
Presurosos por cumplir con la meta fijada y la necesidad de volver vía aérea a sus hogares y respectivas actividades, comentaron haber gastado unos u$s 10.000 en todo su periplo. Munidos de GPS y equipo de comunicación entre ambos, mostraban la fatiga de tamaña expedición.
Una de las tantas anécdotas que vivieron fue una noche mientras dormían en carpa, en el PN Yosemite, donde sus motocicletas fueron atacadas por un par de osos que reclamaron un ananá que habían olvidado ocultar del olfato de aquellos reyes de los bosques californianos. Sólo a la mañana siguiente pudieron darse cuenta de semejante ataque, que afortunadamente terminó en una anécdota risueña en su bitácora de viaje.
Fotos: Germán Pasini
El viernes por la tardecita recibimos la visita de dos jóvenes canadienses, quienes habían partido el 7 de septiembre del 2008 de la ciudad de Montreal, Canadá. Siguieron camino en sus motocicletas BMW 650, hacia su meta final: la ciudad de Ushuaia en la Tierra del Fuego. Habiendo recorrido algo así como 30.000 kilómetros, hicieron noche en nuestro hogar, con quienes nos une un parentesco lejano con uno de ellos.
Presurosos por cumplir con la meta fijada y la necesidad de volver vía aérea a sus hogares y respectivas actividades, comentaron haber gastado unos u$s 10.000 en todo su periplo. Munidos de GPS y equipo de comunicación entre ambos, mostraban la fatiga de tamaña expedición.
Una de las tantas anécdotas que vivieron fue una noche mientras dormían en carpa, en el PN Yosemite, donde sus motocicletas fueron atacadas por un par de osos que reclamaron un ananá que habían olvidado ocultar del olfato de aquellos reyes de los bosques californianos. Sólo a la mañana siguiente pudieron darse cuenta de semejante ataque, que afortunadamente terminó en una anécdota risueña en su bitácora de viaje.
Agradecemos la posibilidad de haber accedido a una nota y fotos a Mark y Maiko, de 31 y 32 años respectivamente, quienes agradecieron la hospitalidad recibida y prometieron volver con más tiempo para recorrer la zona con más detenimiento.
Los invitamos a ver acá su larga travesía
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