Por Daniel Moliterno *
Cuando se habla de “dictadura” probablemente lo primero que se le venga a uno a la mente es el acceso violento al poder, un golpe de Estado. Sin embargo no es ése el aspecto que con mayor precisión define lo dictatorial. Es cierto que sin excepción los golpes de Estado han dado paso a gobiernos dictatoriales, pero, más allá de este hecho fuera de discusión, lo que caracteriza a un gobierno dictatorial no es tanto el modo de acceso al poder sino el modo de ejercicio del poder.
Un caso que ilustra perfectamente lo antedicho es el de Hitler, que el 5 de marzo de 1933 ganó las elecciones con el 44% de los votos, y sin embargo, todos sabemos lo que pasó después.
Es interesante observar cómo define el diccionario de la Real Academia Española el término “Dictadura”: Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país.
Reforzando la idea ya expresada, hemos de notar que la definición habla de “ejercer” la autoridad, sin hacer mención al acceso a la autoridad.
Cabe preguntarnos si es posible que un gobierno legítimo, es decir uno que haya accedido al poder por medios democráticos e incuestionables, pueda mostrar rasgos dictatoriales. Para aproximarnos a una respuesta abierta a la reflexión puede ayudarnos revisar el concepto de “Democracia”.
Suele suceder que una rápida imagen acerca de qué es un gobierno democrático esté asociada al concepto de “gobierno de la mayoría”; no obstante ésta es una idea errónea.
…en una democracia gobiernan la mayoría Y las minorías. Uno de los principios que debe respetar todo sistema democrático, para poder ser considerado una verdadera democracia, es el derecho de representación de las minorías.
Este principio es el que permite que en todos los cuerpos colegiados que forman parte de nuestro sistema, exista voz y voto que represente a los grupos minoritarios. Porque el gobierno de las mayorías no es democracia. Democracia es el gobierno de todos.
Una versión totalmente defendible de la democracia debe satisfacer simultáneamente tres condiciones: debe lograr la igualdad política, sus decisiones deben incorporar la deliberación y debe evitar la tiranía de la mayoría.
Demos un paso más para preguntarnos si es suficiente el cumplimiento formal de lo prescripto aún cuando en la práctica desde el poder se haga todo lo posible para debilitar a las minorías, eludir el debate, llegándose incluso como se ha visto a literalmente inventar un partido pseudo opositor que, subordinado a la mayoría, ocupe un lugar entre las minorías .
Sería de esperar que nuestra joven democracia madure de modo tal que se aprenda a apreciar genuinamente las voces disidentes, a valorar el equilibrio que deviene de la relación oficialismo – oposición, a comprender la importancia del debate abierto sin mordazas…
Todos deberíamos celebrar la vida en democracia; todos sin excepción; aquellos que generacionalmente hemos padecido más de una dictadura y quienes, más jóvenes, han nacido y crecido en el escenario democrático. Esta valoración exige que cada quien en la medida de sus posibilidades aporte al enriquecimiento de esta forma de organización política; sobre todo aquellos en cuyas manos la voluntad popular ha puesto circunstancialmente el ejercicio de la autoridad.
* L.E. 8.007.149
Cuando se habla de “dictadura” probablemente lo primero que se le venga a uno a la mente es el acceso violento al poder, un golpe de Estado. Sin embargo no es ése el aspecto que con mayor precisión define lo dictatorial. Es cierto que sin excepción los golpes de Estado han dado paso a gobiernos dictatoriales, pero, más allá de este hecho fuera de discusión, lo que caracteriza a un gobierno dictatorial no es tanto el modo de acceso al poder sino el modo de ejercicio del poder.
Un caso que ilustra perfectamente lo antedicho es el de Hitler, que el 5 de marzo de 1933 ganó las elecciones con el 44% de los votos, y sin embargo, todos sabemos lo que pasó después.
Es interesante observar cómo define el diccionario de la Real Academia Española el término “Dictadura”: Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país.
Reforzando la idea ya expresada, hemos de notar que la definición habla de “ejercer” la autoridad, sin hacer mención al acceso a la autoridad.
Cabe preguntarnos si es posible que un gobierno legítimo, es decir uno que haya accedido al poder por medios democráticos e incuestionables, pueda mostrar rasgos dictatoriales. Para aproximarnos a una respuesta abierta a la reflexión puede ayudarnos revisar el concepto de “Democracia”.
Suele suceder que una rápida imagen acerca de qué es un gobierno democrático esté asociada al concepto de “gobierno de la mayoría”; no obstante ésta es una idea errónea.
…en una democracia gobiernan la mayoría Y las minorías. Uno de los principios que debe respetar todo sistema democrático, para poder ser considerado una verdadera democracia, es el derecho de representación de las minorías.
Este principio es el que permite que en todos los cuerpos colegiados que forman parte de nuestro sistema, exista voz y voto que represente a los grupos minoritarios. Porque el gobierno de las mayorías no es democracia. Democracia es el gobierno de todos.
Una versión totalmente defendible de la democracia debe satisfacer simultáneamente tres condiciones: debe lograr la igualdad política, sus decisiones deben incorporar la deliberación y debe evitar la tiranía de la mayoría.
Demos un paso más para preguntarnos si es suficiente el cumplimiento formal de lo prescripto aún cuando en la práctica desde el poder se haga todo lo posible para debilitar a las minorías, eludir el debate, llegándose incluso como se ha visto a literalmente inventar un partido pseudo opositor que, subordinado a la mayoría, ocupe un lugar entre las minorías .
Sería de esperar que nuestra joven democracia madure de modo tal que se aprenda a apreciar genuinamente las voces disidentes, a valorar el equilibrio que deviene de la relación oficialismo – oposición, a comprender la importancia del debate abierto sin mordazas…
Todos deberíamos celebrar la vida en democracia; todos sin excepción; aquellos que generacionalmente hemos padecido más de una dictadura y quienes, más jóvenes, han nacido y crecido en el escenario democrático. Esta valoración exige que cada quien en la medida de sus posibilidades aporte al enriquecimiento de esta forma de organización política; sobre todo aquellos en cuyas manos la voluntad popular ha puesto circunstancialmente el ejercicio de la autoridad.
* L.E. 8.007.149
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