jueves, marzo 05, 2009

Opinión: “Protesta docente y solidaridad”


Por Daniel Moliterno *

Foto: Germán Pasini

Días atrás, en ocasión de dar a conocer la convocatoria al paro docente del lunes 2, la conductora de un programa periodístico de Esquel agregó a la noticia un comentario señalando que “cada docente verá si adhiere o no a la medida”. Probablemente esta apreciación, realizada a la par del anuncio del paro, haya sido tomada con naturalidad por una parte de la audiencia a pesar de ser absolutamente impertinente

Por supuesto va de suyo que cada individuo tiene la libertad de decidir sus actos en éste como en todo aspecto de la vida, sin embargo el espíritu y la tradición de la vida gremial jamás ha tomado a la ligera la conducta de quienes privilegian sus intereses personales por sobre los intereses del conjunto cuya base ética es la SOLIDARIDAD.

Cuando hablamos de SOLIDARIDAD no lo hacemos en el sentido de las pretensiones del Gobierno quien manipula ese concepto para conseguir justamente lo contrario; es decir, quebrar el sentido de pertenencia laboral y vocacional de los docentes diluyéndolo en un conjunto difuso. La SOLIDARIDAD (de sólido, fuerte) precisamente implica reconocerse COMPAÑEROS (los que comparten el pan, el trabajo para la conquista del pan).

Vale la pena recordar que desde su origen, allá sobre finales de la Edad Media, los gremios, también llamados cofradías (hermandades) nacieron y crecieron en base a la voluntad solidaria de defender los intereses colectivos de grupos reunidos en torno a determinadas actividades laborales y, desde la fuerza y solidez del conjunto buscar soluciones para sus necesidades.

La “moral” liberal y su más acabada expresión, el individualismo , se contrapone con la ética de aquel espíritu y, consecuentemente, el comportamiento individualista en relación con las luchas gremiales siempre fue juzgado con dureza .

De no haber sido por ese espíritu de conjunto difícilmente se hubieran logrados muchos de los derechos que hoy se le reconocen a los trabajadores. Los Convenios Colectivos de Trabajo, la Jornada laboral, las vacaciones pagas, el descanso semanal y muchos otros, son los frutos de las luchas de aquellos grupos de trabajadores, a costa de enormes sacrificios, y, en no pocos casos, ¡al precio de la propia vida!

Es imprescindible comprender que toda lucha en pos de mejoras laborales implica esfuerzos e incomodidades y que el sentido de pertenencia, la solidaridad y el genuino compañerismo, exigen que éstos sean asumidos con grandeza.

Naturalmente uno comprende, en cierta medida, que desde una perspectiva individual algunos docentes piensen en el descuento del día de paro, en sus obligaciones económicas, etc. Ése es el juego perverso del patrón. Es, digámoslo, una forma sutil de REPRESIÓN; otra versión de los palazos o balazos cuando la queja de los trabajadores no puede ser acallada.

Pero también debe comprenderse que el descuento de los días de huelga es tan ilegítimo como las otras formas de represión más cruentas y merece el recurso ante la Justicia por parte de los damnificados.

Una vez más digamos que cada individuo tendrá siempre la posibilidad de decidir la conducta a adoptar, pero digamos también que la tradición de las luchas gremiales, a las que tanto le debemos los trabajadores y la sociedad toda, no ha tenido concesiones con aquellos que anteponen su conveniencia o comodidad personal a los intereses del conjunto al que pertenecen.

Hasta tanto los gobernantes de turno no comprendan y acepten que la Educación es prioridad, que su fundamento es el encuentro entre personas; que uno de los extremos de ese encuentro es el Docente y que es imprescindible darle a cada docente las mejores condiciones laborales, entre ellas un salario adecuado; hasta tanto no suceda eso, seguiremos penando como sociedad.

Es el momento de levantar la vista y mirar a quienes tenemos a nuestro lado que, para el caso en cuestión, es cada uno de nuestros compañeros docentes; ése que anda haciendo malabares para pagar un alquiler o aquel otro que amontona cargos y horas cátedra para juntar un sueldo final medianamente aceptable. Unos y otros padecen condiciones inadecuadas para cumplir con la función educadora que les asignó la sociedad.

Hoy en día no hay otro camino que expresar nuestra protesta; una protesta firme, unívoca, fundada en el auténtico sentido de la SOLIDARIDAD.

* L.E. Nº 8.007.149