Por Emilio Bolado *
Presente y futuro
Este escenario a su vez muestra una situación periódicamente ambigua en la que la militancia se ha popularizado mucho, pero no a ritmo del voluntarismo que renace, en algunos rincones de la patria. Pero que pareciera ser que sólo se activa ante una crisis, como sociedad no hemos reemplazar un modelo de militancia preventiva, no por la reserva de jóvenes entusiastas solamente, sino para que las causas de las injusticias no hagan siempre del militante un ser visto como un bicho raro sino como alguien que ha encontrado el tiempo y el modo de -además de dedicarse a su familia, a su trabajo y a su cotidianeidad privada- a intentar en muchos casos hacer un lugar más justo en donde vivir.
Este es mi panorama sobre la militancia hoy, el modelo presenta muchas alternativas y la experiencia demuestra que la militancia social está sobreponiéndose a la militancia política, en términos de dedicación en términos de cierto compromiso, sumado a que claramente las aristas de actividades sociales son cada vez más, más complejas y más conocidas, sobre todo.
Esto de mencionar la actividad, es oportuno para referirme además a la militancia como le gusta llamarla a la prensa que transforma la militancia en activismo; el activismo ha encontrado virtuosamente injusticias en un amplio abanico de oportunidades como dije, la ecología, la pobreza, el urbanismo, la educación, el racismo, los DDHH etc. etc. sin desconocer claro la implementación de la tecnología y de la era en la que transitamos como una herramienta esencial para este tipo de procesos, de contra hegemonía.
Quizás el desafío sea en el futuro saber que la interpretación social permanente, el adelantamiento a los cambios, las nuevas formas de pensar el mundo requieran, no solo entusiasmo y valor, sino mucha inteligencia, mucho sentimiento y una importante dosis de honestidad.
Así como hablamos de desaparecidos, debemos hablar de pobreza, de accidentes, de enfermedades, de mortalidad infantil, de deserción escolar, con el mismo grado de compromiso y seriedad, en la Argentina han muerto en estos años de democracia cerca de 415,000 personas por causas de desnutrición, tan solo imaginemos que entonces, los muertos son otros, las causas son otras, pero no hemos sabido a partir de memorar construir un sistema más justo en su fervoroso y denodado intento por cambiar. Yo soy un defensor de la Democracia y creo en su funcionalidad pero es como un adolescente, aun tiene mucho que aprender este sistema y nosotros de él y es esa capacidad es esa transformación que torna al militante un ser absolutamente adaptable sobreviviente a los cambios, lo que lo distingue de aquellos que encuentran en otras actividades su regocijo.
Pero el militante sabe algo que, como lo he dicho antes, nunca abandona la causa, tan solo cambia de rumbo, pues no hay nada que este perdido, como mucho postergado, y es esa tenacidad y esa convicción la que lleva a los grandes cambios, los cambios pequeños, cotidianos, el militante no se rinde por que ya no se trata de una pelea o una lucha contra nadie, sino contra la persistencia y el optimismo que caracterizan al sujeto que tendrá más chances de sobrevivir en un futuro cada vez, mas tecnificado, más complejo y que más excluidos deja.
Claro que la Democracia, tiene una tarea inconclusa y eterna pues los DDHH son una labor y un deber a su vez y como tales mutan en la medida que la acción humana cambia, el militante, el activista, el desencantado, todos tenemos alguna cuota de desconformidad, pero sin duda la Democracia a generados muchísimos canales de participación, desde todas las ciencias, para que a la hora de proponernos ayudar, siempre exista un lugar para cada causa justa, y para que no tengan que ser los militantes carne de cañón de una ideología pasajera, sino de su propia idea motora de cambio, para que no sean los militantes sujetos que para trascender deban convertirse en mártires, y sean gente que luego de muchos años de trabajo duro su memoria no los castigue ni traicione y encuentren entre sus recuerdos que han hecho de algo una causa que duró toda una vida.
Este escenario a su vez muestra una situación periódicamente ambigua en la que la militancia se ha popularizado mucho, pero no a ritmo del voluntarismo que renace, en algunos rincones de la patria. Pero que pareciera ser que sólo se activa ante una crisis, como sociedad no hemos reemplazar un modelo de militancia preventiva, no por la reserva de jóvenes entusiastas solamente, sino para que las causas de las injusticias no hagan siempre del militante un ser visto como un bicho raro sino como alguien que ha encontrado el tiempo y el modo de -además de dedicarse a su familia, a su trabajo y a su cotidianeidad privada- a intentar en muchos casos hacer un lugar más justo en donde vivir.
Este es mi panorama sobre la militancia hoy, el modelo presenta muchas alternativas y la experiencia demuestra que la militancia social está sobreponiéndose a la militancia política, en términos de dedicación en términos de cierto compromiso, sumado a que claramente las aristas de actividades sociales son cada vez más, más complejas y más conocidas, sobre todo.
Esto de mencionar la actividad, es oportuno para referirme además a la militancia como le gusta llamarla a la prensa que transforma la militancia en activismo; el activismo ha encontrado virtuosamente injusticias en un amplio abanico de oportunidades como dije, la ecología, la pobreza, el urbanismo, la educación, el racismo, los DDHH etc. etc. sin desconocer claro la implementación de la tecnología y de la era en la que transitamos como una herramienta esencial para este tipo de procesos, de contra hegemonía.
Quizás el desafío sea en el futuro saber que la interpretación social permanente, el adelantamiento a los cambios, las nuevas formas de pensar el mundo requieran, no solo entusiasmo y valor, sino mucha inteligencia, mucho sentimiento y una importante dosis de honestidad.
Así como hablamos de desaparecidos, debemos hablar de pobreza, de accidentes, de enfermedades, de mortalidad infantil, de deserción escolar, con el mismo grado de compromiso y seriedad, en la Argentina han muerto en estos años de democracia cerca de 415,000 personas por causas de desnutrición, tan solo imaginemos que entonces, los muertos son otros, las causas son otras, pero no hemos sabido a partir de memorar construir un sistema más justo en su fervoroso y denodado intento por cambiar. Yo soy un defensor de la Democracia y creo en su funcionalidad pero es como un adolescente, aun tiene mucho que aprender este sistema y nosotros de él y es esa capacidad es esa transformación que torna al militante un ser absolutamente adaptable sobreviviente a los cambios, lo que lo distingue de aquellos que encuentran en otras actividades su regocijo.
Pero el militante sabe algo que, como lo he dicho antes, nunca abandona la causa, tan solo cambia de rumbo, pues no hay nada que este perdido, como mucho postergado, y es esa tenacidad y esa convicción la que lleva a los grandes cambios, los cambios pequeños, cotidianos, el militante no se rinde por que ya no se trata de una pelea o una lucha contra nadie, sino contra la persistencia y el optimismo que caracterizan al sujeto que tendrá más chances de sobrevivir en un futuro cada vez, mas tecnificado, más complejo y que más excluidos deja.
Claro que la Democracia, tiene una tarea inconclusa y eterna pues los DDHH son una labor y un deber a su vez y como tales mutan en la medida que la acción humana cambia, el militante, el activista, el desencantado, todos tenemos alguna cuota de desconformidad, pero sin duda la Democracia a generados muchísimos canales de participación, desde todas las ciencias, para que a la hora de proponernos ayudar, siempre exista un lugar para cada causa justa, y para que no tengan que ser los militantes carne de cañón de una ideología pasajera, sino de su propia idea motora de cambio, para que no sean los militantes sujetos que para trascender deban convertirse en mártires, y sean gente que luego de muchos años de trabajo duro su memoria no los castigue ni traicione y encuentren entre sus recuerdos que han hecho de algo una causa que duró toda una vida.
* Presidente de la Fundación para una Democracia Participativa, FUDEPA
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