Enviado por Abla Carballo
Por Oscar Lovel
Comenzará en Nueva Zelanda el 2 de octubre del corriente año, aniversario del fallecimiento del hombre que por siempre será el símbolo de la no-violencia, el Mahatma Gandhi. Y, finalizará en la cordillera de los Andes, Punta de Vacas –Aconcagua- Argentina, el 2 de enero del 2010.
¿Por qué debo participar?
Porque está siempre latente, hoy más que nunca, una tercera guerra mundial.
Porque sus consecuencias pueden ser el fin de la humanidad, por la proliferación de los arsenales atómicos.
Porque, como veremos más adelante, en una breve referencia a la Segunda Guerra Mundial, hoy las consecuencias serían inmensamente más catastróficas.
Porque el llamado fundamentalismo y el terrorismo es una respuesta de los pueblos ante el hambre y la miseria, y sólo con el 10% de lo que se gasta en armamentos puede resolverse el hambre en el mundo y conseguir que todos los seres humanos, sin distinción de raza o color, vivan con dignidad, hermanados en un origen y destino común, que es el destino del planeta que habitamos.
Porque nos acompañan las voces de tantas generaciones anteriores que sufrieron las consecuencias de las guerras, con su siniestra estela de muertos, desaparecidos, inválidos, refugiados y desplazados.
Porque un mundo sin guerras es una propuesta que abre el futuro y aspira a concretarse en cada rincón del planeta, en el que el diálogo vaya sustituyendo a la violencia.
Los resultados de la Segunda Guerra mundial fueron tan terribles, que los del conflicto desarrollado entre 1914 – 1918, cuyas consecuencias en pérdidas de vida y perjuicios materiales habían aterrorizado a todos, parecían en comparación poco importantes.
En primer lugar porque el número de personas que perdieron la vida fue seis veces más alto –entre 45 y 55 millones de vidas. La crueldad había alcanzado extremos difícil de imaginar. La mayoría de las víctimas no eran militares, sino civiles. Se calcula que más de la mitad de los muertos fueron habitantes de las ciudades bombardeadas, víctimas de los campos de concentración, las deportaciones, etc. El exterminio en masa de más de seis millones de judíos, gitanos, en los campos de concentración fue una de las expresiones más aterradoras del conflicto.
Si en la Primera Guerra pudo calcularse que hubo unos siete millones de heridos, en la Segunda ese recuento fue imposible. Sólo Japón al final de la lucha, quedó con 4 millones de inválidos permanentes y en todo el mundo a los 50 millones de muertos podemos agregar otro tanto de mutilados física o mentalmente.
En Europa unas 50 millones de personas huían de un lado a otro buscando refugio.
Para el final del conflicto, ciudades como Coventry, Varsovia y Rótterdam eran escombros.
En Alemania fueron destruidas diez millones de viviendas (el 40% del total); en Gran Bretaña cuatro millones (el 30%); en Francia dos millones (el 20%); en Japón una de cada cuatro casas fueron destruidas.
Ha llegado la hora de hacer oír la voz de los sin voz. Millones de seres humanos pedimos que acaben las guerras y terminen con la violencia.
Podemos conseguirlo uniendo todas las fuerzas del pacifismo y de la no violencia activa del mundo
HACELO POR TUS HIJOS.
Fuentes: Por un mundo sin guerras
Marcha Mundial por la Paz y la no-violencia
Historia universal – Época contemporánea Secco Ellauri – Bardón
Nota relacionada: Proyectan esta tarde un video sobre la “Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia”
Por Oscar Lovel
Comenzará en Nueva Zelanda el 2 de octubre del corriente año, aniversario del fallecimiento del hombre que por siempre será el símbolo de la no-violencia, el Mahatma Gandhi. Y, finalizará en la cordillera de los Andes, Punta de Vacas –Aconcagua- Argentina, el 2 de enero del 2010.
¿Por qué debo participar?
Porque está siempre latente, hoy más que nunca, una tercera guerra mundial.
Porque sus consecuencias pueden ser el fin de la humanidad, por la proliferación de los arsenales atómicos.
Porque, como veremos más adelante, en una breve referencia a la Segunda Guerra Mundial, hoy las consecuencias serían inmensamente más catastróficas.
Porque el llamado fundamentalismo y el terrorismo es una respuesta de los pueblos ante el hambre y la miseria, y sólo con el 10% de lo que se gasta en armamentos puede resolverse el hambre en el mundo y conseguir que todos los seres humanos, sin distinción de raza o color, vivan con dignidad, hermanados en un origen y destino común, que es el destino del planeta que habitamos.
Porque nos acompañan las voces de tantas generaciones anteriores que sufrieron las consecuencias de las guerras, con su siniestra estela de muertos, desaparecidos, inválidos, refugiados y desplazados.
Porque un mundo sin guerras es una propuesta que abre el futuro y aspira a concretarse en cada rincón del planeta, en el que el diálogo vaya sustituyendo a la violencia.
Los resultados de la Segunda Guerra mundial fueron tan terribles, que los del conflicto desarrollado entre 1914 – 1918, cuyas consecuencias en pérdidas de vida y perjuicios materiales habían aterrorizado a todos, parecían en comparación poco importantes.
En primer lugar porque el número de personas que perdieron la vida fue seis veces más alto –entre 45 y 55 millones de vidas. La crueldad había alcanzado extremos difícil de imaginar. La mayoría de las víctimas no eran militares, sino civiles. Se calcula que más de la mitad de los muertos fueron habitantes de las ciudades bombardeadas, víctimas de los campos de concentración, las deportaciones, etc. El exterminio en masa de más de seis millones de judíos, gitanos, en los campos de concentración fue una de las expresiones más aterradoras del conflicto.
Si en la Primera Guerra pudo calcularse que hubo unos siete millones de heridos, en la Segunda ese recuento fue imposible. Sólo Japón al final de la lucha, quedó con 4 millones de inválidos permanentes y en todo el mundo a los 50 millones de muertos podemos agregar otro tanto de mutilados física o mentalmente.
En Europa unas 50 millones de personas huían de un lado a otro buscando refugio.
Para el final del conflicto, ciudades como Coventry, Varsovia y Rótterdam eran escombros.
En Alemania fueron destruidas diez millones de viviendas (el 40% del total); en Gran Bretaña cuatro millones (el 30%); en Francia dos millones (el 20%); en Japón una de cada cuatro casas fueron destruidas.
Ha llegado la hora de hacer oír la voz de los sin voz. Millones de seres humanos pedimos que acaben las guerras y terminen con la violencia.
Podemos conseguirlo uniendo todas las fuerzas del pacifismo y de la no violencia activa del mundo
HACELO POR TUS HIJOS.
Fuentes: Por un mundo sin guerras
Marcha Mundial por la Paz y la no-violencia
Historia universal – Época contemporánea Secco Ellauri – Bardón
Nota relacionada: Proyectan esta tarde un video sobre la “Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia”
0 Comentá esta nota:
Publicar un comentario