Por Patricia Terraza *
Pocas actividades requieren de tanta vocación y entrega como las relacionadas con la educación, la salud y el cooperativismo.
Ser cooperativista no es una profesión, es una forma y un estilo de vida que tiene como principios básicos la solidaridad y la participación.
Cuando las personas se organizan en pos de objetivos loables, generan muy buenos resultados. Y así, la organización crece y termina convirtiéndose en una empresa, cuyas actividades son de índole económica, pero sus objetivos siguen siendo la ayuda mutua y fundamentalmente el bienestar de la comunidad en la que se desarrolla (séptimo principio cooperativo).
Lamentablemente hay quienes ven en el crecimiento económico una fuente de poder, un magnífico cántaro de donde extraer con malas artes, todo el dinero que se pueda para sus propios bolsillos.
Nuestra Coopetel creció y estando sana y fuerte, fue vista por aquellos, que, no contentos con destruir la economía local y administrar pésimamente los recursos de todos, quisieron meter baza en la cooperativa.
Y así lo hicieron.
Lograron votos que les permitieron el ingreso a algunos de ellos y cuya función básicamente, parece ser la de tirar abajo cualquier idea o proyecto que se presentara. Con la salvedad de que ellos jamás aportaron una nueva idea y mucho menos un proyecto conocido y reconocido.
No habían asumido para trabajar, sino para llevar al seno de la Coopetel las mismas luchas y métodos infames que se desarrollan por el poder político. Fui testigo de esa Asamblea de Coopetel donde implementaban esos métodos. Nadie puede contármelo.
Y cuando no pudieron ganar todos los lugares que hubiesen deseado, utilizaron el otro remanido argumento del sistema político argentino: golpe, usurpación por la fuerza.
Tienen como ventaja la lentitud de la justicia. Y mientras la Gran Tortuga se desplaza, ellos hacen y deshacen, desde la absoluta ilegalidad e ilegitimidad de la usurpación.
Tal como ha sucedido con las dictaduras militares, los demás ciudadanos nos quedamos estupefactos y paralizados cuando nos enteramos como cometían atropellos tras atropellos. Llamar a asamblea por ejemplo cuando el INAES solicitó la intervención....
Pero algo hemos aprendido de esos años nefastos. Y es que debemos movilizarnos.
Que nadie crea que lo que sucede hoy en Coopetel es normal. Es absolutamente anormal y antidemocrático. No son fracciones que disputaron el poder limpiamente y en elecciones, sino gente sin vocación cooperativista, personeros del poder político local, que están llevando a nuestra (sí, nuestra) cooperativa al borde de la ruina.
Personalmente no avalo ningún acto que realicen en estas condiciones. Porque no quiero ser cómplice.
Algún día, cuando la Justicia resuelva, tendremos que tener aún más fuerzas para construir sobre lo destruido.
Pero vaya pensando, señor y señora socio de Coopetel, que si esto se alarga demasiado... usted debe estar para pedir que se vayan. Y que no vuelvan.
Nunca más.
Y si estas dos palabras le suenen a una historia pasada, pero muy reciente, no es casualidad.
* DNI 14.388 .288
Nota relacionada: Opinión: “Coopetel, cooperativa usurpada”
Pocas actividades requieren de tanta vocación y entrega como las relacionadas con la educación, la salud y el cooperativismo.
Ser cooperativista no es una profesión, es una forma y un estilo de vida que tiene como principios básicos la solidaridad y la participación.
Cuando las personas se organizan en pos de objetivos loables, generan muy buenos resultados. Y así, la organización crece y termina convirtiéndose en una empresa, cuyas actividades son de índole económica, pero sus objetivos siguen siendo la ayuda mutua y fundamentalmente el bienestar de la comunidad en la que se desarrolla (séptimo principio cooperativo).
Lamentablemente hay quienes ven en el crecimiento económico una fuente de poder, un magnífico cántaro de donde extraer con malas artes, todo el dinero que se pueda para sus propios bolsillos.
Nuestra Coopetel creció y estando sana y fuerte, fue vista por aquellos, que, no contentos con destruir la economía local y administrar pésimamente los recursos de todos, quisieron meter baza en la cooperativa.
Y así lo hicieron.
Lograron votos que les permitieron el ingreso a algunos de ellos y cuya función básicamente, parece ser la de tirar abajo cualquier idea o proyecto que se presentara. Con la salvedad de que ellos jamás aportaron una nueva idea y mucho menos un proyecto conocido y reconocido.
No habían asumido para trabajar, sino para llevar al seno de la Coopetel las mismas luchas y métodos infames que se desarrollan por el poder político. Fui testigo de esa Asamblea de Coopetel donde implementaban esos métodos. Nadie puede contármelo.
Y cuando no pudieron ganar todos los lugares que hubiesen deseado, utilizaron el otro remanido argumento del sistema político argentino: golpe, usurpación por la fuerza.
Tienen como ventaja la lentitud de la justicia. Y mientras la Gran Tortuga se desplaza, ellos hacen y deshacen, desde la absoluta ilegalidad e ilegitimidad de la usurpación.
Tal como ha sucedido con las dictaduras militares, los demás ciudadanos nos quedamos estupefactos y paralizados cuando nos enteramos como cometían atropellos tras atropellos. Llamar a asamblea por ejemplo cuando el INAES solicitó la intervención....
Pero algo hemos aprendido de esos años nefastos. Y es que debemos movilizarnos.
Que nadie crea que lo que sucede hoy en Coopetel es normal. Es absolutamente anormal y antidemocrático. No son fracciones que disputaron el poder limpiamente y en elecciones, sino gente sin vocación cooperativista, personeros del poder político local, que están llevando a nuestra (sí, nuestra) cooperativa al borde de la ruina.
Personalmente no avalo ningún acto que realicen en estas condiciones. Porque no quiero ser cómplice.
Algún día, cuando la Justicia resuelva, tendremos que tener aún más fuerzas para construir sobre lo destruido.
Pero vaya pensando, señor y señora socio de Coopetel, que si esto se alarga demasiado... usted debe estar para pedir que se vayan. Y que no vuelvan.
Nunca más.
Y si estas dos palabras le suenen a una historia pasada, pero muy reciente, no es casualidad.
* DNI 14.388 .288
Nota relacionada: Opinión: “Coopetel, cooperativa usurpada”
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