lunes, junio 29, 2009

Síganme los buenos: “De Tata y de Mama”


Por Nívea Benitez

Los humanos somos hijos de la Tierra y del Cielo.

De carne somos, de materia tridimensional como nuestra Madre.

Y contenemos cerca del corazón, el alma de naturaleza espiritual. Que también es energía zumbando.

En el Universo hay materia de variada densidad y vibración.

Ésta dimensión terrenal es la más densa y la experiencia del alma por estos pagos es trabajosa.

A veces andamos como espíritu, por largo tiempo, por mundos inimaginables y vuelta a encarnar en la tierra, volver a trabajar, a comer, a la escuela, etc.

Muchas veces sentimos una tristeza infinita e inexplicable, un deseo de ser y estar en otro lugar: Flavio Cabobianco (argentino) lo definió magistralmente como “nostalgia de Dios”.

También, de alguna manera todos nos revelamos a veces contra los trajines forzosos desde un lugar hondo, sin una explicación racional.

Ahí están los niños, por suerte y siempre, los de ahora con mucha más convicción que nosotros hace tiempo, rebelándose contra las rutinas escolares y sociales. Y nosotros los de ahora, tratando de meterlos como a las vacas en la manga para subirlas al camión y ellos resistiendo a convertirse en carne picada: personas sin pensamientos e ideas propias, sin alegría de vivir y lo que es peor, sin tiempo para ser sus padres con la excusa de que hay que trabajar mucho.

Todos somos hijos de la estrellas, vinimos de otros sistemas solares a poblar este planeta azul. Y también animales, algunos de muy alta evolución como las ballenas y los delfines.

A este paraíso vinimos hace quichicientos años, trascendimos (morimos en la carne, cambiamos de vestido) quien sabe cuántas veces y volvimos ahora para evolucionar con la Pachamama que su alma tiene de Luz.

Y con la asistencia de los hermanos cósmicos y los Maestros ascendidos, vamos a elevar las vibraciones hasta la quinta dimensión.

Venus es el planeta que va delante de nosotros en la evolución. Desde la Tierra no se ve la vida “humana” porque la que existe tiene una vibración que no podemos percibir ahora.

En todo nuestro sistema solar y en todo el Universo hay vida evolucionando, en diferentes grados de vibración energética.

Hacia más Luz marchamos, sin retorno posible. Es un parto, casi a término de la Madre Tierra y nosotros con ella para nacer juntos, a una nueva vida.

Nívea Benitez

Nota relacionada: “Síganme los buenos”, por Nívea Benitez

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