Por Marcelo Valko *
Por más libros que leamos, nada ilustra tanto como la propia experiencia. Nada es tan didáctico como cuando uno mismo está inmerso en una situación dada. En términos técnicos, podríamos decir que nada enseña más que cuando uno mismo es el sujeto de la experiencia, cuando uno mismo pone el cuerpo.
En distintas clases, charlas o conferencias, tratamos de dar una idea, de brindar una aproximación a lo que fue el desastre demográfico que significó la Conquista de América. Los datos son tremendos. Tanto para el área mexicana como la zona andina el descenso poblacionales de 10 a 1, derrumbe brutal que ocurre en pocos decenios. Eso es lo que trasmite aquel canto nahuatl: “nosotros lo vimos, nosotros lo presenciamos, todo esto pasó con nosotros”.
Ahora bien, uno de los grandes responsable de este desastre poblacional fueron los agentes patógenos que desembarcaron junto a los invasores como la viruela, el sarampión y la gripe, frente a los cuales, los indígenas carecían de anticuerpos que los inmunizaran. En aquellas clases y charlas, repetidamente hablamos del terror, del temor y temblor que habrán experimentado mexicas e incas como tantos otros pueblos, frente a enfermedades tan novedosas como incomprensibles, contra las cuales, fracasaban todas las terapéuticas aplicadas por sus médicos y shamanes.
El caso de ésta gripe A, felizmente dista de ser aquel fin del mundo que produjeron aquellas pestes del inicio de la Conquista. Sin duda, en dos o tres semanas o un mes y medio, dejaremos atrás el pico de la pandemia y la enfermedad será superada. Sin embargo, esta situación creada por la gripe A donde todos nosotros tenemos inmerso nuestro único cuerpo sirve para introducirnos aunque sea minimamente en aquel imaginario social de esos hombres y mujeres en el inicio de la gran pesadilla que fue la Conquista.
Sin ánimo de brindar moraleja alguna, pienso que hasta de situaciones penosas podemos obtener algún tipo de aprendizaje. Pensemos con tranquilidad, no propaguemos el virus del temor y por sobre todo, en situaciones como estas, no le pongamos un barbijo al corazón. Un abrazo fraterno.
* Profesor Titular Cátedra: Imaginario Étnico, Memoria y Resistencia
Carrera Capitalismo y Derechos Humanos, UPMPM
Por más libros que leamos, nada ilustra tanto como la propia experiencia. Nada es tan didáctico como cuando uno mismo está inmerso en una situación dada. En términos técnicos, podríamos decir que nada enseña más que cuando uno mismo es el sujeto de la experiencia, cuando uno mismo pone el cuerpo.
En distintas clases, charlas o conferencias, tratamos de dar una idea, de brindar una aproximación a lo que fue el desastre demográfico que significó la Conquista de América. Los datos son tremendos. Tanto para el área mexicana como la zona andina el descenso poblacionales de 10 a 1, derrumbe brutal que ocurre en pocos decenios. Eso es lo que trasmite aquel canto nahuatl: “nosotros lo vimos, nosotros lo presenciamos, todo esto pasó con nosotros”.
Ahora bien, uno de los grandes responsable de este desastre poblacional fueron los agentes patógenos que desembarcaron junto a los invasores como la viruela, el sarampión y la gripe, frente a los cuales, los indígenas carecían de anticuerpos que los inmunizaran. En aquellas clases y charlas, repetidamente hablamos del terror, del temor y temblor que habrán experimentado mexicas e incas como tantos otros pueblos, frente a enfermedades tan novedosas como incomprensibles, contra las cuales, fracasaban todas las terapéuticas aplicadas por sus médicos y shamanes.
El caso de ésta gripe A, felizmente dista de ser aquel fin del mundo que produjeron aquellas pestes del inicio de la Conquista. Sin duda, en dos o tres semanas o un mes y medio, dejaremos atrás el pico de la pandemia y la enfermedad será superada. Sin embargo, esta situación creada por la gripe A donde todos nosotros tenemos inmerso nuestro único cuerpo sirve para introducirnos aunque sea minimamente en aquel imaginario social de esos hombres y mujeres en el inicio de la gran pesadilla que fue la Conquista.
Sin ánimo de brindar moraleja alguna, pienso que hasta de situaciones penosas podemos obtener algún tipo de aprendizaje. Pensemos con tranquilidad, no propaguemos el virus del temor y por sobre todo, en situaciones como estas, no le pongamos un barbijo al corazón. Un abrazo fraterno.
* Profesor Titular Cátedra: Imaginario Étnico, Memoria y Resistencia
Carrera Capitalismo y Derechos Humanos, UPMPM
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