Por Diego Colinamun *
Despertador, mates y radio. Ayer a la mañana los vecinos del Barrio 252 amanecieron como todos los días en un barrio de trabajadores. Los primeros en salir afuera vieron que el invierno se iba a hacer notar este jueves: la térmica estaba bajo cero y los perros de barrio muertos por la mano de alguno que no soportaba que no paren de ladrar. Una vecina notó que a un par de metros en donde estaba su mascota muerta había una especie de gel en el piso y, por las marcas en ese mismo piso, vio que al parecer su mascota se había revolcado hasta poco antes de morir. No vio más que eso. Fue suficiente. La gente mayor mete agonía para adentro del cuerpo. No llora, no grita ni patalea. Sólo se los ve caminar más agachaditos, más cerca del suelo.
Mi vecina Angelita, Angie le gusta que la llamemos, desde hace varios años crió a Jack - un perro vagabundo que se quedó un día en el barrio -; el perro, se negaba a vivir adentro de un departamento y por su carácter perruno no sólo acompañaba a Angie a comprar al mercado del barrio sino a cualquier vecino que le decía "vamos Jack". Hace algunos años lo tuve que defender de un par de pibes que lo querían hacer pelear con otro perro; Fue mi única anécdota. Después mi vieja renegaba porque Jack venía a ver a sus enamoradas por nuestro departamento. Vida de perros, cosas de perros: parte de la conversación en la mesa se había vuelto ese animal, uno más se había vuelto. Por eso ayer cuando me enteré que alguien mató con algún veneno al perro que no paraba de ladrar me quedé en silencio. Hice un par de llamados con algunos amigos veterinarios que me contaron que ese tipo de venenos se venden como herbicidas y nadie controla quién los vende ni nada, y todas esas cosas que suelen ocurrir en estos casos. No grité, ni di pataleos ni nada. Pero sé que inconcientemente todos los vecinos de este barrio y yo también estamos un poco más cerca del suelo.
Despertador, mates y radio. Ayer a la mañana los vecinos del Barrio 252 amanecieron como todos los días en un barrio de trabajadores. Los primeros en salir afuera vieron que el invierno se iba a hacer notar este jueves: la térmica estaba bajo cero y los perros de barrio muertos por la mano de alguno que no soportaba que no paren de ladrar. Una vecina notó que a un par de metros en donde estaba su mascota muerta había una especie de gel en el piso y, por las marcas en ese mismo piso, vio que al parecer su mascota se había revolcado hasta poco antes de morir. No vio más que eso. Fue suficiente. La gente mayor mete agonía para adentro del cuerpo. No llora, no grita ni patalea. Sólo se los ve caminar más agachaditos, más cerca del suelo.
Mi vecina Angelita, Angie le gusta que la llamemos, desde hace varios años crió a Jack - un perro vagabundo que se quedó un día en el barrio -; el perro, se negaba a vivir adentro de un departamento y por su carácter perruno no sólo acompañaba a Angie a comprar al mercado del barrio sino a cualquier vecino que le decía "vamos Jack". Hace algunos años lo tuve que defender de un par de pibes que lo querían hacer pelear con otro perro; Fue mi única anécdota. Después mi vieja renegaba porque Jack venía a ver a sus enamoradas por nuestro departamento. Vida de perros, cosas de perros: parte de la conversación en la mesa se había vuelto ese animal, uno más se había vuelto. Por eso ayer cuando me enteré que alguien mató con algún veneno al perro que no paraba de ladrar me quedé en silencio. Hice un par de llamados con algunos amigos veterinarios que me contaron que ese tipo de venenos se venden como herbicidas y nadie controla quién los vende ni nada, y todas esas cosas que suelen ocurrir en estos casos. No grité, ni di pataleos ni nada. Pero sé que inconcientemente todos los vecinos de este barrio y yo también estamos un poco más cerca del suelo.
* Trelew
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En madryn esta situaci;on ya es recurrente. Pueden visitar atunalairelibre.blogspot.com, sitio que naci;o despu;es de que a un amigo le envenenaron a su perro.Pasen, vean, denuncien. Gracias
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