Por Nívea Benítez
Por lo común, estamos acostumbrados a luchar a capa y espada.
Es una manera de decir. Luchar peleando, ir contra algo o alguien.
De pequeños se nos enseña o no, a defendernos más o menos violentamente, a que la vida es lucha.
Para todos no es igual. Mucha gente no tolera la violencia en sí misma por lo tanto no la tolera desde los demás.
Entonces parece que esas personas no saben defenderse, de hecho soportan muchos atropellos hasta que descubren que hay otra manera de protegerse y de defenderse de la violencia y de la prepotencia, ajenas: desde adentro sin palabras, ni palos ni amenazas. Tomando conciencia primero de que “no son víctimas” y que tampoco quieren ser victimarios. Acudiendo a la protección “del que está más arriba” y caminando por los tembladerales con una seguridad interna sin ostentación de fuerza hacia fuera.
Por lo general esas personas resultan buenas conciliadoras y mediadoras, porque no introducen sus propios conflictos entre los demás. Son “los buenos” a lo que siempre acudimos cuando necesitamos una oreja que no nos juzgue con la boca.
No son mejores ni peores que los que vociferan y amenazan, ni que los temerosos, son diferentes.
En éstos tiempos todos los caminos conducen a la Luz si es nuestra elección. Ya no podemos volver atrás: estamos con Dios o con la oscuridad. Los malos perdieron porque gran parte la humanidad ya decidió que quiere vivir en paz. Pero ya lo dijimos una vez, no se van a ir sin armar rosca y de la grande. Por eso hay tanta violencia desatada y desquicio: es la batalla final.
Es ahora cuando debemos estar más atentos que nunca hacia adónde nos enfocamos, si nos prendemos en provocaciones y nos quedamos sin energía en luchas vanas o si desde adentro contribuimos “tomando parte por el bien” con la menor cuota de violencia posible y sin violencia mejor. No hace falta desenmascarar a nadie, antes que tarde todo sale a la luz.
Cada mañana y a cada rato, centrémonos en el Amor, hacia la Madre tierra y hacia todo lo que vive en ella, eso ya es una gran contribución.
Nívea Benitez
Por lo común, estamos acostumbrados a luchar a capa y espada.
Es una manera de decir. Luchar peleando, ir contra algo o alguien.
De pequeños se nos enseña o no, a defendernos más o menos violentamente, a que la vida es lucha.
Para todos no es igual. Mucha gente no tolera la violencia en sí misma por lo tanto no la tolera desde los demás.
Entonces parece que esas personas no saben defenderse, de hecho soportan muchos atropellos hasta que descubren que hay otra manera de protegerse y de defenderse de la violencia y de la prepotencia, ajenas: desde adentro sin palabras, ni palos ni amenazas. Tomando conciencia primero de que “no son víctimas” y que tampoco quieren ser victimarios. Acudiendo a la protección “del que está más arriba” y caminando por los tembladerales con una seguridad interna sin ostentación de fuerza hacia fuera.
Por lo general esas personas resultan buenas conciliadoras y mediadoras, porque no introducen sus propios conflictos entre los demás. Son “los buenos” a lo que siempre acudimos cuando necesitamos una oreja que no nos juzgue con la boca.
No son mejores ni peores que los que vociferan y amenazan, ni que los temerosos, son diferentes.
En éstos tiempos todos los caminos conducen a la Luz si es nuestra elección. Ya no podemos volver atrás: estamos con Dios o con la oscuridad. Los malos perdieron porque gran parte la humanidad ya decidió que quiere vivir en paz. Pero ya lo dijimos una vez, no se van a ir sin armar rosca y de la grande. Por eso hay tanta violencia desatada y desquicio: es la batalla final.
Es ahora cuando debemos estar más atentos que nunca hacia adónde nos enfocamos, si nos prendemos en provocaciones y nos quedamos sin energía en luchas vanas o si desde adentro contribuimos “tomando parte por el bien” con la menor cuota de violencia posible y sin violencia mejor. No hace falta desenmascarar a nadie, antes que tarde todo sale a la luz.
Cada mañana y a cada rato, centrémonos en el Amor, hacia la Madre tierra y hacia todo lo que vive en ella, eso ya es una gran contribución.
Nívea Benitez
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