Por Ricardo Luis Mascheroni *
Comenzó este Lunes 7, en Copenhague, Dinamarca, un nuevo episodio del culebrón titulado Cumbre del Clima, entre otras denominaciones.
En el desarrollo de la misma y hasta el día 18 de Diciembre, el fiel de la balanza oscilará entre la ceguera y necedad de seguir adelante con un modelo capitalista inviable y la capacidad, racionalidad y voluntad de aquellos que intentan trabajar en beneficio de un destino común, más justo y solidario.
Comenzó este Lunes 7, en Copenhague, Dinamarca, un nuevo episodio del culebrón titulado Cumbre del Clima, entre otras denominaciones.
En el desarrollo de la misma y hasta el día 18 de Diciembre, el fiel de la balanza oscilará entre la ceguera y necedad de seguir adelante con un modelo capitalista inviable y la capacidad, racionalidad y voluntad de aquellos que intentan trabajar en beneficio de un destino común, más justo y solidario.
Sin duda que todo dependerá de qué pese más a la hora del balance final, aunque de acuerdo a indicios previos, no nos podemos permitir el lujo de ser optimistas.
Desde la iniciación del evento, que ha concitado amplias expectativas, muchos especialistas, periodistas, medios de comunicación y corifeos de toda laya, en sintonía con el discurso preeminente, analizan las implicancias del problema, sus alcances, compromisos asumidos o por asumir por los países, hacen apostillas casi siempre con visiones catastróficas y calamitosas sobre las consecuencias del cambio climático en ciernes, apelando por lo general a la responsabilidad común sobre el tema y en muchos casos proponiendo soluciones de dudosa eficacia, impredecibles, cuando no reiterando los mismos mecanismos mercantilistas que originaron la crisis.
En coincidencia con los intereses de los países y empresas responsables del descalabro planetario, no sólo en materia ambiental, en los grandes medios de comunicación ganan espacios las posiciones de los que siempre fijan las agendas en función de sus propias conveniencias y que casi nunca, a la luz de como van las cosas, permiten que lo que seriamente se debería analizar y ejecutar, se analice o se ejecute.
En virtud de ello y como es saludable separar la paja del trigo, deberíamos hacer alguna disquisición o distinción entre lo que se discute en esta Cumbre y lo que efectivamente se debería discutir, si en serio se quiere tratar de solucionar los graves problemas que aquejan a nuestro planeta.
En la agenda de discusión de la COP 15, existen algunas premisas que se imponen como eje del debate, que desde mi punto de vista entiendo que no son las más correctas para centrar el mismo, y de las cuales se desprenden infinidad de caminos, variantes, proposiciones y mecanismos para encararlas. Leer más
Docente e Investigador U.N.L.
Nota relacionada: Lo que está en juego en Copenhague
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