jueves, enero 28, 2010

Esquel: denuncian que la policía golpeó a un hombre y lo tiró en la esquina del Hospital


Por Abla Carballo *

Policías y garrote: se puede hacer el paradigma de revertir la muerte

Es un desafío. Y creo que el reto es útil. Ocuparse de situaciones pesadas, meterse desde donde a cada uno le corresponda por su rol en la sociedad; por su ética; por sus genes.
A veces hay una disociación porque se combinan diferentes cosas. Cada uno sabe.

Después creo en la justicia, me indigna la injusticia social, que alguien sea carenciado, arruinado, que se muera de hambre, que no pueda trabajar, que no es vago.

Pero el mundo ha perdido los acuerdos, que es lo que hace que el hombre sea distinto del animal.

La naturaleza del hombre es que tiene mente, capacidad de simbolización. Cuando desaparece este contenido aparece una población muy incluida en el mundo violento, cargado de acción, donde la palabra está devaluada y la frustración angustiante la expresa con la violencia.

Cada vez es más difícil la interacción cara a cara. Se pierde el espacio comunitario en una comunidad organizada en donde se desarrollan creativamente las personas. Entre el hogar (la familia) y la calle (el Estado).

Como informáramos, el sábado 23 próximo pasado, fue objeto de una paliza por policías uniformados, un hombre que caminaba por la calle, a quien después lo tiraron –literalmente- en la esquina del Hospital Zonal Esquel. La guardia del hospital que lo atendió, indicó que “pertenecía a Salud Mental”. Lo sedaron (durmió) durante 48 horas y el lunes a mediodía le dieron el alta y lo trasladaron a “El Abrigo”, sito en Darwin y Humphreys, conocido como el “refugio” para enfermos alcohólicos.

La ropa de Carlos G. R. no se la devolvieron, (la quemaron) le dieron otra antes de salir del hospital; su documento también desapareció.

La identidad de la persona no sólo depende de un papel o un plástico. Sino de su integración activa y dialógica en un grupo comunitario. Sólo que se advierte cómo los grupos de pertenencia están perturbados debido a que el tejido social está deteriorado.


Existen, en general, las instituciones formales o las grandes empresas anónimas donde casi no hay participación de sus miembros. Ello hace que no se permita expresar la singularidad de los grupos y de las particularidades del momento social.

SALUD MENTAL

Según S. Freud salud mental es: “poder amar y trabajar”… esto es poder. ¿Pero cuándo se puede cumplir con estas dos funciones? Cuando podemos dialogar, es decir, hablar, escuchar y contestar; cuando se cierra el circuito de la comunicación. No sólo cuando escuchamos sino fundamentalmente cuando nos escuchan y nos contestan, pues nadie es sino por el otro.

EL ABRIGO

En El Abrigo hay lugar para siete internos.

Su coordinador operativo es Sergio Valdéz, joven auxiliar enfermero a quien le brillan los ojos, entusiasmado, cuando relata cómo van construyendo ese hogar para enfermos alcohólicos. Iluminado por el sol mañanero el ambiente es cálido. Uno de los internos riega las plantas del frente; otro asiste a distancia a la conversación aunque es sordomudo, otro salió a trabajar, otro toma solcito. Todo está en orden a las 10 de la mañana.

Además trabaja una Co-cordinadora, dra. Silvia Zúñiga; Amalia Navarro, otra mujer joven en tareas operativas –como quehaceres domésticos- …”y todo lo demás que se necesite” , respondió a una consulta- . Así las cosas.

Los internos hacen su cama. Se los ve aseados. Han hecho un invernáculo. Suelen tener asistencia psicológica una o dos veces por semana.

Cuando la situación para estas personas se tornó sin esperar un futuro, el Estado provincial y el municipal hicieron de ellos protagonistas con el amparo de un refugio. Podríamos agregar otro factor que potencia lo dicho: el empobrecimiento y la desocupación. Uno, el no-proyecto individual, familiar, nacional que produce la desocupación, especialmente en las clases marginadas. Y otra, como forma de combatir el hambre, el frío sobre todo, la pseudo-solución para el desesperanzado, es el alcohol y las ilegales.

PERO…

También en el “El Abrigo” trabaja un hombre que descapota a hombres indefensos. Un enfermero que ha deambulado por diversos organismos del estado provincial aquí en Esquel, y lo menos que puede decirse es, que es conflictivo. “Para no dejarlo sin trabajo y no recargar a otros enfermeros” las autoridades del área correspondiente, decidieron mandarlo a El Abrigo.

Oscar Romeno (40) es el enfermero del refugio. Tiene capacidad para provocar desestabilización y agresión del enfermo. Ha manifestado su intención de regresar a su Santa Fe natal, siempre que lo despidan e indemnicen.

En las últimas semanas llamó dos veces a la policía “debido al desorden provocado por los internos del refugio”. Si bien en la reglamentación de El Abrigo existe un artículo que permite recurrir a las fuerzas del Orden o al hospital, en ese mundo la palabra está devaluada y el enfermero como en el cuartel no piensa (es complicado pensar) para apaciguar. Acciona para provocar.

MIENTRAS TANTO

El martes 27, a mediodía, el doctor Martín Zacchino, fiscal de Estado, ordenó la revisación física del agredido la madrugada del 23; actuando como médico forense el doctor Werter Aghiar, por licencia del doctor Daniel Roo.

El paradigma será que Carlos G. R. espera en El Abrigo su pase a una Comunidad Terapéutica porque no es un enfermo psiquiátrico.

Así como al fiscal, doctor Zacchino: lo “corroe el tiempo”, a este enfermo lo carcome la espera para entrar al lugar que le corresponde. Allí re-comenzará a dar sentido a su vida.

* DNI 4159560

Nota relacionada: Opinión: “Paliza de policías a un enfermo”

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