Por Romina Laura Ferraris *
Escribo estas líneas para protestar, para mostrar mi bronca, para alertar y para pedirles a aquellos que hayan pasado por lo mismo que nosotros que no se callen, que se quejen, que cuenten, para que nadie más tenga que pasar por un mal momento por culpa de los integrantes del Escuadrón N° 36 de Gendarmería Nacional.
Todo comenzó cuando ayer a la tarde, jueves 25 de febrero del 2010, pasamos cerca de las 19.15 por un control que estaban haciendo los “centinelas de la patria”, en el acceso a nuestra ciudad. Mi marido, mi cuñado y yo viajábamos en un Fiat 147 blanco, propiedad de José D’Alessandro, un amigo en común y conductor. Volvíamos de Bariloche, ciudad a la que habíamos arribado a la mañana para que nuestro amigo se anotara en un curso de gastronomía.
Lo primero que notamos fue que el control no era para todos, ya que sólo paraba a los autos que entraban en el burdo estereotipo de “vehículo sospechoso” que maneja la fuerza.
Evidentemente, para ellos, cuatro personas con anteojos negros y en un auto relativamente viejo y pequeño ya califica (cabe aclarar que el calor y el sol de la tarde hacían bastante insoportable el viaje sin aire acondicionado, así que se podrán imaginar que todos veníamos con lentes oscuros)
En fin. Lo cierto es que nos pararon pese a que no infringimos ninguna norma de tránsito (pasamos muy despacio y teníamos los cinturones de seguridad puestos y las luces reglamentarias prendidas). Se acercó un gendarme y nos preguntó de dónde veníamos. Le informamos y además le aclaramos que éramos de Esquel. “¿Los cuatro son de Esquel?”, preguntó en un tono raro, como dudando de nuestra palabra. Acto seguido le pidió a José (el conductor) los papeles del auto y sus documentos. Se quedó eternos segundos revisándolos y luego llamó a un compañero, con quien se puso a hablar en código mientras seguía preguntándonos de dónde veníamos y de dónde éramos.
A esta altura mi bronca aumentaba. Y más cuando el gendarme metió su cabeza por la ventanilla y dijo: “¿Me permiten los documentos de todos y el de la señora? Nos miraban de un lado y del otro y nos seguían preguntando si vivíamos en Esquel pese a que nuestras direcciones locales figuran en los documentos.
Pero ahí no terminó todo. Nos hicieron bajar del auto, lo rodearon y lo miraban por los cuatro costados. Nuestro amigo prendió un cigarrillo, ya harto, porque además, por culpa del ridículo control, llegaba tarde a un compromiso, y yo comencé a mostrar mi descontento. Parece que nuestra actitud provocó más “sospecha” en los efectivos, que a esa altura estaban decididos a encontrar alguna prueba incriminatoria que confirme que nuestras caras correspondían con su ideal de “sospechoso”.
Nos pidieron que abriéramos el baúl y que pusiéramos en el piso una bolsa de tela en la que el dueño del vehículo tiene las herramientas, balizas, etc. “Abralá”, le dijo saboreándose, como si creyera que se iban a salir con la suya. Obviamente sólo encontró los elementos recién citados. No contentos con eso volvieron a rodear el Fiat mientras, por enésima vez, nos preguntaban de dónde éramos. Entonces mi marido se acercó al gendarme que tenía los documentos y le dijo: “Fijate que ahí tenés todas nuestras direcciones”. Lo tragicómico fue que mientras él le explicaba que con sólo mirar los documentos iba a saber de dónde éramos, el gendarme apoyaba su mano sobre el arma, como si fuéramos a atacarlo. Generaron un clima totalmente intimidatorio, tenso, una especie de perversa estrategia psicológica para asustarnos, para crearnos miedo.
Y siguieron con su teatro. Uno de ellos fue por mi cartera, que estaba apoyada en el asiento. Me pidió que le mostrara todo el contenido, hasta “eso azul” (señalando un objeto) que no era ni más ni menos que polvo traslúcido para la cara, es decir, maquillaje. Como yo empecé a soplar para no mandarlos a la mierda, comencé, con uno de los gendarmes, el diálogo que reproduzco a continuación:
- ¿Está enojada señora?
- Si, porque somos ciudadanos libres y me molesta tener que informarte de dónde vengo y a dónde voy. ¿Por qué tenés que saber de dónde vengo?
- Usted tiene el derecho de no decirnos.
- Vos sabés que eso es mentira, sino te contesto, vos me podés tratar de desacatada (fue la primera palabra que me salió en medio de la tensa situación)
- No, usted puede negarse, para eso le pedimos los documentos.
-
. No, no es así. Además, no me gusta que nos traten como sospechosos, es horrible.
- Nosotros no los tratamos como sospechosos, estamos haciendo nuestro trabajo, es un control de rutina.
- No, no es así.
- Si tiene alguna queja vaya al Escuadrón.
- Si, ya he hablado este tema en el Escuadrón (cuando ejercía mi profesión de periodista charlé sobre estas cuestiones con el anterior comandante, Maidana, y también le comenté lo mal que suelen tratar a los argentinos en la frontera con Futaleufú, obviamente de este lado, no del chileno)
Lo cierto es que recién después de esa charla, y viendo que no podían encontrar nada para retenernos, nos devolvieron de mala gana nuestros papeles y nos dejaron ir.
El momento que pasamos fue horrible y sé que no somos los primeros ni los últimos, por eso no quiero que quede como una anécdota, no quiero dejarlo pasar. Muchas personas sufren a diario el mismo embate en la entrada a nuestra ciudad y se callan por distintas razones: porque tienen miedo, porque no se animan a enfrentarse a “la autoridad”, porque lo ven como algo normal pese a que no lo es, o simplemente porque están acostumbrados. Yo, como habitante de la ciudad desde hace casi tres años, y en nombre de mi esposo, mi cuñado y mi amigo, que son esquelenses, les pido que hablen, que se quejen. Porque aquí las fuerzas de seguridad (gendarmes, policías, militares) en muchos casos siguen creyendo que son nuestros dueños, que pueden controlar nuestras vidas, que cualquier cosa les da derecho a maltratarnos, a meternos miedo, a subyugarnos. Se olvidan que, por suerte, vivimos hace muchos años en democracia y ellos tienen que limitarse a cumplir la ley y a respetarnos. Son servidores públicos y si están haciendo un control deben explicarnos qué tipo de control están haciendo y por qué. Y ese control (al que no me opongo) debe ser equitativo, es decir, igual para todos. No parar solamente al que circula en un auto con marca y modelo para ellos “sospechosos”, o a los que tienen aritos, gorritas o no son rubiecitos como a ellos les gusta. Deben parar a todos y dar las explicaciones pertinentes. Tratar a la gente con respeto y no ejercer el poder de manera omnímoda y autoritaria.
A veces, cuando pasan estas cosas, me siento en una ciudad militarizada, en la que pareciera que te pueden detener en cualquier esquina por “portación de rostro”-como efectivamente sucede- o hacerte pasar un momento horrible en la entrada sólo para que ellos se sientan, un rato, útiles.
Me gustaría aclarar que no estoy metiendo a todos los gendarmes en la misma bolsa. De hecho, el lunes, el micro en el que viajaba fue parado por un control de Gendarmería (con perro incluido), en la entrada a la ciudad de Gobernador Costa, y la chica que subió a pedirnos los documentos, nos trató en todo momento respetuosamente y con cordialidad. Incluso, nos pidió disculpas por las molestias ocasionadas.
Que yo sepa, los gendarmes son los “centinelas de la patria”. Entonces que se dediquen a eso, a cuidar la patria, y dejen los jueguitos perversos para el escuadrón.
* DNI. 25.131.056
Escribo estas líneas para protestar, para mostrar mi bronca, para alertar y para pedirles a aquellos que hayan pasado por lo mismo que nosotros que no se callen, que se quejen, que cuenten, para que nadie más tenga que pasar por un mal momento por culpa de los integrantes del Escuadrón N° 36 de Gendarmería Nacional.
Todo comenzó cuando ayer a la tarde, jueves 25 de febrero del 2010, pasamos cerca de las 19.15 por un control que estaban haciendo los “centinelas de la patria”, en el acceso a nuestra ciudad. Mi marido, mi cuñado y yo viajábamos en un Fiat 147 blanco, propiedad de José D’Alessandro, un amigo en común y conductor. Volvíamos de Bariloche, ciudad a la que habíamos arribado a la mañana para que nuestro amigo se anotara en un curso de gastronomía.
Lo primero que notamos fue que el control no era para todos, ya que sólo paraba a los autos que entraban en el burdo estereotipo de “vehículo sospechoso” que maneja la fuerza.
Evidentemente, para ellos, cuatro personas con anteojos negros y en un auto relativamente viejo y pequeño ya califica (cabe aclarar que el calor y el sol de la tarde hacían bastante insoportable el viaje sin aire acondicionado, así que se podrán imaginar que todos veníamos con lentes oscuros)
En fin. Lo cierto es que nos pararon pese a que no infringimos ninguna norma de tránsito (pasamos muy despacio y teníamos los cinturones de seguridad puestos y las luces reglamentarias prendidas). Se acercó un gendarme y nos preguntó de dónde veníamos. Le informamos y además le aclaramos que éramos de Esquel. “¿Los cuatro son de Esquel?”, preguntó en un tono raro, como dudando de nuestra palabra. Acto seguido le pidió a José (el conductor) los papeles del auto y sus documentos. Se quedó eternos segundos revisándolos y luego llamó a un compañero, con quien se puso a hablar en código mientras seguía preguntándonos de dónde veníamos y de dónde éramos.
A esta altura mi bronca aumentaba. Y más cuando el gendarme metió su cabeza por la ventanilla y dijo: “¿Me permiten los documentos de todos y el de la señora? Nos miraban de un lado y del otro y nos seguían preguntando si vivíamos en Esquel pese a que nuestras direcciones locales figuran en los documentos.
Pero ahí no terminó todo. Nos hicieron bajar del auto, lo rodearon y lo miraban por los cuatro costados. Nuestro amigo prendió un cigarrillo, ya harto, porque además, por culpa del ridículo control, llegaba tarde a un compromiso, y yo comencé a mostrar mi descontento. Parece que nuestra actitud provocó más “sospecha” en los efectivos, que a esa altura estaban decididos a encontrar alguna prueba incriminatoria que confirme que nuestras caras correspondían con su ideal de “sospechoso”.
Nos pidieron que abriéramos el baúl y que pusiéramos en el piso una bolsa de tela en la que el dueño del vehículo tiene las herramientas, balizas, etc. “Abralá”, le dijo saboreándose, como si creyera que se iban a salir con la suya. Obviamente sólo encontró los elementos recién citados. No contentos con eso volvieron a rodear el Fiat mientras, por enésima vez, nos preguntaban de dónde éramos. Entonces mi marido se acercó al gendarme que tenía los documentos y le dijo: “Fijate que ahí tenés todas nuestras direcciones”. Lo tragicómico fue que mientras él le explicaba que con sólo mirar los documentos iba a saber de dónde éramos, el gendarme apoyaba su mano sobre el arma, como si fuéramos a atacarlo. Generaron un clima totalmente intimidatorio, tenso, una especie de perversa estrategia psicológica para asustarnos, para crearnos miedo.
Y siguieron con su teatro. Uno de ellos fue por mi cartera, que estaba apoyada en el asiento. Me pidió que le mostrara todo el contenido, hasta “eso azul” (señalando un objeto) que no era ni más ni menos que polvo traslúcido para la cara, es decir, maquillaje. Como yo empecé a soplar para no mandarlos a la mierda, comencé, con uno de los gendarmes, el diálogo que reproduzco a continuación:
- ¿Está enojada señora?
- Si, porque somos ciudadanos libres y me molesta tener que informarte de dónde vengo y a dónde voy. ¿Por qué tenés que saber de dónde vengo?
- Usted tiene el derecho de no decirnos.
- Vos sabés que eso es mentira, sino te contesto, vos me podés tratar de desacatada (fue la primera palabra que me salió en medio de la tensa situación)
- No, usted puede negarse, para eso le pedimos los documentos.
-
. No, no es así. Además, no me gusta que nos traten como sospechosos, es horrible.
- Nosotros no los tratamos como sospechosos, estamos haciendo nuestro trabajo, es un control de rutina.
- No, no es así.
- Si tiene alguna queja vaya al Escuadrón.
- Si, ya he hablado este tema en el Escuadrón (cuando ejercía mi profesión de periodista charlé sobre estas cuestiones con el anterior comandante, Maidana, y también le comenté lo mal que suelen tratar a los argentinos en la frontera con Futaleufú, obviamente de este lado, no del chileno)
Lo cierto es que recién después de esa charla, y viendo que no podían encontrar nada para retenernos, nos devolvieron de mala gana nuestros papeles y nos dejaron ir.
El momento que pasamos fue horrible y sé que no somos los primeros ni los últimos, por eso no quiero que quede como una anécdota, no quiero dejarlo pasar. Muchas personas sufren a diario el mismo embate en la entrada a nuestra ciudad y se callan por distintas razones: porque tienen miedo, porque no se animan a enfrentarse a “la autoridad”, porque lo ven como algo normal pese a que no lo es, o simplemente porque están acostumbrados. Yo, como habitante de la ciudad desde hace casi tres años, y en nombre de mi esposo, mi cuñado y mi amigo, que son esquelenses, les pido que hablen, que se quejen. Porque aquí las fuerzas de seguridad (gendarmes, policías, militares) en muchos casos siguen creyendo que son nuestros dueños, que pueden controlar nuestras vidas, que cualquier cosa les da derecho a maltratarnos, a meternos miedo, a subyugarnos. Se olvidan que, por suerte, vivimos hace muchos años en democracia y ellos tienen que limitarse a cumplir la ley y a respetarnos. Son servidores públicos y si están haciendo un control deben explicarnos qué tipo de control están haciendo y por qué. Y ese control (al que no me opongo) debe ser equitativo, es decir, igual para todos. No parar solamente al que circula en un auto con marca y modelo para ellos “sospechosos”, o a los que tienen aritos, gorritas o no son rubiecitos como a ellos les gusta. Deben parar a todos y dar las explicaciones pertinentes. Tratar a la gente con respeto y no ejercer el poder de manera omnímoda y autoritaria.
A veces, cuando pasan estas cosas, me siento en una ciudad militarizada, en la que pareciera que te pueden detener en cualquier esquina por “portación de rostro”-como efectivamente sucede- o hacerte pasar un momento horrible en la entrada sólo para que ellos se sientan, un rato, útiles.
Me gustaría aclarar que no estoy metiendo a todos los gendarmes en la misma bolsa. De hecho, el lunes, el micro en el que viajaba fue parado por un control de Gendarmería (con perro incluido), en la entrada a la ciudad de Gobernador Costa, y la chica que subió a pedirnos los documentos, nos trató en todo momento respetuosamente y con cordialidad. Incluso, nos pidió disculpas por las molestias ocasionadas.
Que yo sepa, los gendarmes son los “centinelas de la patria”. Entonces que se dediquen a eso, a cuidar la patria, y dejen los jueguitos perversos para el escuadrón.
* DNI. 25.131.056
11 Comentá esta nota:
Me parece bien el reclamo, pero me parece bien que los gendarme controlen porque de esa forma tambien se detienen a personas que siendo o no de Esquel son malvivientes, aveces nos molestamos porque nos controlan y tambien se critica al personal uniformado cuando no revisan, muchas veces se ha comentado que estan parado sin hacer nada, entonces creo y considero bien el actuar de gendarmeria, en el supuesto caso que lo que dice esta señora que el gendarme no fue cortés, capaz que ahí tenga algo de razón, pero hay de todo en cualquier profesión, tambien he visto como algunas personas tambien son descortés con los uniformados....Recordemos que gracias a este tipo de accionar se ha encontrado en la portada y en los controles fronterizos personas ingresando droga, (entonces tienen que revisar, aunque nos pàrezca inoportuno), y de esta forma tendremos en Esquel menos droga y personas que intenta a interrumpir la tranquilidad de nosotros los ESQUELENSES
¿No será una muestra más de la "calidez patagónica"? Digo, ¿ó tal calidez está reservada sólo a los turistas -algunos-? ¿Y habrá alguna coincidencia con la cordial bienvenida que otra de nuestras fuerzas -en este caso la Policía Provincial- nos brinda en repetidas oportunidades en la Terminal de Omnibus? (canes incluidos, obvio).
Entiendo tu indignación, la apoyo, y me sumo al repudio y/ó protesta por este tipo de actitudes que no hacen más que recordar tiempos funestos de nuestro país, que afortunadamente no creo que regresen.
LUIS GONZÁLEZ
O nos quejamos de que los gendarmes o polícías no hacen nada, o nos quejamos porque hacen controles que, como dijo el gendarme "es parte de su trabajo" Para los "recién llegados" a Esquel les comento que ya nos es el pueblo de hace 7, 8 o 10 años, es mucha la gente que ha llegado y, lamentablemente, no toda es "ni buena, ni sana" y algunos han traido sus vicios de otros lares, por lo que brindo porque se sigan realizando dichos controles y cuando uno tiene todo en regla y en orden, NO DEBE PREOCUPARSE si pierde 5' en un control de rutina, si aún con control pasan las cosas que pasan imagínense si nadie controlara....!!
realmente, ultrajan nuestra libertad a circular libremente,escuchen aqui en la costa se ponen los domingos a las 20 hs en el acceso a trelew por la ruta 3 y no se dan cuenta que lo unico que hacen es producir una cola de 4 a 5 km de vehiculos, micros y camiones, aparte de los 4 o 5 choques que se producen.todos vivimos su prepotencia con bigotes. yo no les entrego el documento se los muestro y nada mas.
Me preocupa que a gran parte de la sociedad este tema no le preocupe. Es un emergente terrible de ciertas prácticas perversas que se mantienen en el tiempo.
Suelo hacer el trayecto entre Rawson y Trelew y muchas veces ocurre algo similar: detener autos por "portación de caras", es decir, porque al "centinela" de turno le resulta sospechoso.
Es la quintaesencia de la arbitrariedad y lo grave que no ocurre solo con la gendarmeria.
Hace unas semanas atrás me ocurrió que iba caminando por la costanera en Puerto Madryn y 2 inspectoras de bromatologia me pararon para que abriera mi mochila (porque iba a haber un recital). Obviamente les explique que no tenían autoridad para hacerlo, pero le pidieron a los policias que estaban cerca que me hicieran abrir el bolso, lo que hice para evitar esa figura de desacato. Nada había ni nada miraron dentro del bolso, pero fué una actitud para marcar poder, para que recordara que es el sometimiento a la "autoridad". Una experiencia simbólica que me recordaba que la represión de los setenta sigue viva.
Insisto, lo que más me preocupa es la naturalidad con que muchos de los habitantes toman estas situaciones: "si no haces nada raro no tenés que preocuparte" o "¿que te molestan 5 minutos de control?"
Que se yo, es el huevo de la serpiente. Me preocupan los que piden o necesitan tantos controles, tanta represión.
Me preocupa tanto miedo a la libertad.
Me preocupa que se sientan seguros por un control de documentos y no les preocupe tanto tener algunos funcionarios, comerciantes u otros que estén robando sin que la policia o gendarmeria de la calle los pueda o quiera detectar....
Como siempre ante un tema están los que ven blanco o negro, me parecen muy bien los controles pero no cuando se pasan, preguntar diez veces de donde son y encima psicopatear a la señora preguntando si está enojada? una verguenza, sé por experiencia de una amiga rubia linda alta y con un auto nuevo y polarizado que cuando la ven la dejan pasar sin pedirle nunca nada! incluso le perdonan el no tener el cinturón puesto y algunas veces los agentes de tránsito del municipio le han perdonado alguna infracción sin que ella lo solicitara, por "portación de rostro" tambien, el tema es que a veces noto que a las fuerzas de seguridad les gusta jugar a ser eficientes, dejan pasar a 90 y se desquitan con los otros 10 que pasan demorandolos inutilmente y haciendoles pasar un mal momento, no me gusta creer que seguimos perseguidos pese a vivir en democracia y que a las fuerzas de seguridad les quedan mañas de aquellas oscuras épocas, creo que así como hay gente muy eficiente en las fuerzas también hay algunos cuantos que no deberían estar en ese lugar en el que pueden ejercer poder sobre otras personas y en algunos casos no están en óptimas condiciones psicológicas para hacerlo, sin mencionar que dentro de las fuerzas ellos se manejan con la presión psicológica y la intimidación todo el tiempo es así como funcionan internamente, si no pueden cambiar ésta situación alguien tiene que decirles que no pueden manejarse igual con los ciudadanos libres que no tienen porque soportar su presión intimidatoria siquiera un momento.
maria eugenia
che romina,
cuál es el problema de que gendarmería haga un control rutinario en la portada?
te insultaron?, te vejaron? te privaron ilegitimamente de tu libertad? si así fuere hacé rapidamente una denuncia penal en fiscalía que yo te voy a acompañar.
a mi personalmente me han parado muchisimas veces tanto en esquel como en el paso villegas, y teniendo todo en regla, el operativo no dura más de 15minutos.
lo tuyo es ideológigo, típico del "pseudopregresismo" querida.
nunca lei nada tuyo quejandose de los autocnovocados de entre rios que mantienen un puente internacional cortado hace casi 3 años. los ciudadanos que necesitan transitar libremente por ahi,...no tienen el mismo derecho que vos???
mmmmmmmm no se porqué pero no creo genuino tu berrinche, como tampoco creo genuino el sesgo ideológico de puerta e. en fin,...
saludos
luciano
Lo ke okurrio a esta syudadana es un abuso de autoridad. Se kontrola a la gente honesta pero a los narkos de Eskel nadye los kontrola. Un jendarme me dijo ke en la época de Caserotto se estaba asyendo una inbestigasyón de los narkos a fondo, pero al kambiar el jefe todo bolbyó para atrás y kedó en la nada, i me dyo nombres. i por ké a esa lakra nadye los kontrola?
Lo ke Romina komenta es un echo de byolasyon de derechos i de libertad.Pero Romina uds. kometieorn un error, no tenían porke bajarse del rodado, ellos no pweden obligarlos a bajar, segundo no es obligasyon andar portando el DNI, eso es de la diktadura, pero komo ves no terminó, esa ideología enfermisa sigue latente y kobra bida kada ves ke los uniformados intimidan a los syudadanos.
Lamentablemente los syudadanos de este país no konosen los derechos ni las obligasyones por eso pasan estos atropellos. Beo qe algunos apoyan estos atropellos, me pregunto los narkos awtorisados komo pasan la droga? serán inbisibles? o lo asen en los momentos en ke están sentados dentro del abitákulo de la portada.
Tambyen es berdad lo ke dise Romina, si no sos rubio i no bas en un awto lujoso o en 4x4 sos sos sospechoso, porqe es el estereotipo de ellos es rasista.
Utimpa
Che, Luciano, acaso está mal quejarse porque te hacen pasar un mal momento?
Aparte qué es eso de que el reclamo no es genuino? es que Romina miente?... no creo no? es que es tendencioso? Y eso qué?
Aparte todos sabemos que tiene razón, los gendarmes en general son incultos, poco capacitados y están llenos de prejuicios.
Aguante Romi!
Abajo los gendarmes!
AV
che luciano?
Probablemente lo de romina sea ideologico al igual que lo tuyo por cierto y no es para nada cuestionable.Uno habla desde sus creencias , convicciones historias propias y ajenas ; ideas al fin y al cabo que pueden o no estar ordenadas en algun manual teorico pero que muestran nuestra cosmovision de la "cosa".
Tambien me resulta curioso suponer que Romina hable desde el seudoprogresismo.
Eso implicaria que no puede hacerlo desde el progresismo ya que este , segun se deduce de tu "seudo" , no veria mal los controles intimidatorios como el que se relata en la nota.
Por ultimo el parrafo sobre "lo genuino" tanto en lo de la autora de la nota como en la ideologia de Puerta , mereceria una disquisicion que a esta altura aburriria , pero no por eso deja de llamar la atencion volver a escuchar sobre ideologias genuinas , lo que de vuelta nos llevaria , casi de un solo paso a "ideas foraneas a nuestro sentir nacional" y eso ya me produce escalofrios.
pd: yo no escribi nunca nada sobre el genocidio armenio , ni sobre tantas otras calamidades y no creo que por eso uno no pueda expresar lo que piensa.
No jodan con ideología !!!acabo de pasar un mal momento por unos gendarmes mal educados y prepotentes...estoy regresando a mi casa después de trabaja ,! Por que tengo que andar con documento ??? Estamos en democracia. Creo !!! Y no estoy en desacuerdo con los controles ...sino con los. Prepotentes maleducados
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