miércoles, febrero 17, 2010

“Sigue el dilema: todo cambio supone conflicto”


Por Abla Carballo *

"La decisión no es sólo del Estado es de un pueblo”

Un fenómeno negativo de la sociedad que siempre existió, es la marginalidad.
Invariablemente hay un grupo que impone las categorías de exclusión.

Y siempre que un grupo tiene el poder, en cualquier época, decide que los que no son iguales a ellos, deben ser discriminados. Los marginados o esclavizados en casos graves son exterminados.

El poder no se consigue por el amor, a menos que se diga que Jesús triunfó por el amor, si llega a aparecer hoy día lo marginarían por mendigo o lo encerrarían por loco.

¿Y quién genera las normas?: el poder. Es decir, sólo los que cumplen con las normas creadas por el poder central y muchas veces adaptadas a su conveniencia, son normales.
El poder dice: “Nosotros somos normales”. Constituye como una burocracia estabilizada, y tiene el centro muerto, porque allí es todo tan normal que no ocurre nada.¿Será cierto?

El poder margina y excluye la variedad aunque no la expulsa totalmente porque la necesita para interactuar; como con los transgresores, que son discriminados pero aceptados; los vanguardistas; los neuróticos o los que tienen alguna alteración de lo `normal` aceptable para el sistema.

Cuando se pasa a la exclusión, es muy difícil volver. Son los que quedan del lado de afuera, los que no existen. Los que son marginados a tal punto que quedan fuera del sistema, no pueden dar un domicilio, no tienen obra social, no tienen trabajo.
El sistema lo pone del otro lado y lo transforma en objeto cosificable, eliminable.
Una observación, posible de verificar, es el recurso de los marginados quienes desde un presente sin sentido –alcohol u otra droga de por medio- puede ser su violencia, puede ser también instalándose en su depresión desde un pasado perdido. No tiene un futuro ni donde ir.

El diván de los pobres es el cartón de vino porque quita el hambre, el frío y la desesperación.

En la otra punta, en una angustia de vacío, el empresario, el que tiene dinero, el que pertenece al grupo de poder agarra un billete de 100 dólares, de los muchos que tiene, lo mira y le dice: “Benjamín, mirame, haceme existir…” y Benjamín Franklin, el gordito ambigüo, imperialista, lo mira de costado como cargándolo. Así y todo este angustiado existencial sale a superar su estrés, su falta de miradas amorosas, viaja para descansar y recuperarse, o recurre al sexo o al alcohol u otras drogas y al consumo de lo que más le guste.

El doctor Raúl Zaffaroni dijo que hizo un cálculo de lo robado por los que están presos en el país, “La cantidad de plata es muy inferior a lo que roban en un día los especuladores. Son los que roban legalmente”. Y agregó: “Son también los que ocupan una función y no cumplen su cargo para lo que han sido designados”.

Burocracia y Frialdad Emocional

El sábado 23 de enero fue a parar al hospital un hombre golpeado por la policía local; en estado de intoxicación etílica, denotando excitación psicomotriz y violencia, de acuerdo al exámen del médico de guardia del HZE.

Se radicó la denuncia de carácter penal ante el fiscal de Estado, doctor Martín Zachino, pasadas las 8,30 de la mañana en forma telefónica. El 26 de enero se efectuó la denuncia ante el ministerio público Fiscal. El empleado judicial informó al denunciante que cabía el derecho de acudir al servicio de Asistencia a la Víctima, a efectos de requerir atención por el hecho sufrido. Leer más

* DNI 4159560

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