Vecinas autoconvocadas: Marta Sahores, Nilda Bulzomi y Chuni Botto
La Unión de Asambleas Ciudadanas contra el saqueo y la contaminación convocan al decimosegundo encuentro que se realizará del 26 al 28 de marzo, en Esquel, Chubut. La cita coincide con un aniversario: el 23 de marzo de 2003, los vecinos, luego de movilizar a toda la ciudad, lograron con un plebiscito bloquear el proyecto minero de Meridian Gold (hoy Yamana Gold), una multinacional amiga del poder político. A partir de esta experiencia, siete provincias argentinas tienen la legislación necesaria para prohibir la explotación minera en su territorio.
Fuente: La Vaca
La Unión la conforman vecinos de ciudades y pueblos de todo el país que se las ingenian para conseguir el freno sobre el avance minero y sojero, dos actividades que los afectan directamente: destruyen montañas y suelos, contaminan el ambiente y despilfarran cantidades monumentales de agua (además, no pagan impuestos y llevan todas sus ganancias al exterior). Crearon su página web y también impulsan el debate en Chile y en Uruguay.
En esta investigación publicada en MU en diciembre de 2009 se relata lo ocurrido en Esquel, la ciudad anfitriona de la próxima reunión de la UAC.
Broma de mal gusto
La gente chistosa a veces es contraproducente. En la conferencia organizada por Meridian Gold, hablaba un señor trajeado que representaba a la empresa DuPont, proveedora de cianuro para el proyecto de minería a cielo abierto en Esquel, Chubut. Y dijo: "El cianuro no es venenoso, está en las almendras. Y si fuera veneno, yo estaría muerto porque tengo un traje azul, y el azul se hace con ferrocianuro ferroso. Y usted estaría envenenado, y usted también" dijo señalando a algunos de los funcionarios de azul que estaban en las primeras filas, rematando con un clásico: "Ja, ja".
Entre el público, sin reírse, estaban Marta Sahores y Silvia González, damas en este caso subversivas: licenciadas en química. Marta había llevado a sus alumnos de la Universidad de la Patagonia para que escucharan lo que se decía sobre minería. "Se me cayó la venda cuando lo escuché a este monsieur DuPont -recuerda Marta- que decía cualquier disparate mientras hasta funcionarios que eran ingenieros se callaban la boca y el director de Minería, Guillermo Hughes, estaba a cargo del proyector de diapositivas". (¿El doblete de ser funcionario del Estado y asistente de las multinacionales será un requisito de polivalencia laboral?). "Mostraban dibujos de lo bonita que iba a quedar la montaña, llena de arbolitos -explica Marta- pero el que hablaba ni siquiera era un profesional, después supimos que era el gerente de ventas".
Así se presentaba en 2002 Meridian Gold, minera canadiense, para promover las ventajas de su empredimiento minero a cielo abierto, ante un auditorio de 500 personas, dos de las cuales miraban azoradas cómo la empresa y el Estado intentaban inocular el cianuro en esa bella ciudad de Esquel. El resto callaba, confirmando que no siempre las mayorías son sabias. Marta y Silvia se lanzaron a dar charlas de extensión universitaria, para contar el lado no chistoso de la cuestión y lo que la minería provoca: contaminación del agua, el aire, el suelo.
Mientras las profesoras dictaban esas clases, los vecinos de una de las asambleas nacidas del 19 y 20 de diciembre de 2001 confluyeron con los docentes autoconvocados y con otros ciudadanos que no habían perdido la capacidad de alarmarse, husmeando el mismo peligro. En noviembre de 2002 hubo un encuentro de 300 personas, a la semana uno de 600. Nacía la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina, de cuya primera marcha (6.000 personas) se acaban de cumplir siete años el 4 de diciembre.
La Asamblea planteó un amparo judicial para evitar que el proyecto minero siguiera adelante (pasó todas las instancias hasta que en 2007 fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia). Y la hazaña mayor: los vecinos imaginaron que el mejor modo de resolver el dilema era convocar a un plebiscito, idea aprobada por el Concejo Deliberante y la intendencia. El gobierno del radical José Luis Lizurume organizó marchas a favor de la minera junto a la uocra y con empleados públicos llevados desde Comodoro Rivadavia, que terminaban reconociendo: "Vinimos por el asado".
Meridian Gold hizo campaña, spots publicitarios, avisos en todos los medios (con la obvia compra de opinión favorable que eso implicaba), editó revistas lujosas, regaló camisetas de fútbol y pelotas, hizo donaciones y armó un gran show llevando a Esquel al conjunto de cumbia villera Ráfaga, todo con choripán y comida gratuita, para envidia de cualquier puntero político. Pero se hizo el plebiscito y ganó el No a la mina, con el 81 por ciento de los votos y un presentismo electoral mayor al habitual. En la plaza San Martín se reunieron 9.000 personas a celebrar y hacer la digestión de choripanes, incluyendo a los chicos que habían guardado sus camisetas para estrenárselas a Meridian en la cara durante el festejo.
Mientras las asambleas producto del 19 y 20 se iban desvaneciendo en las ciudades grandes, la de Esquel le daba nacimiento así a una nueva generación de experiencias contagiosas: ya son más de 100 las asambleas de comunidades de todo el país organizadas por fuera de la política convencional, en las que los ciudadanos hacen la verdadera política: la de defender sus derechos y ejercer una democracia no envenenada.
Meridian mapuche
Hoy todo parece tranquilo, pero en Esquel andan alertas, intuyendo que las multinacionales y sus asistentes siguen buscando imponer la minería (calculan que hay 200 concesiones para exploración, curiosidad en una provincia como Chubut donde la minería a cielo abierto está prohibida por la ley 5001). Una explicación de mercado: cuando comenzó este conflicto, la onza de oro valía 300 dólares; hoy cruzó la barrera de los 1.200. Nilda Bulzomi, maestra, describe a la Asamblea como el piloto de las estufas y calefones: una llama siempre prendida, que cuando hace falta enciende todo el sistema.
Otro de los asambleístas primigenios fue Gustavo Macayo, abogado de comunidades mapuche que ya había conocido a Meridian Gold cuando la empresa quiso colarse en territorio de la comunidad Huisca-Antieco. Macayo, además, es librero al estilo de culturas ancestrales, en las que esas personas sabían de libros. Los mapuches y los asambleístas se sintieron naturalmente cercanos en defensa de los recursos naturales y mezclaron saberes antiguos con buscadores de Internet, que abrieron a la información sobre los desastres de la minería a escala global. Macayo: "Meridian quería hacer exploraciones mineras ya en 2001, en tierras mapuche, así que presentamos un amparo porque existe un derecho de consulta previa establecido en la legislación indígena. Cuando la intención de Meridian se conoció en todo Esquel, para algunos ya no era una sorpresa. Meridian había directamente comprado el proyecto minero de Cordón Esquel. Compró la tierra". Leer más
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Fuente: La Vaca
La Unión la conforman vecinos de ciudades y pueblos de todo el país que se las ingenian para conseguir el freno sobre el avance minero y sojero, dos actividades que los afectan directamente: destruyen montañas y suelos, contaminan el ambiente y despilfarran cantidades monumentales de agua (además, no pagan impuestos y llevan todas sus ganancias al exterior). Crearon su página web y también impulsan el debate en Chile y en Uruguay.
En esta investigación publicada en MU en diciembre de 2009 se relata lo ocurrido en Esquel, la ciudad anfitriona de la próxima reunión de la UAC.
Broma de mal gusto
La gente chistosa a veces es contraproducente. En la conferencia organizada por Meridian Gold, hablaba un señor trajeado que representaba a la empresa DuPont, proveedora de cianuro para el proyecto de minería a cielo abierto en Esquel, Chubut. Y dijo: "El cianuro no es venenoso, está en las almendras. Y si fuera veneno, yo estaría muerto porque tengo un traje azul, y el azul se hace con ferrocianuro ferroso. Y usted estaría envenenado, y usted también" dijo señalando a algunos de los funcionarios de azul que estaban en las primeras filas, rematando con un clásico: "Ja, ja".
Entre el público, sin reírse, estaban Marta Sahores y Silvia González, damas en este caso subversivas: licenciadas en química. Marta había llevado a sus alumnos de la Universidad de la Patagonia para que escucharan lo que se decía sobre minería. "Se me cayó la venda cuando lo escuché a este monsieur DuPont -recuerda Marta- que decía cualquier disparate mientras hasta funcionarios que eran ingenieros se callaban la boca y el director de Minería, Guillermo Hughes, estaba a cargo del proyector de diapositivas". (¿El doblete de ser funcionario del Estado y asistente de las multinacionales será un requisito de polivalencia laboral?). "Mostraban dibujos de lo bonita que iba a quedar la montaña, llena de arbolitos -explica Marta- pero el que hablaba ni siquiera era un profesional, después supimos que era el gerente de ventas".
Así se presentaba en 2002 Meridian Gold, minera canadiense, para promover las ventajas de su empredimiento minero a cielo abierto, ante un auditorio de 500 personas, dos de las cuales miraban azoradas cómo la empresa y el Estado intentaban inocular el cianuro en esa bella ciudad de Esquel. El resto callaba, confirmando que no siempre las mayorías son sabias. Marta y Silvia se lanzaron a dar charlas de extensión universitaria, para contar el lado no chistoso de la cuestión y lo que la minería provoca: contaminación del agua, el aire, el suelo.
Mientras las profesoras dictaban esas clases, los vecinos de una de las asambleas nacidas del 19 y 20 de diciembre de 2001 confluyeron con los docentes autoconvocados y con otros ciudadanos que no habían perdido la capacidad de alarmarse, husmeando el mismo peligro. En noviembre de 2002 hubo un encuentro de 300 personas, a la semana uno de 600. Nacía la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina, de cuya primera marcha (6.000 personas) se acaban de cumplir siete años el 4 de diciembre.
La Asamblea planteó un amparo judicial para evitar que el proyecto minero siguiera adelante (pasó todas las instancias hasta que en 2007 fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia). Y la hazaña mayor: los vecinos imaginaron que el mejor modo de resolver el dilema era convocar a un plebiscito, idea aprobada por el Concejo Deliberante y la intendencia. El gobierno del radical José Luis Lizurume organizó marchas a favor de la minera junto a la uocra y con empleados públicos llevados desde Comodoro Rivadavia, que terminaban reconociendo: "Vinimos por el asado".
Meridian Gold hizo campaña, spots publicitarios, avisos en todos los medios (con la obvia compra de opinión favorable que eso implicaba), editó revistas lujosas, regaló camisetas de fútbol y pelotas, hizo donaciones y armó un gran show llevando a Esquel al conjunto de cumbia villera Ráfaga, todo con choripán y comida gratuita, para envidia de cualquier puntero político. Pero se hizo el plebiscito y ganó el No a la mina, con el 81 por ciento de los votos y un presentismo electoral mayor al habitual. En la plaza San Martín se reunieron 9.000 personas a celebrar y hacer la digestión de choripanes, incluyendo a los chicos que habían guardado sus camisetas para estrenárselas a Meridian en la cara durante el festejo.
Mientras las asambleas producto del 19 y 20 se iban desvaneciendo en las ciudades grandes, la de Esquel le daba nacimiento así a una nueva generación de experiencias contagiosas: ya son más de 100 las asambleas de comunidades de todo el país organizadas por fuera de la política convencional, en las que los ciudadanos hacen la verdadera política: la de defender sus derechos y ejercer una democracia no envenenada.
Meridian mapuche
Hoy todo parece tranquilo, pero en Esquel andan alertas, intuyendo que las multinacionales y sus asistentes siguen buscando imponer la minería (calculan que hay 200 concesiones para exploración, curiosidad en una provincia como Chubut donde la minería a cielo abierto está prohibida por la ley 5001). Una explicación de mercado: cuando comenzó este conflicto, la onza de oro valía 300 dólares; hoy cruzó la barrera de los 1.200. Nilda Bulzomi, maestra, describe a la Asamblea como el piloto de las estufas y calefones: una llama siempre prendida, que cuando hace falta enciende todo el sistema.
Otro de los asambleístas primigenios fue Gustavo Macayo, abogado de comunidades mapuche que ya había conocido a Meridian Gold cuando la empresa quiso colarse en territorio de la comunidad Huisca-Antieco. Macayo, además, es librero al estilo de culturas ancestrales, en las que esas personas sabían de libros. Los mapuches y los asambleístas se sintieron naturalmente cercanos en defensa de los recursos naturales y mezclaron saberes antiguos con buscadores de Internet, que abrieron a la información sobre los desastres de la minería a escala global. Macayo: "Meridian quería hacer exploraciones mineras ya en 2001, en tierras mapuche, así que presentamos un amparo porque existe un derecho de consulta previa establecido en la legislación indígena. Cuando la intención de Meridian se conoció en todo Esquel, para algunos ya no era una sorpresa. Meridian había directamente comprado el proyecto minero de Cordón Esquel. Compró la tierra". Leer más
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