lunes, julio 26, 2010

Opinión: “Esquel y Bariloche”, por Juan Zuoza

Por Juan Zuoza*

En relación a la nota que publicó Humberto Kadomoto, me gustaría aportar algunos comentarios, a saber: la actividad económica que ostenta Bariloche es envidiable, lo que no es envidiable es la distribución de sus recursos. Ahora bien, ¿Esquel puede generar algo parecido? Es fundamental ser conscientes de que no se trata de imitar a otra ciudad, sino de tener algo con identidad propia. Lógicamente para llegar a ello (desde un punto de vista de atracción turística) se debe aprender de los aciertos y errores de otros que realmente viven del turismo, tal es el caso de Bariloche. Hace algo de diez años presenté en el Concejo Deliberante de Esquel un proyecto que se llamaba “Esquel XXI”, que era simplemente un conjunto de lineamientos estratégicos para incentivar la actividad turística. El proyecto quedó cajoneado en algún rincón, quién sabe donde. Pero eje principal consistía en la transformación de la ciudad en una verdadera ciudad distintiva, que tenga su brillo propio y que sea justificativo suficiente para que la ciudad brinde un atractivo nada despreciable por el turista. Una de las propuestas del proyecto consistía en utilizar el predio de la cárcel de Esquel para diseñar un centro recreativo y comercial nuevo, destinado a captar la atención del turista, generar ingresos al municipio y bajar los abrumadores precios de alquileres de locales comerciales que impiden pequeños emprendimientos.

El proyecto sería ampliamente participativo y buscaría el máximo aprovechamiento de los recursos económicos a fin de evitar sobrefacturaciones indeseables e improductivas, y por otra parte dándole un valor sentimental a la obra, la cual surgiría de la misma población. Es que se proponía que diseño estuviese a cargo de los alumnos de la escuela politécnica, basado en distintas propuestas que por concurso surgieran y de diferentes trabajos de alumnos de distintas escuelas y entidades sociales. Dentro de las edificaciones a construir se incluían varios locales comerciales, propiedad del municipio quien concesionaría los mismos a nuevos comerciantes a un precio por debajo de los alquileres promedio, y generando ingresos para solventar los gastos que el financiamiento de las obras demande y obligando al mercado inmobiliario a bajar sus precios por medio de la competencia. También se incluirían espacios abiertos tipo anfiteatros, juegos infantiles, bicisendas, y todo aquello que de la imaginación y los recursos disponibles surgieran. Cabe señalar que el lugar que hoy ocupa la cárcel es totalmente estratégico, con conexión al estadio municipal, uniendo dos avenidas principales y estando ubicado en el corazón mismo de Esquel. Entre otros puntos se planteaba también el nombre de las calles. Se proponía renombrar las calles con los nombres de especies autóctonas del lugar, dándole un toque verdaderamente distintivo impactante e intrigante a la ciudad. La plantación de frutales en las plazoletas y veredas, además de brindar un hermoso colorido, refuerza el vínculo del hombre con la tierra para producir alimentos. La realización de concursos barriales con las juntas vecinales a fin de que los mismos vecinos elaboren cartelería para exhibir el nombre de las calles de su barrio, evitando esos horribles carteles de chapa negros y blancos que nada contribuyen al paisajismo.

El proyecto contemplaba varios aspectos más, algunos deberían ser readecuados o reformulados pero se trata de un proyecto totalmente factible de realizar. Invito a los vecinos interesados y a los partidos políticos a estudiar la propuesta y revivirla con las adecuaciones que crean convenientes.

Con respecto a lo que plantea Kadomoto en relación a los costos de las viviendas, eso ya pasaría a otro plano… todos nacemos en un país donde la tierra fue repartida de antemano y donde lamentablemente el derecho de unos pocos a tener inmensas cantidades de propiedades o hectáreas está por encima del derecho a vivienda de cualquier persona común y corriente. Salvo los que hereden propiedades de los padres, la gente está obligada sistemáticamente a someterse de por vida a un alquiler, a una vivienda precaria o si tienen suerte y su salario lo permite, embargar su salario por decenas de años ante algún banco lucrativo que les dé crédito para pagar los sobreprecios de las viviendas.

Pero para modificar esto, hay que rever las leyes sobre la propiedad de inmuebles a fin de poner límites a la riqueza, en función de crear precios accesibles a las nuevas generaciones de argentinos o de concesionar tierras productivas a gente que verdaderamente la trabaje. Pero lamentablemente esto es sólo una utopía, muy lejos de volverse realidad ya que los intereses que habría que tocar provienen de sectores sumamente fuertes y de caprichos arraigados. Dentro de 300 años, si es que el mundo evoluciona, veremos como verdaderamente horrorosa la actual distribución de tierras, algo similar a cómo vemos hoy la esclavitud de los negros en el 1800.

* DNI 23.968.540

Nota relacionada: Opinión: “¿Puede Esquel convertirse en una ciudad como Bariloche?”, por Humberto Kadomoto

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