Por Juan Cruz Lagos *
Nadie es la patria, pero todos lo somos, decía Borges. En paráfrasis ligera, podríamos notar que nadie es Chubut, pero todos lo somos. Aquellos que nacimos al pie de la montaña, o en las extensas planicies, o a la vera del mar. Todos lo somos.
¿Qué sentido tendrá, entonces, plantear regionalismos intestinos, que hagan preferible los hombres y los nombres por su solo lugar de procedencia?
¿Cuál fue el rédito del chauvinismo para la humanidad? ¿Cuáles son los progresos que acredita en su haber la exacerbación del localismo? La inequidad en la distribución de la riqueza. La crisis de la solidaridad. La ruptura de los lazos invisibles que nos cohesionan y nos acercan, en un proyecto de destino común.
Múltiples estados se hallan en crisis por experiencias centrípetas, algunas fundadas en verdaderas fracturas de identidad. Desde la Padania italiana o la medialuna del oriente petrolero boliviano hasta la atomización yugoeslava y las traumáticas instancias autonomistas españolas, representan procesos marcados por enormes conflictos y transformaciones territoriales y políticas, sustentadas en las demandas regionales.
¿Pero esos son los imperativos de la hora para Chubut? No lo creemos.
No se advierte el sentido de fomentar localismos o fracturas internas, que no se apoyan en ninguna racionalidad ni sastisfacen necesidades genuinas. Mucho menos se explica la adopción de terminologías (como "es el momento de Comodoro Rivadavia" o el "eje Madryn - Comodoro"), cuyas reminiscencias imperialistas y beligerantes no se escapan a nadie. ¿Hemos de esperar una "triple entente" entre la comarca andina, la meseta central y el Valle, creada para enfrentar al "eje"?
Pensamos que el discurso político que florece en estos días ha dejado de tener sentido, incorporando irreflexivamente conceptos propios de la geopolítica y la competencia entre localidades, absolutamente innecesarios para el bienestar de la sociedad de Chubut.
Si se tratara de declarar que una ciudad o un pueblo se encuentran postergados en cuanto a las obras y servicios que hacen a la calidad de vida de sus habitantes, deberíamos coincidir en la necesidad de articular, todos juntos, las instancias solidarias para asegurar su desarrollo. Mucho ha hecho la administración actual para garantizar un desarrollo equilibrado y equitativo de las más distantes y olvidadas poblaciones de nuestra geografía.
Pero cuestión distinta es sostener que el próximo gobernador deberá surgir, necesariamente, de una ciudad particular, y hacer de eso una cuestión de estado.
Vemos con claridad que de lo que se trata es de elegir como gobernantes para nuestra provincia a quienes acrediten induvitablemente una mejor gestión publica, a quienes cuenten con el apoyo de mas localidades, a quienes tengan mejor imagen, a quienes puedan ser garantes de este exitoso modelo politico, en definitiva a quienes estén mejor capacitados para el desempeño de la función. Y esa idoneidad depende del compromiso con su labor y de las fuerzas morales e intelectuales del candidato, y no de su lugar de procedencia.
Hay sin duda personas en Comodoro Rivadavia con altas aptitudes para ocupar cargos públicos de relevancia. Los hay también en Trevelin. O en Cholila. Pero dichas aptitudes proceden de una vida de trabajo y compromiso, y no del hecho de vivir en una ciudad determinada.
Nada tiene que ver la idoneidad para el desempeño de una magistratura pública con el lugar de origen, que tampoco puede legal y constitucionalmente suponer un privilegio para esa localidad: quien gobierne la provincia lo hará para todos los chubutenses (tal uno de los paradigmas del Modelo Chubut), y deberá olvidarse de los localismos, evitando favorecer indebidamente a sus coterráneos en detrimento de los demás habitantes de la provincia.
A su turno, nos hallamos con un anacrónico discurso que apaña un modelo dual o competitivo, en el que las partes del todo aparecen confrontando y no se ordenan a la armonía del bien común, que (como dijera Frías) es el bien de todos los todos del todo social.
Y advertimos, también, una falacia histórica, pues se pretende garantizar la gobernación para una localidad que tuvo (desde el retorno de la democracia a la fecha) una gran cantidad de candidatos a ese cargo, que no resultaron electos no por la decisión de una mano invisible de postergar a Comodoro, sino por la voluntad popular de los votantes de toda la provincia (incluso Comodoro).
Honestamente, no necesitamos nada de esto en Chubut. Necesitamos gobernantes que hayan sido elegidos por y para el pueblo, por su idoneidad y no por su origen, dispuestos a profundizar las transformaciones operadas por la actual gestión, consolidando las cosas hechas y afrontando las cosas que hay que hacer.
¿Podría reunir esos requisitos y ser electo un candidato de Comodoro Rivadavia? Seguramente. Pero no por su lugar de procedencia.
Creemos que, como ciudadanos, nos cabe analizar los candidatos de Comodoro, Trelew, Madryn, Esquel, Cholila, Río Pico o Trevelin, pero solo en cuanto a su probidad, idoneidad, capacidad de gestión y demás virtudes democráticas y gubernativas, dejando inmediatamente de lado localismos insensatos e inconducentes, que nos deslizarán necesariamente por el plano inclinado del fundamentalismo, con consecuencias injustas y nocivas política y socialmente
* DNI 24.584.424
Nadie es la patria, pero todos lo somos, decía Borges. En paráfrasis ligera, podríamos notar que nadie es Chubut, pero todos lo somos. Aquellos que nacimos al pie de la montaña, o en las extensas planicies, o a la vera del mar. Todos lo somos.
¿Qué sentido tendrá, entonces, plantear regionalismos intestinos, que hagan preferible los hombres y los nombres por su solo lugar de procedencia?
¿Cuál fue el rédito del chauvinismo para la humanidad? ¿Cuáles son los progresos que acredita en su haber la exacerbación del localismo? La inequidad en la distribución de la riqueza. La crisis de la solidaridad. La ruptura de los lazos invisibles que nos cohesionan y nos acercan, en un proyecto de destino común.
Múltiples estados se hallan en crisis por experiencias centrípetas, algunas fundadas en verdaderas fracturas de identidad. Desde la Padania italiana o la medialuna del oriente petrolero boliviano hasta la atomización yugoeslava y las traumáticas instancias autonomistas españolas, representan procesos marcados por enormes conflictos y transformaciones territoriales y políticas, sustentadas en las demandas regionales.
¿Pero esos son los imperativos de la hora para Chubut? No lo creemos.
No se advierte el sentido de fomentar localismos o fracturas internas, que no se apoyan en ninguna racionalidad ni sastisfacen necesidades genuinas. Mucho menos se explica la adopción de terminologías (como "es el momento de Comodoro Rivadavia" o el "eje Madryn - Comodoro"), cuyas reminiscencias imperialistas y beligerantes no se escapan a nadie. ¿Hemos de esperar una "triple entente" entre la comarca andina, la meseta central y el Valle, creada para enfrentar al "eje"?
Pensamos que el discurso político que florece en estos días ha dejado de tener sentido, incorporando irreflexivamente conceptos propios de la geopolítica y la competencia entre localidades, absolutamente innecesarios para el bienestar de la sociedad de Chubut.
Si se tratara de declarar que una ciudad o un pueblo se encuentran postergados en cuanto a las obras y servicios que hacen a la calidad de vida de sus habitantes, deberíamos coincidir en la necesidad de articular, todos juntos, las instancias solidarias para asegurar su desarrollo. Mucho ha hecho la administración actual para garantizar un desarrollo equilibrado y equitativo de las más distantes y olvidadas poblaciones de nuestra geografía.
Pero cuestión distinta es sostener que el próximo gobernador deberá surgir, necesariamente, de una ciudad particular, y hacer de eso una cuestión de estado.
Vemos con claridad que de lo que se trata es de elegir como gobernantes para nuestra provincia a quienes acrediten induvitablemente una mejor gestión publica, a quienes cuenten con el apoyo de mas localidades, a quienes tengan mejor imagen, a quienes puedan ser garantes de este exitoso modelo politico, en definitiva a quienes estén mejor capacitados para el desempeño de la función. Y esa idoneidad depende del compromiso con su labor y de las fuerzas morales e intelectuales del candidato, y no de su lugar de procedencia.
Hay sin duda personas en Comodoro Rivadavia con altas aptitudes para ocupar cargos públicos de relevancia. Los hay también en Trevelin. O en Cholila. Pero dichas aptitudes proceden de una vida de trabajo y compromiso, y no del hecho de vivir en una ciudad determinada.
Nada tiene que ver la idoneidad para el desempeño de una magistratura pública con el lugar de origen, que tampoco puede legal y constitucionalmente suponer un privilegio para esa localidad: quien gobierne la provincia lo hará para todos los chubutenses (tal uno de los paradigmas del Modelo Chubut), y deberá olvidarse de los localismos, evitando favorecer indebidamente a sus coterráneos en detrimento de los demás habitantes de la provincia.
A su turno, nos hallamos con un anacrónico discurso que apaña un modelo dual o competitivo, en el que las partes del todo aparecen confrontando y no se ordenan a la armonía del bien común, que (como dijera Frías) es el bien de todos los todos del todo social.
Y advertimos, también, una falacia histórica, pues se pretende garantizar la gobernación para una localidad que tuvo (desde el retorno de la democracia a la fecha) una gran cantidad de candidatos a ese cargo, que no resultaron electos no por la decisión de una mano invisible de postergar a Comodoro, sino por la voluntad popular de los votantes de toda la provincia (incluso Comodoro).
Honestamente, no necesitamos nada de esto en Chubut. Necesitamos gobernantes que hayan sido elegidos por y para el pueblo, por su idoneidad y no por su origen, dispuestos a profundizar las transformaciones operadas por la actual gestión, consolidando las cosas hechas y afrontando las cosas que hay que hacer.
¿Podría reunir esos requisitos y ser electo un candidato de Comodoro Rivadavia? Seguramente. Pero no por su lugar de procedencia.
Creemos que, como ciudadanos, nos cabe analizar los candidatos de Comodoro, Trelew, Madryn, Esquel, Cholila, Río Pico o Trevelin, pero solo en cuanto a su probidad, idoneidad, capacidad de gestión y demás virtudes democráticas y gubernativas, dejando inmediatamente de lado localismos insensatos e inconducentes, que nos deslizarán necesariamente por el plano inclinado del fundamentalismo, con consecuencias injustas y nocivas política y socialmente
* DNI 24.584.424
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