Enviado por Patricia Terraza
A nadie se le escapa que la falta de interés en la participación de las asambleas tiene que ver con el perfil en que se ha ido delineado Coopetel estos últimos dos años: una empresa, aislada de la comunidad. Muy distinta de lo que se soñó en su fundación: una cooperativa que impulse el desarrollo local, los valores de la cooperación, que sea eficiente en la prestación de sus servicios, que destine sus excedentes al mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad en que está inserta, que apoye las economías sociales.
Si quienes la fundaron sólo hubiesen reparado en la posibilidad de hacer “buenos negocios”, entonces hubieran creado una sociedad mercantil.
Con el paso de los años, sacando algunos periodos excepcionales, se hizo cada vez mayor hincapié en lograr una empresa exitosa que en generar una verdadera apropiación de los principios de la cooperación por parte de la sociedad.
Coopetel se afianzó como líder en el mercado, en la estructura económica predominante y quienes somos sus verdaderos dueños pasamos a sentirnos simplemente clientes.
Clientes que, al no concurrir a las asambleas, perdimos todo interés por el manejo de sus fondos, pero fundamentalmente perdimos el espíritu cooperativista, el principio de solidaridad que supone la contribución de todos para sanear injusticias y carencias, favorecer una economía social más humana y no solo la economía de mercado que propugna la explotación y la expoliación como fuente de recursos. Perdimos la capacidad de decidir que los excedentes fueran destinados al ideal cooperativo.
Para peor, en los últimos tiempos, ni el éxito económico nos quedó. Hoy hasta el edificio administrativo de Coopetel está hipotecado, en favor de negocios que a todas luces se vieron como perjudiciales no solo para la economía cooperativa, sino también para los usuarios de los servicios. Con clases cortadas en varias escuelas por falta del gas que provee Coopetel, con dificultades para conseguir una garrafa, con espera de meses para nuevos usuarios de internet, podemos decir con fundamento que ni el rol social ni el rédito económico se priorizaron en una gestión que evidentemente tuvo poca dedicación y nada de vocación cooperativa.
Coincidimos con la importancia de la refundación, para volver a poner las cosas en su lugar. Quienes conduzcan deben ser elegidos por sus antecedentes de participación social, por el compromiso asumido ante la comunidad, por sus capacidades. Y debe entenderse que quienes conduzcan son asociados que asumen el compromiso de llevar adelante una empresa cuyos objetivos sociales requieren que sea eficiente y eficaz en sus gestiones y solidaria y comprometida con su comunidad en sus convicciones
Los consejeros conducen. No representan al sector patronal, son asociados, tanto como los empleados que prestan sus servicios. A ambos debe importarles por encima de cualquier otra situación, que la cooperativa no pierda su eje, o no se aparte de sus principios fundacionales. Los fines personales y exclusivistas no condicen con el cooperativismo.
Por eso queremos una Coopetel de puertas abiertas a sus asociados y a la comunidad, con una información accesible, pública, precisa y oportuna, para que los socios que así lo deseen, puedan exponer sus ideas, tomar decisiones, generar proyectos y entre todos llevarlos adelante. No queremos una empresa egoísta, encerrada detrás de sus murallas, que se desentienda de su responsabilidad comunitaria. Proponemos una cooperativa que asuma el rol de aportar para las soluciones a las necesidades de educación, de vivienda, de participación ciudadana, de desarrollo local, de promoción de nuevas cooperativas y de articulación con otras ya existentes.
El momento fundamental en la vida de la cooperativa es cuando logra plasmar proyectos que beneficien a la comunidad. Una asamblea anual como requisito estatutario no es suficiente para fundamentar los principios cooperativistas, ya que ello requiere de mucha creatividad, predisposición y trabajo desinteresado.
No todos quienes han intentado conducir a Coopetel han tenido en claro los valores cooperativistas. Se ha utilizado la oportunidad para hacer simples negocios, explotar la conducción cooperativista como trampolín político e inclusive su rol de ser la mayor y mejor demanda laboral de El Bolsón.
No todos han tenido en cuenta que sin cooperación no hay cooperativismo y que la búsqueda exclusiva del beneficio económico se relaciona con el capitalismo, no con el cooperativismo.
Por ello, apoyamos a todos aquellos que quieren que nuestra cooperativa retome la senda marcada en su origen y sea dirigida por cooperativistas.
De ese modo, generaremos el verdadero sentido de pertenencia de los asociados, para que el logo de Coopetel lo llevemos con orgullo en nuestro corazón y no sea usado solamente como símbolo en la papelería oficial de nuestra cooperativa.
Patricia Terraza, Humberto Castelli, Guillermo Arnaudo, Marcelo Contardi, Alejandro Rodríguez, René Peñas, Roberto Conti, Amílcar Andreassi, Néstor Quisle, Luis Martín, Elena Belanko, Jorge Caprano, Ricardo Módica, Daniel Marthaler, Mario Álvarez
Nota relacionada: El Bolsón: “Segunda fundación de Coopetel”
A nadie se le escapa que la falta de interés en la participación de las asambleas tiene que ver con el perfil en que se ha ido delineado Coopetel estos últimos dos años: una empresa, aislada de la comunidad. Muy distinta de lo que se soñó en su fundación: una cooperativa que impulse el desarrollo local, los valores de la cooperación, que sea eficiente en la prestación de sus servicios, que destine sus excedentes al mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad en que está inserta, que apoye las economías sociales.
Si quienes la fundaron sólo hubiesen reparado en la posibilidad de hacer “buenos negocios”, entonces hubieran creado una sociedad mercantil.
Con el paso de los años, sacando algunos periodos excepcionales, se hizo cada vez mayor hincapié en lograr una empresa exitosa que en generar una verdadera apropiación de los principios de la cooperación por parte de la sociedad.
Coopetel se afianzó como líder en el mercado, en la estructura económica predominante y quienes somos sus verdaderos dueños pasamos a sentirnos simplemente clientes.
Clientes que, al no concurrir a las asambleas, perdimos todo interés por el manejo de sus fondos, pero fundamentalmente perdimos el espíritu cooperativista, el principio de solidaridad que supone la contribución de todos para sanear injusticias y carencias, favorecer una economía social más humana y no solo la economía de mercado que propugna la explotación y la expoliación como fuente de recursos. Perdimos la capacidad de decidir que los excedentes fueran destinados al ideal cooperativo.
Para peor, en los últimos tiempos, ni el éxito económico nos quedó. Hoy hasta el edificio administrativo de Coopetel está hipotecado, en favor de negocios que a todas luces se vieron como perjudiciales no solo para la economía cooperativa, sino también para los usuarios de los servicios. Con clases cortadas en varias escuelas por falta del gas que provee Coopetel, con dificultades para conseguir una garrafa, con espera de meses para nuevos usuarios de internet, podemos decir con fundamento que ni el rol social ni el rédito económico se priorizaron en una gestión que evidentemente tuvo poca dedicación y nada de vocación cooperativa.
Coincidimos con la importancia de la refundación, para volver a poner las cosas en su lugar. Quienes conduzcan deben ser elegidos por sus antecedentes de participación social, por el compromiso asumido ante la comunidad, por sus capacidades. Y debe entenderse que quienes conduzcan son asociados que asumen el compromiso de llevar adelante una empresa cuyos objetivos sociales requieren que sea eficiente y eficaz en sus gestiones y solidaria y comprometida con su comunidad en sus convicciones
Los consejeros conducen. No representan al sector patronal, son asociados, tanto como los empleados que prestan sus servicios. A ambos debe importarles por encima de cualquier otra situación, que la cooperativa no pierda su eje, o no se aparte de sus principios fundacionales. Los fines personales y exclusivistas no condicen con el cooperativismo.
Por eso queremos una Coopetel de puertas abiertas a sus asociados y a la comunidad, con una información accesible, pública, precisa y oportuna, para que los socios que así lo deseen, puedan exponer sus ideas, tomar decisiones, generar proyectos y entre todos llevarlos adelante. No queremos una empresa egoísta, encerrada detrás de sus murallas, que se desentienda de su responsabilidad comunitaria. Proponemos una cooperativa que asuma el rol de aportar para las soluciones a las necesidades de educación, de vivienda, de participación ciudadana, de desarrollo local, de promoción de nuevas cooperativas y de articulación con otras ya existentes.
El momento fundamental en la vida de la cooperativa es cuando logra plasmar proyectos que beneficien a la comunidad. Una asamblea anual como requisito estatutario no es suficiente para fundamentar los principios cooperativistas, ya que ello requiere de mucha creatividad, predisposición y trabajo desinteresado.
No todos quienes han intentado conducir a Coopetel han tenido en claro los valores cooperativistas. Se ha utilizado la oportunidad para hacer simples negocios, explotar la conducción cooperativista como trampolín político e inclusive su rol de ser la mayor y mejor demanda laboral de El Bolsón.
No todos han tenido en cuenta que sin cooperación no hay cooperativismo y que la búsqueda exclusiva del beneficio económico se relaciona con el capitalismo, no con el cooperativismo.
Por ello, apoyamos a todos aquellos que quieren que nuestra cooperativa retome la senda marcada en su origen y sea dirigida por cooperativistas.
De ese modo, generaremos el verdadero sentido de pertenencia de los asociados, para que el logo de Coopetel lo llevemos con orgullo en nuestro corazón y no sea usado solamente como símbolo en la papelería oficial de nuestra cooperativa.
Patricia Terraza, Humberto Castelli, Guillermo Arnaudo, Marcelo Contardi, Alejandro Rodríguez, René Peñas, Roberto Conti, Amílcar Andreassi, Néstor Quisle, Luis Martín, Elena Belanko, Jorge Caprano, Ricardo Módica, Daniel Marthaler, Mario Álvarez
Nota relacionada: El Bolsón: “Segunda fundación de Coopetel”
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