Por Hernán Horacio Schiaffini *
Hay muchas cuestiones que se mezclan cuando se debate sobre la “policía infantil”, pero me parece que son dos las centrales. Una, la que tiene que ver con el rol del Estado en este tipo de actividades. La segunda, la que refiere a estas actividades en sí.
Hay a quienes les gusta la “policía infantil” y a quienes no les gusta. Ahora, la cosa no es tan sencilla como decir “lo que me gusta está bien, lo que no me gusta está mal” para ninguno de los dos casos.
La policía infantil esquelense es una actividad coordinada por un sacerdote empleado de la policía provincial. En el marco de esa actividad los niños que asisten marchan al ritmo de una voz de mando marcial, cantan canciones religiosas con las letras transmutadas y hacen ejercicio con chalecos antibalas oficiales (ojo, se dijo que no eran los muchachos los que tenían los chalecos, sino mujeres que hacían una demostración. Esto no es cierto. Pueden verse fotos de los muchachitos con los chalecos aquí).
Nos guste o no, esto ocurrió así. Además de discutir si esto nos gusta o no, si está bien o está mal, primero tenemos que declarar que es una actividad inadmisible en el marco del Estado.
¿Por qué? Por varias razones:
1. Es una actividad de inspiración religiosa, lo que no debe tener lugar en un Estado laico. La religión no debe estar presente en las actividades propuestas por el Estado. Así como no debe estar en la escuela y el hospital, en la policía tampoco. De hecho está bastante mal que la policía y las fuerzas armadas tengan capellanes (pagos además, como toda la iglesia católica, por el Estado). Que no se confunda: policías, militares y maestros pueden tener la fe que quieran, sólo que es un asunto privado. No se debe predicar desde el Estado.
2. La policía no es una institución adecuada para la instrucción de niños y adolescentes. No lo es porque sus agentes no tienen la formación pedagógica necesaria, porque no es esa su función, sino la de vigilancia y represión del delito. Y este objeto, que a menudo implica el uso de la violencia, no es adecuado para niños de las edades que acuden a la “policía infantil”. Esto que digo está sintetizado en el artículo 3 (inciso 3) de la Convención de Derechos del Niño y el Adolescente.
3. El conjunto de actividades que se realizaban en el ámbito de la “policía infantil”, o al menos lo que se publicó por internet, y uno pensaría que porque lo publicaron era lo que consideraban más importante, apuntaba directamente a una especie de adoctrinamiento policial-militar, calcado de las prácticas de los adultos pertenecientes a fuerzas de seguridad. No es el sentido de la libertad y la ciudadanía lo que se ejercita, sino mas bien un sentido de obediencia y jerarquía. No se enseña a ejercer derechos y asumir responsabilidades, sino a obedecer órdenes.
Al menos por estos tres motivos, la “policía infantil” no puede ni debe estar auspiciada por el Estado.
Ni por ninguna otra institución que se diga democrática, por cierto.
Hay muchas cuestiones que se mezclan cuando se debate sobre la “policía infantil”, pero me parece que son dos las centrales. Una, la que tiene que ver con el rol del Estado en este tipo de actividades. La segunda, la que refiere a estas actividades en sí.
Hay a quienes les gusta la “policía infantil” y a quienes no les gusta. Ahora, la cosa no es tan sencilla como decir “lo que me gusta está bien, lo que no me gusta está mal” para ninguno de los dos casos.
La policía infantil esquelense es una actividad coordinada por un sacerdote empleado de la policía provincial. En el marco de esa actividad los niños que asisten marchan al ritmo de una voz de mando marcial, cantan canciones religiosas con las letras transmutadas y hacen ejercicio con chalecos antibalas oficiales (ojo, se dijo que no eran los muchachos los que tenían los chalecos, sino mujeres que hacían una demostración. Esto no es cierto. Pueden verse fotos de los muchachitos con los chalecos aquí).
Nos guste o no, esto ocurrió así. Además de discutir si esto nos gusta o no, si está bien o está mal, primero tenemos que declarar que es una actividad inadmisible en el marco del Estado.
¿Por qué? Por varias razones:
1. Es una actividad de inspiración religiosa, lo que no debe tener lugar en un Estado laico. La religión no debe estar presente en las actividades propuestas por el Estado. Así como no debe estar en la escuela y el hospital, en la policía tampoco. De hecho está bastante mal que la policía y las fuerzas armadas tengan capellanes (pagos además, como toda la iglesia católica, por el Estado). Que no se confunda: policías, militares y maestros pueden tener la fe que quieran, sólo que es un asunto privado. No se debe predicar desde el Estado.
2. La policía no es una institución adecuada para la instrucción de niños y adolescentes. No lo es porque sus agentes no tienen la formación pedagógica necesaria, porque no es esa su función, sino la de vigilancia y represión del delito. Y este objeto, que a menudo implica el uso de la violencia, no es adecuado para niños de las edades que acuden a la “policía infantil”. Esto que digo está sintetizado en el artículo 3 (inciso 3) de la Convención de Derechos del Niño y el Adolescente.
3. El conjunto de actividades que se realizaban en el ámbito de la “policía infantil”, o al menos lo que se publicó por internet, y uno pensaría que porque lo publicaron era lo que consideraban más importante, apuntaba directamente a una especie de adoctrinamiento policial-militar, calcado de las prácticas de los adultos pertenecientes a fuerzas de seguridad. No es el sentido de la libertad y la ciudadanía lo que se ejercita, sino mas bien un sentido de obediencia y jerarquía. No se enseña a ejercer derechos y asumir responsabilidades, sino a obedecer órdenes.
Al menos por estos tres motivos, la “policía infantil” no puede ni debe estar auspiciada por el Estado.
Ni por ninguna otra institución que se diga democrática, por cierto.
Dicho esto, me gustaría señalar dos cosas más, para terminar, que me parecen importantes dado el tono que ha adquirido la discusión, al menos en la prensa.
En primer lugar, el debate en torno a los valores. Se ha planteado una opción que se podría resumir así: por un lado están los que defienden a la “policía infantil” y a los valores. Los valores serían la “familia” (la familia heterosexual tipo, con padre fuerte, madre bien definida y niños obedientes), el “orden” (que vendría a ser todo lo que es contrario a las drogas, el rock –como se ha dicho en una nota en este mismo medio-, la sexualidad y el “delito”), el “respeto” (que se confunde con la obediencia) y el “amor” (cristiano). O sea, los valores son una mezcla de la concepción católica y policial-militar de la sociedad.
Resulta así que quienes no están a favor de la “policía infantil” están también en contra de los valores. O sea que quieren el caos, las drogas, la violencia y la destrucción de la “familia”, cuando no se convierten en “zurdos” y “montoneros”, como se dice en la página de Facebook a favor de la “policía infantil”. Para decir defender la caridad y el amor cristiano, ese cambalache resulta un poco intolerante.
Lo que hay que decir es que esto no es necesariamente así, y que los católicos no son los únicos valores que existen. Las personas tienen diferentes escalas y concepciones de los valores y pediría un poco más de mesura en los irritados comentarios de quienes sí les gusta la “policía infantil”.
Y termino con algo que a mi modo de ver es muy importante.
Se ha afirmado que esta actividad, a la que acuden muchos hijos de policías, estaba pensada originalmente como una forma de acercar a los padres de la fuerza con sus hijos, dado el gran número de conflictos familiares que se producen. No lo digo yo, lo dice el propio padre Mari. Siendo así, acerco una reflexión, sin ánimo de ofender ni imponer nada: ¿por qué los únicos que tienen que acomodarse son los niños? Si una familia tiene problemas, sea o no perteneciente a una fuerza policial, ¿son sólo los niños los que deben ser tratados? ¿Sólo ellos deben ser adiestrados para mejorar los vínculos familiares? ¿Y los padres? ¿Las cosas se resuelven volviendo policías a los niños? ¿Por qué no podemos “aniñar” un poco a la policía?
* Antropólogo (UBA-UNAM)
Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA)
CONICET
Nota relacionada: Opinión: “Bendita policía infantil: Ellos dicen mierda, nosotros amén”, por Marcos Sourrouille
En primer lugar, el debate en torno a los valores. Se ha planteado una opción que se podría resumir así: por un lado están los que defienden a la “policía infantil” y a los valores. Los valores serían la “familia” (la familia heterosexual tipo, con padre fuerte, madre bien definida y niños obedientes), el “orden” (que vendría a ser todo lo que es contrario a las drogas, el rock –como se ha dicho en una nota en este mismo medio-, la sexualidad y el “delito”), el “respeto” (que se confunde con la obediencia) y el “amor” (cristiano). O sea, los valores son una mezcla de la concepción católica y policial-militar de la sociedad.
Resulta así que quienes no están a favor de la “policía infantil” están también en contra de los valores. O sea que quieren el caos, las drogas, la violencia y la destrucción de la “familia”, cuando no se convierten en “zurdos” y “montoneros”, como se dice en la página de Facebook a favor de la “policía infantil”. Para decir defender la caridad y el amor cristiano, ese cambalache resulta un poco intolerante.
Lo que hay que decir es que esto no es necesariamente así, y que los católicos no son los únicos valores que existen. Las personas tienen diferentes escalas y concepciones de los valores y pediría un poco más de mesura en los irritados comentarios de quienes sí les gusta la “policía infantil”.
Y termino con algo que a mi modo de ver es muy importante.
Se ha afirmado que esta actividad, a la que acuden muchos hijos de policías, estaba pensada originalmente como una forma de acercar a los padres de la fuerza con sus hijos, dado el gran número de conflictos familiares que se producen. No lo digo yo, lo dice el propio padre Mari. Siendo así, acerco una reflexión, sin ánimo de ofender ni imponer nada: ¿por qué los únicos que tienen que acomodarse son los niños? Si una familia tiene problemas, sea o no perteneciente a una fuerza policial, ¿son sólo los niños los que deben ser tratados? ¿Sólo ellos deben ser adiestrados para mejorar los vínculos familiares? ¿Y los padres? ¿Las cosas se resuelven volviendo policías a los niños? ¿Por qué no podemos “aniñar” un poco a la policía?
* Antropólogo (UBA-UNAM)
Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA)
CONICET
Nota relacionada: Opinión: “Bendita policía infantil: Ellos dicen mierda, nosotros amén”, por Marcos Sourrouille
9 Comentá esta nota:
Bien dicho :)
Ya podriamos terminar con el temita no??
Como hago para dejar de recibir este boletin??
gracias.
A tono con lo que decís, debo admitir que me gustó mucho tu nota. Más que nada por cómo tratás el tema, y por la revisión que haces de antecedentes. Saludos!
Coco:
Podés mandar un e-mail a
correopuertae-unsubscribe@gruposyahoo.com.ar
Gracias
Perdonen mi ignorancia pero la Nación Argentina, por la Constitución Nacional, ¿no declara que adopta como credo oficial la religión Católica Apostólica Romana?
Y es casual que los fucionarios juran sus cargos sobre Los Santos Evangelios salvo que expresamente profesen otra creencia?
Y además si no es el estado el que propone estas y otras actividades, quién lo haría? Alguno de los que critican la iniciativa hacen algo concreto por la educación, la pobreza, la contención de los marginales que todos en conjunto provocamos?
Acepto que tal vez sea desacertado el nombre elegido pero es muy fácil criticar desde afuera.
Sería bueno que alguno investigue y publique, con la misma saña, qué pasa con los chicos y adolescentes que no tienen estas vías de escape que tanto critican
De última detrás de las críticas (deporte nacional), deben venir las propuestas pero, a nadie se le cae una idea porque nunca les enseñaron a ponerse en los zapatos del otro.
Justo uno de los valores que predican las religiones. ¡Qué casualidad!
Raúl Matelo
15415738
Estimado Sr. Matelo
Es cierto que la Constitución Nacional señala que el Gobierno Federal asume el culto católico. (La Constitución de Chubut no dice nada al respecto).
Es cierto que también sostiene la libertad de cultos, lo que complica las cosas. Si el Estado intentara propagar el catolicismo a través de sus instituciones entraríamos en contradicción con este punto. Además llegaríamos muy fácilmente a desarrollar políticas "integristas" como las que tanto se critican en algunos países islámicos. ¿Cuando el Estado es islámico está mal, pero cuando es católico está bien?
Si el resto de sus argumentos van dirigidos a mi persona le ruego se rectifique. Usted no me conoce como para opinar sobre lo que hago o dejo de hacer.
Saludos,
Hernán Schiaffini
cita: "Sería bueno que alguno investigue y publique, con la misma saña, qué pasa con los chicos y adolescentes que no tienen estas vías de escape que tanto critican"
Raul, yo soy un adolescente y creo que no todos debemos tener una "via de escape" en común, una via que todos debemos seguir... que pasa? ahora todos tenemos que ser educados bajo una misma norma reguladora? todos debemos obedecer a nuestros mayores y de esta forma no criticar, no molestar y asi vivir en "orden"? que es esto de via de escape? escaparnos de que? como dijo alguien dentro del muro de Si por la policia... :
"Educad a los niños, y no será necesario castigar a los hombres..."
pitágoras.
que? somos maquinas? que esto de educar para no castigar? que tipo de castigo y porque motivo?
no estoy diciendo que no debe existir una educacion en comun y para todos... lo que digo es que esta educacion debe crear criticos no personas que simplemente obedezcan, y así optar nosotros por alguna "via de escape".
los adolescentes debemos ser libres de elegir lo que queramos para nuestro futuro y demas, pero no creo que un chico menor de 16 años sea apto para esto, o por lo menos en cuestiones de tanto peso como pertenecer o no a una escuela policial... satirizando un poco, si fuera asi tendriamos, sobrepoblacion de bomberos, policias, astronautas, princesas, etc. no cree?
Al fin y al cabo son nuestros padres/madres/tutores los que eligen en esta situacion, y creo que ellos no son quienes deben elegirnos, como ud dijo, nuestra "via de escape".
sigo pensando ¿via de escape?
muy lindo artículo Schiaffini
tomas deias spreng
Como siempre, un excelente artículo de Hernán Schiaffini. Felicitaciones
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