Enviado por Liliana María Murgas
A la comunidad
A las puertas del año 2011, como Equipo de Pastoral Social del Obispado de Neuquén, al mirar la realidad queremos pronunciarnos como una manera de crecer en nuestro compromiso de ciudadanos y cristianos.
Vemos el estado de nuestra provincia y lamentamos la situación en la que se encuentran demasiados de nuestros conciudadanos.
La ausencia del Estado provincial en muchos casos y su ineficiencia escandalosa en otros, no sólo persiste sino que pareciera agudizarse sin límites.
La muerte del adolescente en Plottier, el hecho de que enfermos deban recurrir a la justicia para obtener sus remedios oncológicos, que estos pacientes deban ir a rogarle al ministro del área que se garantice la provisión continua de medicación en los servicios de cuidados paliativos de niños y adultos; nos hace sentir frente a un Estado que desprecia la vida de las personas.
Las confusas decisiones políticas relacionadas con obras y servicios públicos donde el Estado aparece como gestionando o defendiendo intereses económicos de particulares y como abandonando su obligación irrenunciable de respetar y asegurar los derechos de todos los ciudadanos; nos demuestra que esta ausencia o ineficiencia estatal es muy parecida a una complicidad delictiva en temas tan graves como educación, vivienda, seguridad, trabajo, etc.
Y así podríamos seguir detallando ausencias del gobierno provincial en responsabilidades que no puede eludir sin faltar gravemente a sus deberes propios como Estado.
También nos preocupa que en los últimos tiempos pareciera que esta ausencia se va incorporando a los otros poderes estatales: el legislativo y el judicial.
Constatamos cómo va creciendo la brecha escandalosa e injusta entre sectores privilegiados y una creciente mayoría de excluidos no sólo a accesos de posibilidades económicas, sino sociales, culturales y judiciales.
Vemos un deterioro profundo en las actividades políticas de diversos sectores, pero especialmente en aquellos que más posibilidades de acceder al gobierno tienen, donde los valores éticos, los principios fundamentales para toda convivencia en paz, son como dejados de lado optando por acuerdos de sector, cuando no de cúpulas, muchas veces espurios que esconden intenciones incalificables que lógicamente deterioran el estado de derecho, dañan la democracia y ensucian el arte de la política.
El pueblo continúa sospechando y despreciando la actividad política, porque demasiados funcionarios públicos se la muestran como un camino de privilegio que asegura posibilidades injustas no siempre de acuerdo a la ley y casi nunca en beneficio del pueblo todo. Cuando se pierde la vergüenza pública, se ha derribado la barrera fundamental que nos impide acercarnos demasiado peligrosamente al abismo social.
Además de la grave responsabilidad del Estado en esta situación de nuestra provincia, se suman a la misma distintos sectores económicos, empresariales, etc. que miran con el único ojo del interés propio, y –amparados por esta ausencia estatal- ven la vía libre que les permite recorrer caminos donde el lucro y la ganancia es la meta a lograr por encima de la dignidad humana, el respeto a los derechos de todos y a las leyes en vigencia.
Estamos a las puertas de un año electoral, situación que nos tendría que animar a profundizar nuestra realidad de pueblo que vive en democracia. Sin embargo, tememos que las próximas elecciones no sean más que la ratificación y profundización de un sistema que sigue enriqueciendo a los ya ricos y aumentando pobres cada vez más pobres.
Los cristianos hemos decidido vivir el 2011 como “ el año de la vida”. Una vida que no sólo sea respirar como se pueda, sino existir con todas las posibilidades básicas creciendo cada día más hacia todas las que nos merecemos. Una vida donde cada persona pueda sentirse tal, respetada y querida como tal, y con posibilidades reales y concretas de ir logrando esa felicidad que se merece y necesita. Una vida desde la gestación en el vientre materno, pero también en una niñez asegurada contra todo mal, una juventud con opciones para realizarse como persona, en lo educativo, laboral, familiar y social, para llegar a una ancianidad donde el respeto se haga reconocimiento familiar y social, para tener la serenidad reconfortante de haber vivido.
Una vida que no se agota en tener cosas, en poder consumir, sino en ser personas, sentirse pueblo, hacerse Patria.
Porque nosotros como cristianos nos disponemos a recibir, una vez más, al Dios de la Vida hecho Niño, que quiere y necesita crecer entre nosotros, queremos renovar con sencillez y sinceridad, nuestro compromiso de hacer crecer a este Niño, trabajando al servicio del crecimiento de toda la vida de toda nuestra gente en la medida en que podamos y como podamos. Ojalá nos sumemos muchos a esta tarea, porque la merecemos y la necesitamos.
Neuquén, diciembre de 2010
Equipos de Pastoral Social del Obispado de Neuquén
Neuquén, Zapala y Junín de los Andes
Nota relacionada: Pastoral Social de la Patagonia: “Luchamos para efectivizar los derechos humanos”
A la comunidad
A las puertas del año 2011, como Equipo de Pastoral Social del Obispado de Neuquén, al mirar la realidad queremos pronunciarnos como una manera de crecer en nuestro compromiso de ciudadanos y cristianos.
Vemos el estado de nuestra provincia y lamentamos la situación en la que se encuentran demasiados de nuestros conciudadanos.
La ausencia del Estado provincial en muchos casos y su ineficiencia escandalosa en otros, no sólo persiste sino que pareciera agudizarse sin límites.
La muerte del adolescente en Plottier, el hecho de que enfermos deban recurrir a la justicia para obtener sus remedios oncológicos, que estos pacientes deban ir a rogarle al ministro del área que se garantice la provisión continua de medicación en los servicios de cuidados paliativos de niños y adultos; nos hace sentir frente a un Estado que desprecia la vida de las personas.
Las confusas decisiones políticas relacionadas con obras y servicios públicos donde el Estado aparece como gestionando o defendiendo intereses económicos de particulares y como abandonando su obligación irrenunciable de respetar y asegurar los derechos de todos los ciudadanos; nos demuestra que esta ausencia o ineficiencia estatal es muy parecida a una complicidad delictiva en temas tan graves como educación, vivienda, seguridad, trabajo, etc.
Y así podríamos seguir detallando ausencias del gobierno provincial en responsabilidades que no puede eludir sin faltar gravemente a sus deberes propios como Estado.
También nos preocupa que en los últimos tiempos pareciera que esta ausencia se va incorporando a los otros poderes estatales: el legislativo y el judicial.
Constatamos cómo va creciendo la brecha escandalosa e injusta entre sectores privilegiados y una creciente mayoría de excluidos no sólo a accesos de posibilidades económicas, sino sociales, culturales y judiciales.
Vemos un deterioro profundo en las actividades políticas de diversos sectores, pero especialmente en aquellos que más posibilidades de acceder al gobierno tienen, donde los valores éticos, los principios fundamentales para toda convivencia en paz, son como dejados de lado optando por acuerdos de sector, cuando no de cúpulas, muchas veces espurios que esconden intenciones incalificables que lógicamente deterioran el estado de derecho, dañan la democracia y ensucian el arte de la política.
El pueblo continúa sospechando y despreciando la actividad política, porque demasiados funcionarios públicos se la muestran como un camino de privilegio que asegura posibilidades injustas no siempre de acuerdo a la ley y casi nunca en beneficio del pueblo todo. Cuando se pierde la vergüenza pública, se ha derribado la barrera fundamental que nos impide acercarnos demasiado peligrosamente al abismo social.
Además de la grave responsabilidad del Estado en esta situación de nuestra provincia, se suman a la misma distintos sectores económicos, empresariales, etc. que miran con el único ojo del interés propio, y –amparados por esta ausencia estatal- ven la vía libre que les permite recorrer caminos donde el lucro y la ganancia es la meta a lograr por encima de la dignidad humana, el respeto a los derechos de todos y a las leyes en vigencia.
Estamos a las puertas de un año electoral, situación que nos tendría que animar a profundizar nuestra realidad de pueblo que vive en democracia. Sin embargo, tememos que las próximas elecciones no sean más que la ratificación y profundización de un sistema que sigue enriqueciendo a los ya ricos y aumentando pobres cada vez más pobres.
Los cristianos hemos decidido vivir el 2011 como “ el año de la vida”. Una vida que no sólo sea respirar como se pueda, sino existir con todas las posibilidades básicas creciendo cada día más hacia todas las que nos merecemos. Una vida donde cada persona pueda sentirse tal, respetada y querida como tal, y con posibilidades reales y concretas de ir logrando esa felicidad que se merece y necesita. Una vida desde la gestación en el vientre materno, pero también en una niñez asegurada contra todo mal, una juventud con opciones para realizarse como persona, en lo educativo, laboral, familiar y social, para llegar a una ancianidad donde el respeto se haga reconocimiento familiar y social, para tener la serenidad reconfortante de haber vivido.
Una vida que no se agota en tener cosas, en poder consumir, sino en ser personas, sentirse pueblo, hacerse Patria.
Porque nosotros como cristianos nos disponemos a recibir, una vez más, al Dios de la Vida hecho Niño, que quiere y necesita crecer entre nosotros, queremos renovar con sencillez y sinceridad, nuestro compromiso de hacer crecer a este Niño, trabajando al servicio del crecimiento de toda la vida de toda nuestra gente en la medida en que podamos y como podamos. Ojalá nos sumemos muchos a esta tarea, porque la merecemos y la necesitamos.
Neuquén, diciembre de 2010
Equipos de Pastoral Social del Obispado de Neuquén
Neuquén, Zapala y Junín de los Andes
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