Por Abel Vallejos *
Luego que se esfumara la dictadura militar en la Argentina su huella permanece aún en su estructura política. Es que los métodos y prácticas de los partidos siguen siendo la violencia, la persecución, las amenazas y muchas otras formas agresivas que se utilizan para inclinar la balanza en beneficio de un sector y en detrimento de otro.
Con el advenimiento de la democracia en la republica Argentina. Fue el turno del radicalismo, una suerte de liberal -populismo de clase media forjado justamente en tiempos en que ésta aparecía y se desarrollaba, con una base social económica e ideológicamente lábil, y oscilando entre un liberalismo demasiado democrático y tímido para el liberalismo argentino y un populismo de salón. El radicalismo siempre se caracterizó por gobernar con los pies en el aire.
Un partido sin representatividad
Desde la clamorosa victoria de 1983, el juicio a las juntas Militares, las leyes de Punto final, y de Obediencia Debida y el "Felices Pascuas" de Raúl Alfonsín, pasando por la corrupción universitaria y otras, hasta la huida en helicóptero del estólido presidente Fernando de la Rúa, mientras en Plaza de Mayo la policía cumplía su orden de reprimir hasta la muerte. El radicalismo ha pasado del último suspiro de dignidad a la rendición absoluta y el estado nebuloso.
En las condiciones estructurales de la Argentina de hoy, nadie puede decir a ciencia cierta qué sector social y qué proyecto político representa el radicalismo.
En tanto el peronismo, que en los últimos 40 años ofreció primero el trágico pintoresquismo del último Perón (la masacre de Ezeiza, la triple A, el "brujo" López Rega, la esperpéntica Isabel Perón); luego el menemismo, un logrado intento de juntar la Biblia y el Calefón (la gran burguesía liberal y sus socios internacionales con los sectores populares, los sindicatos y la clase media), que acabó en la mayor catástrofe económica y financiera de la historia del país.
Y ahora el Kirchnerismo, la "izquierda" peronista, de la que no acaba de saberse si se trata de un grupo de hombres de negocios más o menos legales que tratan de adecentarse, o de ex militantes progresistas que encontraron su oportunidad, pero a quienes los años, la realidad de las cosas y una vaga ideología han acabado por transformar en más de lo mismo.
El peronismo, durante décadas fue omnipotente en las urnas y contó con el apoyo absoluto de un aparato sindical que controlaba a la clase obrera, pero desde 1983 gana y pierde asiduamente elecciones nacionales, provinciales y municipales. Está política y socialmente fragmentado, sin líderes de prestigio que garanticen mayorías y, como siempre en su historia cuando la realidad le genera disputas internas, queda al borde de enfrentamientos violentos.
La arbitrariedad y la violencia, el caciquismo mafioso, bullen en ese núcleo de base del peronismo político. El transfuguismo, el travestismo, las chicanas legislativas, el espionaje, las escuchas ilegales, los escándalos de corrupción y sobre todo la violencia que afecta a todas esas corrientes en el gobierno. En el llano, la hipocresía, la ineficiencia, la intolerable impunidad que ha caracterizado a la política argentina a lo largo de su historia, dominada por liberales y un tercio de populistas.
La vuelta a la patria financiera
Y ahora como lo indicaba la receta, cada vez que un partido se vuelve absoluto comienzan a emerger las diferencias internas. El surgimiento de un peronismo denominado federal, que tiene varios personajes a la cabeza que se candidatean a la presidencia, como Felipe Sola, Rodriguez Saá, Eduardo Duhalde y Mario Das Neves, quienes hasta el momento por lo que han demostrado extiende sus brazos a los grandes centros de poder como Estados Unidos e Inglaterra y a las organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras entidades financieras que fomentan la usura y la sumisión de los países latinoamericanos.
Sin ir más lejos basta recordar lo que ocurrió con la Argentina desde el advenimiento de la democracia hasta el 2001, periodo que estuvo marcado por su fuerte vinculo con el FMI y otras entidades internacionales. Dos décadas y medias de crisis e inestabilidad, recuperación de la economía y violentos retrocesos, privatización de empresas públicas, desguace de la industria nacional, flexibilización del trabajo y retroceso en los derechos laborales.
Conferencias, disertaciones en universidades norteamericanas, la supuesto foto de Mario Das Neves con Obama, un proceso de integración comercial con el estado de Alabama (EEUU), no hacen más que avizorar un retroceso en la política argentina; la vuelta a las viejas recetas económicas recomendadas por el FMI y el Banco Mundial, que fomentan el libre comercio y la desaparición de la industria nacional. El regreso de la patria financiera.
Lo cierto es que en política no hay mapas, pero debe haber brújula, al menos un norte. Tanto separados como revueltos, liberales y populistas no pueden resolver la crisis política y económica porque son parte constitutiva de la misma. Hay un camino marcado a través de la creación del MERCOSUR y la UNASUR, de esta manera se fortalecen los mercados latinoamericanos para competir con bloques económicos internacionales como la Unión Europea y el ALCA (EEUU).
Pero todo dependerá de funcionarios que se encuentran en lugares de toma de decisión, quienes lamentablemente muchas veces responden a intereses de grandes corporaciones olvidándose quién los eligió y para qué.
* DNI 26.441.838
Luego que se esfumara la dictadura militar en la Argentina su huella permanece aún en su estructura política. Es que los métodos y prácticas de los partidos siguen siendo la violencia, la persecución, las amenazas y muchas otras formas agresivas que se utilizan para inclinar la balanza en beneficio de un sector y en detrimento de otro.
Con el advenimiento de la democracia en la republica Argentina. Fue el turno del radicalismo, una suerte de liberal -populismo de clase media forjado justamente en tiempos en que ésta aparecía y se desarrollaba, con una base social económica e ideológicamente lábil, y oscilando entre un liberalismo demasiado democrático y tímido para el liberalismo argentino y un populismo de salón. El radicalismo siempre se caracterizó por gobernar con los pies en el aire.
Un partido sin representatividad
Desde la clamorosa victoria de 1983, el juicio a las juntas Militares, las leyes de Punto final, y de Obediencia Debida y el "Felices Pascuas" de Raúl Alfonsín, pasando por la corrupción universitaria y otras, hasta la huida en helicóptero del estólido presidente Fernando de la Rúa, mientras en Plaza de Mayo la policía cumplía su orden de reprimir hasta la muerte. El radicalismo ha pasado del último suspiro de dignidad a la rendición absoluta y el estado nebuloso.
En las condiciones estructurales de la Argentina de hoy, nadie puede decir a ciencia cierta qué sector social y qué proyecto político representa el radicalismo.
En tanto el peronismo, que en los últimos 40 años ofreció primero el trágico pintoresquismo del último Perón (la masacre de Ezeiza, la triple A, el "brujo" López Rega, la esperpéntica Isabel Perón); luego el menemismo, un logrado intento de juntar la Biblia y el Calefón (la gran burguesía liberal y sus socios internacionales con los sectores populares, los sindicatos y la clase media), que acabó en la mayor catástrofe económica y financiera de la historia del país.
Y ahora el Kirchnerismo, la "izquierda" peronista, de la que no acaba de saberse si se trata de un grupo de hombres de negocios más o menos legales que tratan de adecentarse, o de ex militantes progresistas que encontraron su oportunidad, pero a quienes los años, la realidad de las cosas y una vaga ideología han acabado por transformar en más de lo mismo.
El peronismo, durante décadas fue omnipotente en las urnas y contó con el apoyo absoluto de un aparato sindical que controlaba a la clase obrera, pero desde 1983 gana y pierde asiduamente elecciones nacionales, provinciales y municipales. Está política y socialmente fragmentado, sin líderes de prestigio que garanticen mayorías y, como siempre en su historia cuando la realidad le genera disputas internas, queda al borde de enfrentamientos violentos.
La arbitrariedad y la violencia, el caciquismo mafioso, bullen en ese núcleo de base del peronismo político. El transfuguismo, el travestismo, las chicanas legislativas, el espionaje, las escuchas ilegales, los escándalos de corrupción y sobre todo la violencia que afecta a todas esas corrientes en el gobierno. En el llano, la hipocresía, la ineficiencia, la intolerable impunidad que ha caracterizado a la política argentina a lo largo de su historia, dominada por liberales y un tercio de populistas.
La vuelta a la patria financiera
Y ahora como lo indicaba la receta, cada vez que un partido se vuelve absoluto comienzan a emerger las diferencias internas. El surgimiento de un peronismo denominado federal, que tiene varios personajes a la cabeza que se candidatean a la presidencia, como Felipe Sola, Rodriguez Saá, Eduardo Duhalde y Mario Das Neves, quienes hasta el momento por lo que han demostrado extiende sus brazos a los grandes centros de poder como Estados Unidos e Inglaterra y a las organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras entidades financieras que fomentan la usura y la sumisión de los países latinoamericanos.
Sin ir más lejos basta recordar lo que ocurrió con la Argentina desde el advenimiento de la democracia hasta el 2001, periodo que estuvo marcado por su fuerte vinculo con el FMI y otras entidades internacionales. Dos décadas y medias de crisis e inestabilidad, recuperación de la economía y violentos retrocesos, privatización de empresas públicas, desguace de la industria nacional, flexibilización del trabajo y retroceso en los derechos laborales.
Conferencias, disertaciones en universidades norteamericanas, la supuesto foto de Mario Das Neves con Obama, un proceso de integración comercial con el estado de Alabama (EEUU), no hacen más que avizorar un retroceso en la política argentina; la vuelta a las viejas recetas económicas recomendadas por el FMI y el Banco Mundial, que fomentan el libre comercio y la desaparición de la industria nacional. El regreso de la patria financiera.
Lo cierto es que en política no hay mapas, pero debe haber brújula, al menos un norte. Tanto separados como revueltos, liberales y populistas no pueden resolver la crisis política y económica porque son parte constitutiva de la misma. Hay un camino marcado a través de la creación del MERCOSUR y la UNASUR, de esta manera se fortalecen los mercados latinoamericanos para competir con bloques económicos internacionales como la Unión Europea y el ALCA (EEUU).
Pero todo dependerá de funcionarios que se encuentran en lugares de toma de decisión, quienes lamentablemente muchas veces responden a intereses de grandes corporaciones olvidándose quién los eligió y para qué.
* DNI 26.441.838
0 Comentá esta nota:
Publicar un comentario