Por Jorge Oriola
Llegué a Esquel y me enteré de la votación por un nombre para la Biblioteca Pedagógica nº 3 a la cual me une trabajo y afecto; no pude dejar de sorprenderme cuando supe que algunos docentes habían elegido mi nombre y varios más votaban por él. Al principio creí que era una broma; por otra parte, me sentía incómodo..., pero no podía, tal como me dijeron en esa dependencia, subestimar esas preferencias. No obstante, tanto yo como miembros de mi familia, familia docente al fin, creíamos que el nombre de Paulo Freire era el más acertado por su historia y por cómo nos marcó a dos o tres generaciones de docentes en América Latina. Y así votamos.
Gracias a los que pensaron en mi nombre, me he sentido verdaderamente honrado, aunque la denominación finalmente consagrada, creo, es la que más cuadra a esa institución.
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