Enviada por CAI Andino
A finales de la década de los 80´ del siglo 19, luego de la ofensiva militar contra nuestro pueblo, llegaba a Cuesta del Ternero, Antonio valle y Rosario Quintana, desde otra parte del Wallmapu. También por esos años llegaban al lugar Josè Manuel Pichún y Dominga Antileo, José del Carmen Quintupuray y Filomena Anticura entre otros.
Se pobló en el lugar que con el andar de los años seria conocida como la “Pampa de Valle”, primero por los carreros y luego, aparecido el motor a explosión por esta zona, por los diferentes transportistas.
Llegaron a este lugar huyendo de la guerra y sintiéndose extraños en su propio territorio. Así, y con el desconocimiento absoluto de papeles, leyes y gobiernos, solicitaron al Estado Argentino permisos precarios de ocupación. Así consiguieron mantener parte de la ocupación original y allí criaron a sus hijos. Luego vinieron sus nietos que continuaron la ocupación tradicional.
Alrededor de cien años después de esa llegada, la Dirección de Bosques del gobierno provincial, comenzó la usurpación en ese lugar. Empezó a quemar y cortar bosque nativo remplazándolo por pinos exóticos, argumentando que dicho lugar no estaba ocupado y se encontraba deshabitado. Hubo resistencia por parte de Rudecindo Valle y varios vecinos nucleados en la junta vecinal de ese entonces, dicha resistencia no tuvo éxito, y la Dirección de Bosque completó su trabajo: destrucción del bosque nativo y su remplazo por lo exótico. A pesar de todo eso y sintiéndose parte de ese lugar, el Lof Valle nunca dejo de ocupar esa parte del territorio con la forma de ocupación tradicional que tiene nuestro pueblo; criando animales, sembrando o aprovechando lo que brinda el lugar (leña, madera, piedra para construcción, etc). En 1999 nosotros, descendientes de los que primero se asentaron, legalizamos formalmente nuestra comunidad mapuche dándole el nombre de José Manuel Pichún y comenzamos junto con otras comunidades la defensa del territorio y exigiendo al Estado nuestro reconocimiento y alguna seguridad jurídica sobre el mismo.
Hace aproximadamente dos años atrás Nicolás Valle, integrante de nuestra comunidad, recibió por parte de una persona que se identificó como empleado de una empresa forestal, una denuncia por robo de leña y le prohibió el acceso al lugar. Nunca se había estado en esta situación.
Como respuesta nuestra Comunidad levantó una ruka como reivindicación y reafirmación de ese espacio territorial ante el avance de una empresa desconocida para nosotros. Luego, la empresa que se arroga el derecho de propiedad sobre nuestro territorio, realizó una denuncia.
Hoy un juez de Bariloche nos procesa por usurpadores a los miembros de la comunidad y ordena desalojar el lugar con la policía, haciendo valer un título de propiedad que hasta el momento no hemos visto, otorgado por una provincia que fue creada 50 años después de nuestra llegada a ese lugar.
¿Donde está la legislación que reconoce nuestra preexistencia como Pueblo Originario?
¿Qué posibilidad de defensa legal nos queda cuando se nos niega los derechos legítimos y legales?
¿De qué sirven esos derechos si cuando hay que aplicarlos no se los tienen en cuenta?
Los derechos reconocidos en la Constitución Nacional, leyes provinciales, convenios y pactos internacionales, pareciera que no alcanzan para los que niegan incluso nuestra existencia. Funcionarios de los distintos poderes de los Estados provincial y nacional resisten su aplicación.
Nos acusan de originar gastos al erario Público provincial por cortar 23 pinos quemados por un incendio ¿y los miles de ejemplares de maitén, ñire, radal, palo piche, laura, chacai, espino negro y retamo que fueron cortados y quemados para realizar la forestación, fueron una inversión?
¿Y el daño medio ambiental ocasionado al lugar por los pinos?
¿La tristeza y el dolor de Rudecindo Valle, Doña Avelina Justo, ante la impotencia de no poder hacer nada al ver como destruían tanta vida, tiene algún valor?
Nuestra conexión con este espacio indivisible de territorio jamás será cortada por una decisión judicial. Somos parte de este lugar, ahí están nuestros recuerdos, tristezas, alegrías, esperanzas. ¿Cómo un simple papel puede quitarnos todo eso?
El Estado tiene una deuda histórica con nuestro Pueblo y tiene hoy la obligación y la posibilidad, no solo de repararla sino de evitar que siga profundizándose.
Nuestra lucha no empezó hoy, ya que somos integrantes de un pueblo que nunca dejó de defender el territorio, sin el cual nuestra existencia como Mapuche no tendría sentido.
Marici weu!!! Marici weu!!! Marici weu!!!
Comunidad José Manuel Pichún - Puel Mapu-
Nota relacionada: Cuesta del Ternero: el Co.De.C.I. repudia la orden de desalojo de la comunidad Pichún
A finales de la década de los 80´ del siglo 19, luego de la ofensiva militar contra nuestro pueblo, llegaba a Cuesta del Ternero, Antonio valle y Rosario Quintana, desde otra parte del Wallmapu. También por esos años llegaban al lugar Josè Manuel Pichún y Dominga Antileo, José del Carmen Quintupuray y Filomena Anticura entre otros.
Se pobló en el lugar que con el andar de los años seria conocida como la “Pampa de Valle”, primero por los carreros y luego, aparecido el motor a explosión por esta zona, por los diferentes transportistas.
Llegaron a este lugar huyendo de la guerra y sintiéndose extraños en su propio territorio. Así, y con el desconocimiento absoluto de papeles, leyes y gobiernos, solicitaron al Estado Argentino permisos precarios de ocupación. Así consiguieron mantener parte de la ocupación original y allí criaron a sus hijos. Luego vinieron sus nietos que continuaron la ocupación tradicional.
Alrededor de cien años después de esa llegada, la Dirección de Bosques del gobierno provincial, comenzó la usurpación en ese lugar. Empezó a quemar y cortar bosque nativo remplazándolo por pinos exóticos, argumentando que dicho lugar no estaba ocupado y se encontraba deshabitado. Hubo resistencia por parte de Rudecindo Valle y varios vecinos nucleados en la junta vecinal de ese entonces, dicha resistencia no tuvo éxito, y la Dirección de Bosque completó su trabajo: destrucción del bosque nativo y su remplazo por lo exótico. A pesar de todo eso y sintiéndose parte de ese lugar, el Lof Valle nunca dejo de ocupar esa parte del territorio con la forma de ocupación tradicional que tiene nuestro pueblo; criando animales, sembrando o aprovechando lo que brinda el lugar (leña, madera, piedra para construcción, etc). En 1999 nosotros, descendientes de los que primero se asentaron, legalizamos formalmente nuestra comunidad mapuche dándole el nombre de José Manuel Pichún y comenzamos junto con otras comunidades la defensa del territorio y exigiendo al Estado nuestro reconocimiento y alguna seguridad jurídica sobre el mismo.
Hace aproximadamente dos años atrás Nicolás Valle, integrante de nuestra comunidad, recibió por parte de una persona que se identificó como empleado de una empresa forestal, una denuncia por robo de leña y le prohibió el acceso al lugar. Nunca se había estado en esta situación.
Como respuesta nuestra Comunidad levantó una ruka como reivindicación y reafirmación de ese espacio territorial ante el avance de una empresa desconocida para nosotros. Luego, la empresa que se arroga el derecho de propiedad sobre nuestro territorio, realizó una denuncia.
Hoy un juez de Bariloche nos procesa por usurpadores a los miembros de la comunidad y ordena desalojar el lugar con la policía, haciendo valer un título de propiedad que hasta el momento no hemos visto, otorgado por una provincia que fue creada 50 años después de nuestra llegada a ese lugar.
¿Donde está la legislación que reconoce nuestra preexistencia como Pueblo Originario?
¿Qué posibilidad de defensa legal nos queda cuando se nos niega los derechos legítimos y legales?
¿De qué sirven esos derechos si cuando hay que aplicarlos no se los tienen en cuenta?
Los derechos reconocidos en la Constitución Nacional, leyes provinciales, convenios y pactos internacionales, pareciera que no alcanzan para los que niegan incluso nuestra existencia. Funcionarios de los distintos poderes de los Estados provincial y nacional resisten su aplicación.
Nos acusan de originar gastos al erario Público provincial por cortar 23 pinos quemados por un incendio ¿y los miles de ejemplares de maitén, ñire, radal, palo piche, laura, chacai, espino negro y retamo que fueron cortados y quemados para realizar la forestación, fueron una inversión?
¿Y el daño medio ambiental ocasionado al lugar por los pinos?
¿La tristeza y el dolor de Rudecindo Valle, Doña Avelina Justo, ante la impotencia de no poder hacer nada al ver como destruían tanta vida, tiene algún valor?
Nuestra conexión con este espacio indivisible de territorio jamás será cortada por una decisión judicial. Somos parte de este lugar, ahí están nuestros recuerdos, tristezas, alegrías, esperanzas. ¿Cómo un simple papel puede quitarnos todo eso?
El Estado tiene una deuda histórica con nuestro Pueblo y tiene hoy la obligación y la posibilidad, no solo de repararla sino de evitar que siga profundizándose.
Nuestra lucha no empezó hoy, ya que somos integrantes de un pueblo que nunca dejó de defender el territorio, sin el cual nuestra existencia como Mapuche no tendría sentido.
Marici weu!!! Marici weu!!! Marici weu!!!
Comunidad José Manuel Pichún - Puel Mapu-
Nota relacionada: Cuesta del Ternero: el Co.De.C.I. repudia la orden de desalojo de la comunidad Pichún
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